38. Quédate

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- ¿Daven? –Lo llama, Alexa. Es su primer pensamiento por la mañana y no está segura si desear que no fuera un sueño es lo correcto. Mira alrededor en la habitación y no hay rastro alguno de él o lo sucedido aquella noche.

Se pone de pie y colocándose la bata que encuentra pulcramente doblada junto a su cama, se dirige a la ducha, tiene el tiempo justo para empacar e ir al aeropuerto, su vuelo fue programado un par de días antes que el de Daven, al menos ese era el plan inicial.

- ¿Alexa? –Daven se interna en la habitación después de un par de golpes a la puerta.

- ¿Qué haces aquí? –Pregunta ella, saliendo del baño, cubierta apenas por la bata– ¿no tienes una reunión con mi tío en 30 minutos? –Pregunta intentando parecer molesta.

- Solo quería estar seguro sobre esto... preguntarte nuevamente ¿Estás segura de que quieres destruir esa empresa? –Alexa se desconcierta y sentándose sobre la cama le dirige una mirada calma.

- Señor Jankovic, ¿está preguntándome si quiero destruir una empresa como las que usted ha destruido sin piedad antes? –La mirada calma se vuelve retadora y Alexa eleva una ceja al realizar la pregunta.

- Ninguna de ellas pertenecían a la familia de mi madre –aclara y justifica, él.

- Finalmente estará en las manos de quien siempre debió estar –él niega y mira en otra dirección cuando Alexa acerca el frasco de crema y toma un poco para untar sus piernas.

- Tu padre lo aprobaría sin dudarlo ¿cierto? –Pregunta Daven, dando un par de pasos en dirección opuesta. Ella se mantiene en silencio un par de segundos, preguntándose qué tan adecuada resultaría la honestidad.

- No... es por eso que lo estamos haciendo –Daven sonríe con ironía y vuelve la mirada a ella, para encontrarla observándolo.

- Lo haremos, porque es una gran oportunidad, no por venganza o para molestar a tu padre –aclara Daven.

- Lo haremos, porque joder al resto es lo que hacemos mejor ¿no es así? –La mirada de Alexa se enciende y él duda, ella se levanta de la cama y se acerca a él con calma fingida.

- Hay un par de cosas que hacemos mejor, señorita Koch –comenta Daven y tomándola por la nuca y la atrae hacía él, casi con desesperación.

- Debes irte, esto tiene que salir bien –dice ella, separándose y alisando las solapas del saco de Daven.

- Quédate –pide Daven, mirándola directo a los ojos y ella lo besa nuevamente.

- Debo volver, hay muchas cosas que hacer en la oficina...

- ¿Quieres volver? –Pregunta él, sin disminuir ni un poco la intensidad de su mirada.

- Sí –miente y él lo sabe–, tengo que arreglar un par de asuntos urgentes, mi padre desea ver un informe completo para el fin de semana y cualquier trámite para el fin del contrato de Jerome...

- ¿Así que se marcha?

- Al final tenías razón, no lo necesitábamos –aclara ella y Daven la mira, preguntándose qué fue lo que realmente sucedió entre ellos– no fue nada personal –intenta aclarar Alexa, como leyéndole la mente.

- Debo irme –avisa él, mirando su reloj– espero verte aquí después de la reunión, seguramente tendremos algo que celebrar –le dedica un guiño y sin pensarlo demasiado sale de la habitación.

- Definitivamente era mejor la idea de que hubiera sido un sueño –susurra en cuanto escucha que la puerta de cierra tras él– ¿cómo haré ahora para arrancarte mi empresa de las manos? –pregunta, recriminándose.

Empaca lo más rápido que puede y abandona el hotel en dirección al taxi que la espera para conducirla en dirección al aeropuerto. Esa última noche con Daven no abandona su cabeza y sabe que caer de nuevo, ha sido el peor error.

- ¿Qué se supone que voy a hacer contigo ahora? –Alexa susurra la pregunta y pierde la mirada por la ventanilla del jet privado.

La primera parada obligatoria después del vuelo es su apartamento, entra al elevador y mira su reloj, tiene un par de horas para dirigirse a la oficina y hacer lo que más le interesa en ese momento, evitar que Jerome pase un segundo más en lo que considera su empresa.

- ¿Qué carajos haces aquí? –suelta, perdiendo todo color de su rostro y encaminándose furiosa en su dirección.

- Tienes que escucharme –es la respuesta de Jerome, quien se retira un par de pasos, conociendo las intenciones de Alexa.

- Que estupidez –dice ella, parando su caminata furiosa para dejarse caer sobre el sofá y colocar las manos sobre su rostro con desesperación.

- Jamás quise dañarte...

- No me dañaste...

- Cariño...

- Deja de llamarme así ¿quieres? –Se mantiene con las manos sobre el rostro, intentando controlar su enojo.

- No la mencioné porque nunca creí que pudiera renacer algo entre tú y yo... por lo menos no después de la manera en que actuaste aquella noche en Canarias –Alexa respira profundamente.

- De acuerdo, ¿quieres que te disculpe? –Al fin lo mira– estás disculpado –agrega sin esperar respuesta.

- No quiero que las cosas terminen así entre nosotros –Alexa ríe sonora y actuadamente.

- ¿Qué propones? –Se levanta del sofá y se coloca frente a él– ¿Que sea tu amante? –Pregunta burlona– o no, ya sé, ya sé... ¡Tu madrina de bodas!

- Al, por favor...

- ¿Ya lo sabe? –Interroga furiosa– ¿Ya sabe que la engañaste conmigo? –Insiste ante el silencio de Jerome y él agacha la cabeza en señal de culpa.

- No –susurra y Alexa estrella las manos hechas puños contra su pecho.

- ¡Imbécil! –Grita atacándolo– ¡Imbécil! –Repite– ¡Hijo de puta! –comienzan a brotar lágrimas mientras golpea el pecho de Jerome y poco a poco se derrumba hasta llegar al suelo, acompañada de él– Pero ni siquiera sé que esperaba, ¿que la dejaras por mí? ¡Soy una idiota! –Dice, intentando evitar que el la rodeé con sus brazos.

- ¿Eso es lo que quieres, Al, lo que realmente quieres? –Pregunta él, sin alejarse de ella y su respuesta son un par de ligeros sollozos.

- Lo que quiero es que te vayas, que dejes de recordarme la clase de persona que puedo ser y simplemente me permitas volver a ser la perra sin corazón que siempre he sido sin ti –son sus palabras, cuando logra calmar un poco el llanto.

- ¿Me amas?

- ¿Qué importa cualquier cosa que sienta por ti? –Jerome niega.

- Siempre me importará.

- Vete Jerome, firma una puta carta de renuncia y vete...

- Alexa...

- ¡Vete!... ¿Qué necesito decirte para que te largues de una vez? ¿Que amo a Daven, que me lo folle todo el tiempo que estuvimos fuera, que es lo único que deseaba hacer desde que volví, a pesar tuyo? –Jerome pasa saliva y se aleja de ella.

- ¿Es verdad?

- Por supuesto que es verdad –sentencia ella, segura.

- Firmaré la renuncia, hablaré con tu padre y en una semana estaré fuera de tu vida...

- Es lo menos que puedes hacer...

- Es lo que deseas.

- Me estorbas –lo apuñala, de una cruel manera.

- Bien –susurra, alejándose en dirección a la puerta, pero se detiene de golpe y decide hablar– Sé que no te importa, pero me reprocharía cada momento si no lo dijera; yo nunca dejé de amarte. Y en algún momento cometí el error de intentar sacarte de mi cabeza con alguien más, ahora sé que es imposible... quisiera que me fuera tan fácil como lo fue para ti –dice lo último tomando la perilla de la puerta y sale sin esperar respuesta.

- ¡Estúpido! –Grita Alexa y lanza la lámpara que tiene a la mano endirección a la puerta –regresa, regresa, regresa –susurra después.

¿Quién es el jefe?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora