62. Jerome

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Alexa mira a Daven, mientras el poco color que quedaba en su rostro se desvanece, se queda sin palabras.

- ¿Señorita? –Pregunta Fred, mirando a Jerome, un tanto confundido.

- Alexa –Daven intenta hacerla volver.

- Sí –responde, volviendo a la realidad.

- ¿Sí qué? –Pregunta Daven, al tiempo que Fred cuestiona– ¿Que pase?

- No –reacciona Alexa, alertada, confundiendo aún más a sus interlocutores–. No, Fred, dame un minuto –luego mira a Daven–, la cosa que debía decirte tendrá que esperar.

- ¿Qué sucedió? –Se interesa.

- Jerome está aquí –dice ella, mirándolo directamente.

- ¿Eso lo cambia todo? –Ella niega– Te dejo entonces, debe ser más importante. –Comenta, poniéndose de pie y avanzando un par de pasos en dirección a la puerta- ¿Lo llamaste en cuanto supiste que podrías irte sin afectar lo que quedaba de tu empresa? –Vuelve para mirarla.

- Esto no tiene nada que ver con la empresa –Daven niega.

- Nunca serás sincera ¿cierto? –Cuestiona, creyendo que Alexa lo ha manipulado una vez más.

- Daven –lo llama Alexa, cuando gira de nuevo para marcharse– Daven, esto no tiene nada que ver, te lo aseguro –insiste Alexa, saliendo detrás de él y dándose de bruces con la imagen de Jerome. Sus manos se tornan frías y siente que lo único que escucha es el ensordecedor latido de su corazón.

Daven y Jerome se saludan amablemente y Alexa observa la imagen como si ella no se encontrara ahí.

- Nos vemos en cuatro días –le recuerda Daven, como despedida y ella asiente sin dejar de ver a Jerome.

- ¿Hola? –Saluda Jerome, observando lo nerviosa que está.

- Estás solo –aclara, para ella, rompiendo la ilusión que la invadió unos minutos antes, cuando creyó que podría ver a su hijo– ¿Joyce está bien? –Es el saludo de Alexa y Jerome sonríe.

- ¿Podemos hablar? –Pide Jerome, señalando el interior de su oficina.

- No creí que volvería a saber de ti –dice Alexa, con las manos aún temblorosas le guía al sofá de la oficina.

- ¿Tienes whisky? –Pregunta y luego ríe– Claro que tienes –agrega después, mientras ella saca una botella, un par de vasos y coloca hielo dentro de ellos.

- Te ves bien –comenta Alexa, mirándolo tomar.

- Bebe, Al, estás más pálida que nunca y tus manos están heladas –señala Jerome y ella lleva el vaso a sus labios.

Jerome espera a que Alexa beba un par de tragos más y se tranquilice un poco, mientras tanto la observa y sigue sin poder creer que no pueda dejar de parecerle la mujer de su vida. A pesar de sus errores y malas decisiones, él sigue viendo lo mejor en ella, sigue sintiendo a la Alexa de la que se enamoró profundamente.

- ¿Te sientes mejor? –Cuestiona y ella asiente– Bueno... -duda Jerome– no sé cómo comenzar, pensé mucho, primero en si era correcto venir y segundo en lo que diría, pero ya he olvidado cualquier discurso que me pareciera correcto –sonríe y Alexa no puede evitar imitarlo–. La verdad es que me sentí terrible, en el cumpleaños de Joyce, por la manera en que dije las cosas... -confiesa, y Alexa sabe que es verdad, porque Jerome siempre ha sido esa clase de persona.

- No debiste sentirte así, lo que dijiste es la verdad...

- No, Al, -la interrumpe- yo amo a Joyce, por sobre todas las cosas y quiero protegerlo de todo, pero no es verdad que crea que lo mejor para él es estar lejos de ti –las lágrimas corren por las mejillas de Alexa y Jerome se acerca para limpiarlas–. Lo que dije, lo hice en un momento de enojo, porque me dolía demasiado que no hubieses llamado antes, a pesar de lo que pasó con Daven y la empresa, él es tu hijo y por un momento creí que no te importaba lo suficiente.

- Soy un monstruo... -susurra ella y Jerome la rodea con sus brazos.

- Por supuesto que no lo eres, no pude dormir durante toda aquella noche, pensando en tus razones reales para no llamar y supuse que creías que yo te juzgaría duramente por los daños colaterales de tu llegada a la presidencia...

- ¿No lo hubieras hecho? –Pregunta Alexa, alejándose un poco para poder mirarlo.

- Sabes que no hubiera estado de acuerdo, que aún hoy, creo que pudiste haber procedido diferente, pero sé perfectamente toda la mierda que has aguantado en este lugar y no te habría juzgado, quizá me hubiera tomado un tiempo asimilar el daño a Daven y el abandono repentino a nuestro hijo... perdón, a tu...

- No, –lo detiene Alexa– no lo corrijas, es tu hijo y me hace tan feliz que también lo consideres mío –confiesa ella y él sonríe con ternura.

- En fin, Al, quería pedirte perdón por aquella llamada –Alexa niega.

- No tengo nada que perdonarte –dice Alexa, mientras enreda los brazos alrededor de Jerome y así se quedan por varios minutos.

- Al, perdona que me meta, -dice Jerome, cuando finalizan el largo abrazo– no sé si sea percepción mía, pero debo preguntar, Daven no sabe nada de Joyce ¿Cierto? –Alexa niega, apenada– ¿Se lo dirás?

- He estado a punto de hacerlo, más de una vez, -inicia, tanteando la reacción de Jerome, esperando que no le moleste– lo iba a hacer hoy y pedirle que no se acercara a ustedes mientras yo podía decírtelo, pero cuando Fred me dijo que estabas aquí, preferí hablarlo contigo primero.

- Yo... -duda- bueno, es su padre biológico, jamás podría negarle la alegría de saber de él y conocerlo –aclara Jerome.

- ¿Crees que sea bueno para Joyce? –Jerome duda.

- Es una buena persona, Al –comienza, buscando las palabras apropiadas–, estoy seguro que en cuanto las cosas sean menos problemáticas entre ustedes, será bueno para Joyce.

- ¿Y yo? –Pregunta, con cierto grado de vergüenza, Jerome sonríe con ternura y acaricia su mejilla antes de tomarla por el mentón para que levante la cabeza y lo vea.

- A eso he venido, –los ojos de Alexa se alegran– sé que nos habrías buscado en cualquier momento, pero no quería que mis palabras fueran un impedimento para que fuera pronto –Jerome la mira a los ojos por varios segundos– ¿Cómo va la lista de tus prioridades, algo ha cambiado o siguen siendo las mismas?

- Todo ha cambiado, –responde Alexa de inmediato, de manera realmente honesta– no sabes lo vacía que me siento, cada mañana me levanto y observo una foto de ustedes, lo único que desearía es poder cargarlo por unos instantes...

- Te creo, –la mira a los ojos– no vino conmigo, porque quería estar seguro de que no te marcharías de nuevo y lo que más deseo es que su vida esté llena de recuerdos felices, no sabía cómo te encontraría, cuáles serían tus prioridades o cómo iba tu vida si quiera, así que preferí tantear el terreno.

- Gracias, no pudo haber mejor persona que tú para ser parte de su vida –Jerome niega.

- Sabes que creo que tú también hubieras sido buena, pero ahora considero que después de todo lo que sucedió y todo lo que aprendiste, serás incluso mejor.

- ¿Por qué eres tan bueno? –Pregunta Alexa, tomando la mano de Jerome entre las suyas.

- Te quiero, Al, nunca dejaré de hacerlo –acaricia un poco su mejilla yluego deposita un beso en ella.

¿Quién es el jefe?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora