Second life pt. 2 || YOONMIN

El independiente

Hola, cielitos

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La brisa salada curiosamente siempre lo había hecho sentirse adormilado, y ese día en especial había pasado la noche en vela leyendo reseñas e informándose sobre los mejores hospitales del mundo.

Caminó por la costa, en esa temporada del año Niza solía verse aún más agradable para él. El otoño en Francia siempre era hermoso, como en todos los lugares, pero en esa costa esa estación prácticamente no existía, aún así podía notar el clima identificándolo de inmediato como uno de sus favoritos.

Vio a unos niños jugando en la arena, fingiendo crear un tipo de fuertes entre ellos mientras se peleaban con pistolas de agua, yendo cierto tiempo a rellenar sus armas de plástico con el agua del mar.

Desvió ligeramente su andar para no entrometerse en medio del campo de batalla, escuchó jadeos cuando sintió un ligero chorro de agua en su pantorrilla izquierda.

- ¡Tonto, mojaste al señor! - una niña gritó.

- ¡Atacaste al señor!

Jimin se dejó caer al suelo, gritando con dolor mientras tomaba su pierna y se quejaba del dolor. Tres niños corrieron a auxiliarlo, arrastrándolo entre los tres hasta tenerlo a salvo en su fuerte inestable de arena.

- ¡Eso es trampa, no pueden tener más soldados!

- ¡Es un herido de guerra, lo curaremos!

Jimin vio su traje lleno por completo de arena, decidió ignorarlo y volvió a cerrar los ojos, permitió que los niños fingieran que lo curaban, y aunque el "ataque" había sido en su pierna, todos estaban concentrados en realizarle una operación en el torso.

- Creo que la bala me dio en la pierna - susurró, abriendo un solo ojo para ver a un niño, él jadeó y asintió rápidamente, llevando sus manos a la mancha de agua.

- ¡Lo estoy curando!

- Anda o se desangra - dijo un pequeño con unos adorables lentes para el mar.

- ¡Listo! - dijo sonriendo - ¿Cómo se siente, señor? - preguntó ayudando a Jimin a sentarse.

- Creo que... creo que cuando me arrastraron hasta aquí, se me metió arena a los oídos.

Los niños fruncieron el ceño antes de gritar - ¡Operación de oído, rápido!

- ¡No, no, estoy bien! - Jimin les sonrió.

- Bueno, ahora que te curamos... ¡Eres un rehén! - lo acusó el de lentes - ¡Eres de nuestro bando ahora!

- ¡¿Qué?! ¡Pero si yo sólo pasaba por aquí, ustedes me dispararon!

- Anda, soldado, dale un arma - dijo el niño y aquel que había "curado" a Jimin le tendió una pistola de agua mucho más pequeña que la de ellos.

- ¿En serio? ¿Y me dan la más patética? - preguntó agitándola con una mueca - Eso no se vale, allá tienen bazucas, alcancé a ver - afirmó.

- Nos ganarán - dijeron abrumados.

- No pueden rendirse así de fácil - negó Jimin - Escuchen, necesitan una estrategia perfecta, como el caballo de troya.