Second life pt. 2 || YOONMIN

El artista

No sé por qué estos últimos capítulos me han quedado más larguitos de lo normal, porfa denme palmaditas.

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Jimin amaba dormir.

Ah, y comer, claro. Aquellas dos cosas realmente eran uno de los grandes placeres de estar vivo.

Desde el día que había sido creado, había encontrado muchas cosas que los humanos encontraban satisfactorios, y no podía juzgarlos, era una realidad. Como pisar con los pies descalzos el pasto húmedo, utilizar una prenda recién salida de la secadora, recibir un abrazo muy esperado, ver la lluvia desde un lugar cálido, probar comida recién preparada, despertar en medio de la noche y volver a dormir luego de darte cuenta que tienes más horas para dormir, tomar algo bien helado en un día de verano, recostarse en el pecho de tu ser amado, bailar y cantar a todo pulmón favorita, entre muchísimas más...

Y en su caso, volver a ver a alguien que quiere muchísimo luego de bastantes años.

Vivir era bonito, y se disfrutaba.

Como cuando podía compartir todos esos momentos con sus seres queridos, que eran pocos a comparación de otras personas, pero él no necesitaba ni quería más relaciones afectivas.

Pero también, él sabía que vivir podía ser horrible y alguien podría rogar porque se terminara el sufrimiento que era la vida.

Por problemas en los que se metían algunos, en dolores que otros sentían, sufrimiento, en el infierno que algunos se creaban.

Y en su ocasión, como cuando veía partir nuevamente a aquellos que volvían su vida lo más hermoso del mundo.

La idea que se tiene de existir y vivir es completamente subjetivo. Y a veces tú puedes decidir si es un paraíso o un infierno, y otras veces alguien más lo decide por ti.

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Su brazo se estiró más, sus dedos se separaron y casi sintió su hombro dislocarse cuando trató de alcanzar lo que quería atrapar en sus manos. Sus pies estaban en puntas, quizá estaba a punto de atraparlo, no se atrevía a pegar un brinco pero si podía acercarse un poquito más. Sintió la brisa chocar con su cuerpo entero, un ligero escalofrío lo recorrió al tener el cabello un poco húmedo por el baño que había tomado hace minutos.

Quería atrapar el sol entre sus dedos, esos colores hermosos del atardecer, tal vez si lo conseguía podría sentirse mejor, ser más feliz, podría regalárselo a la única persona que lo merecía por estar con él, a una persona que era un sol. Pero no era posible.

El sonido de varios claxons sonaron a la distancia, bufó y saltó de la barandilla de la terraza, miró hacia abajo, desde ese piso del edificio pudo ver el tráfico y la masa de personas que desde ahí eran poco más grandes que hormigas conglomerando las calles de Nueva York. Hizo una mueca viendo todo ese caos, caminó de regreso al departamento, cuando cerró la puerta corrediza respiró con alivio, tenían materiales aislantes de sonido y ahí había mucha tranquilidad, por una parte, al menos podía deshacerse de los ruidos del exterior.