28.- Estoy muy orgullosa de ti

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Luisita entró al salón al tiempo que su abuelo llegaba a casa del bar, dejando a Marcelino sólo al frente del Asturiano. Manolín estaba ya sentado esperando por el resto de la familia y María entraba detrás suyo con la barra de pan y una jarra de agua fría para beber.

- Venga Luisi, siéntate que ahora trae mamá la bandeja con los filetes y el brócoli – indicó María colocando la jarra y el pan en el centro de la mesa.

- ¿En serio brócoli hoy también? – expresó el hermano pequeño con cara de asco.

- Es lo que hay y te lo vas a comer sin darle vueltas porque tienes que bajar a ayudar a papá al cierre – pronunció María sin dejarle opción a réplica.

- ¿Qué pasa? ¿Ya estamos otra vez con las verduras, Manolín? – preguntó su madre.

La rubia se había sentado en el lugar que ocupaba siempre y se había servido un vaso de agua, dando un gran sorbo nada más llenarlo y sin cruzar apenas la mirada con María, asistiendo como espectadora a la pelea que tenían su hermana y su madre con su hermano y el rechazo a las verduras que había cogido el chico en los últimos tiempos.

Manolita sirvió la ración de cada uno en sus platos y comenzaron a cenar tranquilamente, interesándose por cómo había ido el día en el bar o en el despacho y hablando de las compras que debían hacer al día siguiente en el mercado mientras Luisita escuchaba las conversaciones sin intervenir mucho en ellas. Aún resonaba en su cabeza el eco de las palabras pronunciadas por Amelia a su hermana sobre sus sentimientos y necesitaba un tiempo para procesar ese "la voy a cuidar y querer con todo mi alma" como para poner interés en las conversaciones de su familia.

- María, ¿vas a bajar al King's a cerrar o cierran los chicos? – demandó Manuela.

- No, hoy ya no bajo así que aprovecho para descansar un poco más – manifestó. – Están Gus y Miguel esta noche. Entre los dos se apañan bien – informó. – Yo iré por la mañana porque tengo que hacer un par de pedidos y hablar con un proveedor.

Luisita miró de reojo a su hermana un instante antes de devolver su atención a su plato. Sabía que se venía interrogatorio por parte de María tras esa declaración de Amelia casi provocada por la hermana mayor durante la videollamada y en parte agradecía poder hablar con alguien de todo lo que sentía y pasaba por su cabeza para aclarar sus ideas.

- ¿Y tú, Luisi? – escuchó de pronto a su madre.

- ¿Yo qué? – repreguntó para saber qué quería de ella.

- Que qué vas a hacer mañana, aunque tienes fisio, ¿no?

- Ah, sí, a las diez y media como siempre – afirmó en un susurro. – Cuando vuelva me paso por el bar a ayudar antes de las comidas o voy al King's si necesita ayuda María...

- No, tranquila, por mucho que haga el pedido mañana a primera hora hasta el viernes no creo que llegue.

La rubia asintió y comenzó a recoger los platos utilizados durante la cena que ya habían sido vaciados, dejando el de su hermano, que seguía dando vueltas al brócoli.

- Vas a terminar mareándolo pero no se va a desintegrar – pronunció Pelayo al ver la imagen de su nieto frente a la cena.

- No sé cómo puedes comer esto si está asqueroso... – expresó el chico.

- Una postguerra tenías que vivir, que no ibas a hacer ascos ni a un trozo de pan duro.

- Ya estamos con las batallitas – murmuró Manolín pinchando un trozo de verdura y llevándoselo a la boca.

- ¿Queréis algo de postre? – demandó Luisita saliendo hacia la cocina con los platos sucios.

- No hija, ahora me preparo yo una infusión, no te preocupes – agradeció su madre. – María, ¿quieres tú otra?

Sueño de una noche de veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora