58. Todo está perdido

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- Buenos días –saluda Daven y se sienta frente a ella.

- Buenos días –responde Alexa, quien continua bebiendo agua y no se molesta si quiera en mirarlo.

La pobre Alexa, quien ha pasado unas semanas terribles, ha perdido más de 6 kg y sus ojeras son tan pronunciadas que debió cambiar su rutina de maquillaje y ni aun así logra ocultarlas por completo.

- Para mí, un café americano sin azúcar –pide él y la mira, esperando que haga lo mismo– ¿café? –Pregunta cuando Alexa insiste en mantener el silencio.

- No –responde seca.

- Dos whisky dobles, por favor –agrega Daven, aparentando que la actitud de Alexa lo amerita, el mesero asiente y se retira, sin borrar la sonrisa inicial de su rostro.

- ¿Entonces? –Pregunta ella, un par de minutos después, en los que Daven se dedica a observarla sin decir nada.

- ¿Qué quieres saber exactamente? –Daven se acerca un poco sobre la mesa y ella se retira de manera casi instintiva.

- Fuiste tú, quien insistió en esta reunión –dice ella y vuelve el vaso a sus labios.

- Claro, ya conoces mi propuesta... ¿cuáles son tus dudas? –Pregunta nuevamente, la sonrisa que se dibujó en sus labios al saludar no se ha eliminado– Me refiero a que, antes de firmar, debes conocer los detalles –mete el dedo en la llaga de Alexa y no se tienta el corazón para retorcerlo.

- Solo tengo una duda –Daven asiente, esperando– ¿Fuiste tú quien arruinó mi negocio con los escoceses y usaste a Amanda para obtener los detalles de mi propuesta? –Él no puede evitar soltar una risilla delatora.

- Creí que te importaría más lo que vas a firmar en nombre de lo que queda de tu empresa –ella lo observa fijamente– Por supuesto, fui yo –termina por confesar, ante el silencio de Alexa.

- Bien...

- ¿Bien? –Daven no puede creer lo buena actriz que sigue siendo, aparentando a la perfección que no desea ahogarlo.

- La junta ya decidió que tomarán tu oferta, sean cuales sean tus condiciones, así que nos vemos mañana, para formalizar todo frente a ellos –dice Alexa, sin permitir que sus sentimientos salgan a flote, se pone de pie.

- Alexa –Daven se levanta tras ella y tira de su brazo para detener su andar, el simple tacto de su mano con la piel desnuda de la mujer, sigue siendo tan electrizante y perturbador como siempre. Alexa gira, con las piernas apenas sosteniéndola y lo mira a la cara–, olvidas el borrador –justifica su arrebato.

- De acuerdo –es la respuesta de Alexa, tirando su brazo discretamente para evitar el tacto. Espera mientras él vuelve a la mesa y toma un folder de su maletín.

Daven le tiende el folder y dice– léelo y dime qué opinas –pide, sin soltar el papel.

- ¿Tendrás el control total de Koch Enterprices? –Cuestiona Alexa y él asiente, sin dejar de mirarla a los ojos.

- No tienes otra opción, todo está perdido para los Koch...

- ¿Vas a destruirnos? –Pregunta, sosteniéndole la mirada.

- No, Alexa, no soy tan idiota... ¿por qué no te sientas? –Daven señala en dirección a la mesa, donde ya han colocado el whisky sobre la mesa.

- De verdad espero que sea cierto eso, no vale la pena pisotear el nombre de mi familia cuando la cabeza que quieres es la mía –Daven sonríe.

- ¿Y la tengo? –Pregunta con sorna a lo que Alexa responde tirando del sobre y caminando en dirección a la salida– Sigues siendo jodidamente excitante, Alexa –susurra sonriente, mientras camina de vuelta a la mesa.

Alexa evita volver a la oficina, conduce en dirección a su apartamento y en cuanto entra lanza los papeles contra el suelo y comienza a llorar, por la empresa, porque sabe que perdió lo que tanto añoró, pero sobre todo porque es el cumpleaños de Joyce y ya no hay manera de que haya más claridad en que renunció a lo más importante de su vida, por algo a lo que se aferró sin sentido.

Después de un tiempo, busca por el suelo su bolso y saca presurosa el móvil, duda mucho antes de presionar llamar, pero finalmente toma el valor que tanto le había faltado los últimos meses y lo hace.

- Hola –susurra.

- Creí que nunca llamarías –es el saludo de Jerome.

- ¿Me odias? –Él tarda unos segundos en responder.

- No, claro que no, el odio es un sentimiento autodestructivo y lo sabes –dice él, mientras observa al niño caminar de un sofá a otro de la sala de estar.

- ¿Y él?

- Mientras pueda evitarlo, Joyce nunca experimentará el odio. –Alexa se queda en silencio– Fuimos a dar un paseo, entre las nanas le prepararon un lindo pastel y le cantamos la canción esa de cumpleaños que mi madre siempre nos cantaba. Es feliz, Alexa.

- ¿Fue una buena decisión? –Su tono se mezcla entre cuestionamiento y afirmación.

- La mejor que pudiste haber tomado, lo que hiciste fue muy bajo y al final me obligaste a darme cuenta de que tenías razón, sería muy cruel que una persona como tú arruinara a una criatura tan perfecta –las lágrimas recorren las mejillas de Alexa una tras otra, aún tenía la ligera esperanza de que Jerome no la viera de aquella manera.

- ¡Papá! –Se escucha de fondo y en la garganta de Alexa se forma un nudo de lágrimas.

- No puedo permitirte que le desees feliz cumpleaños, si al final vas a desaparecer de su vida, –dice Jerome, ante el silencio de la mujer– espero que me comprendas.

- Perdón por llamar –susurra Alexa, mientras los gritos en francés de aquella vocecita, de frases indescifrables siguen de fondo, luego cuelga sin esperar respuesta.

Se queda tirada en el suelo, apenas recargada en la parte posterior de uno de sus sofás, con la mirada fija en un punto de la pared que queda justo frente a ella y deja que las lágrimas sigan corriendo.

- ¡Ah! –Grita de pronto y en un intento de sacar todos los sentimientos que la atormentan, lanza el móvil con toda su fuerza contra el muro– ¿por qué? –Pregunta entre sollozos, conociendo perfectamente la respuesta.

Unas horas más tarde se encuentra tumbada sobre el sofá, con una botella de tequila en la mano. Su casa está hecha un desastre, cosas rotas y papeles regados por todo el piso, el teléfono no deja de sonar, al igual que los altavoces que reproducen una y otra vez la misma canción.

- ¿Qué? –Responde finalmente.

- ¿Señorita? –Pregunta Fred, un poco confundido, por el estridente sonido de la música.

- ¿Qué pasa Fred? –Alexa aligera un poco el tono, sin embargo es obvio lo tomada que está.

- Perdón por mi insistencia, pero sus tíos, los socios y Amanda no dejan de preguntar por usted... intenté comunicarme a su teléfono, pero parece apagado –Alexa respira profundamente.

- Manda un memo a todos los idiotas de la junta, en mayúsculas déjales saber que Daven irá mañana a firmar su estúpido contrato y a la traidora de Amanda, dile que está despedida –luego cuelga, sin darle tiempo al asistente de expresar su confusión.

¡Hola!

Gracias por todo el amor a la historia y  por sus comentarios <3, espero que estén muy bien. No olviden que les aprecio mucho ¡Abrazos!

¿Quién es el jefe?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora