42. Italia IV

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- Hola –susurra Alexa, luego de entrar a la habitación del bebé y encontrar a Jerome en la mecedora, con el niño en brazos.

- Hola –responde él, sin despegar los ojos del pequeño que duerme plácidamente.

- Es tan pequeño, parece tan... frágil –vuelve a susurrar ella, mirándolo y acercándose lentamente, con total precaución.

- Es más resistente de lo que crees –Jerome la observa mirando a su hijo y está seguro de que lo logrará, de que podrá ser la madre que él jamás creyó que sería.

- ¿Eso crees? –Alexa sonríe sin quitarle la mirada de encima al pequeño– Es que, tú sabes, el mundo es tan estrepitoso, tan complejo y él es tan pequeño...

- Estoy seguro, sobre todo de que será tan persistente como tú y logrará todo lo que se proponga –Ella asiente y tira de una silla para sentarse junto a ellos.

- Si mi padre supiera –reflexiona de pronto la mujer.

- No entiendo por qué lo sigues manteniendo oculto –comenta Jerome, sabiendo perfectamente que su padre estaría encantado con su pequeño nieto.

- No digas nada, en algún momento dudé demasiado si lo mejor era ocultarlo, pero ahora creo que no pude tomar una mejor decisión –Jerome eleva los hombros, no reconoce las razones que llevan a Alexa a decir aquello y aunque se siente intrigado, no desea cuestionarla sobre ello.

- Es muy pequeño aún, estás a tiempo de llevarlo contigo... ahora que decidiste estar con Daven, estoy seguro de que está ansioso por conocerlo –Alexa aprieta los puños ante el comentario y asiente.

- Sí, seguramente en cuanto lo sepa, la idea de conocerlo lo volverá loco –miente Alexa, como si tuviera intenciones de que Daven se enterara de aquello.

- ¿Terminó su matrimonio con Elizabeth? –Alexa niega y busca la mentira adecuada.

- Lo hará en el momento adecuado –Jerome asiente, como si comprendiera la situación y mira por la ventana, mientras ella se aventura a acariciar el rostro del pequeño– ¿Cómo logras que el mundo no los toque, cómo evitar que algo les haga daño? –Pregunta después de varios segundos de silencio, sin dejar de observar al pequeño.

- Tu tarea no es evitar esa clase de cosas, sino prepararlos para cuando sucedan –Alexa mira a Jerome, recuerda que siempre tiene la respuesta correcta a la mayoría de sus cuestionamientos y sonríe.

- ¿Y cómo evito ser yo quien le haga daño? –Pregunta sin dejar de mirarlo, Jerome desvía la vista de la ventana para encontrarse con los ojos de ella.

- Eres su madre, siempre buscarás lo mejor para él...

- Pero no soy una buena persona, carezco de empatía... sobre todo soy un ser sumamente egoísta –Jerome niega.

- Al, hasta ahora has sido muy egoísta, es verdad, y únicamente te has centrado en tu carrera y la empresa de tu padre, pero me parece totalmente posible que puedas criar a tu hijo dejando de lado todo eso –Alexa no puede creer que él siga creyendo lo mejor de ella, a pesar del tiempo y todo lo que han pasado juntos–, además tendrás el apoyo de su padre –agrega ante la nula respuesta de la mujer y ella se limita a asentir.

- No debí ser tan dura contigo cuando supe lo de tu prometida... esposa –habla Alexa, luego de unos minutos de silencio en el que ambos se dedicaron a contemplar al bebé.

- No, yo debí ser honesto, dejar mis sentimientos y deseos de lado para contarte lo que estaba pasando...

- ¿La amas?

- Claro, -sentencia seguro– aprendí a amarla por su paciencia y su bondad, ha estado en mis peores momentos y siempre he de agradecerle.

- Me alegra que hayas encontrado a la mujer de tu vida, estoy segura de que podrás recuperarla en cuanto puedas volver a Francia –Jerome asiente, como si esa posibilidad no estuviera completamente fuera de cualquier plan que hubiera trazado luego de cancelar su boda.

¿Quién es el jefe?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora