1. Él

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¿Qué hace un cazador nato solo en un bar a la media noche, sin mirar a los costados buscando una presa? ¿De vez en cuando los hombres sienten la necesidad de que la frágil y delicada mujer llegue a ellos por cuenta propia?

- ¿Puedo? –Pregunta la linda rubia de largas piernas al atractivo hombre que pide la segunda ronda de su noche, que apenas comienza.

¿Es verdad que a veces el cazador necesita que la presa venga a él?

- Adelante –responde calmo, sintiendo como el perfume de esa mujer traspasa su burbuja, su espacio personal. Ella lo mira con quietud y se sienta justo a su lado, innegablemente le parece atractivo, desde el primer momento en que lo vio, con esa masculinidad que le brinda su condición física, sus facciones y la barba perfectamente cuidada.

- Un Collins –ordena ella, y observa la copa casi vacía de Daven, quien ni siquiera la ha mirado.

¿Cuánto tiempo crees que le tome a la presa llegar hasta el cazador?

- ¿No vas a ordenar otro trago? –Se atreve a preguntar ella, con esa dulce voz seductora que él sabe interpretar a la perfección, la sonrisa retorcida del hombre no se hace esperar, acaricia la boca de su vaso lentamente, sabe que la soledad no será su compañera esta noche.

- Esperaré a que termines el tuyo –pierde la mirada en su copa unos segundos, después, por fin, la mira. No le provoca demasiado, a pesar de ser tan hermosa.

- ¿Mi casa o la tuya? –Pregunta ella apurando el trago y sonriéndole de medio lado, Daven sonríe triunfal y la mira con cierto deseo. Deseo que le provoca la idea de lo fácil que fue sentarse en ese lugar y que ella llegara por cuenta propia.

- Vivo a unas cuadras –miente y después de pagar la cuenta, ambos dejan sus asientos.

Antes de abandonar su lugar, Daven mira a alguien, sentada en la otra orilla de la barra, levanta el sobrante de su trago, como brindando por algo y ambos hacen un movimiento de cabeza, él ha ganado la apuesta.

Bajan al estacionamiento y la rubia no puede dejar de observarlo, es alto, de cabello rubio cobrizo, de rostro duro, cejas pobladas, ojos grandes y poco expresivos; qué decir de sus labios, la perdición de más de una de las mujeres que han pasado por su vida... le da un vistazo de arriba abajo y sabe que no se arrepentirá de nada de lo que pueda suceder esta noche.

- ¿Vamos en tu auto? –Pregunta la mujer, él no puede sacarse la imagen de la morena que lo observó ganar esa apuesta sin sentido que ambos formularon unos minutos atrás, sus largas piernas, su exageradamente expresiva mirada, el hermoso tono de su piel...

- Tengo otra cosa en mente... –se sorprende diciendo y la rubia lo mira con desconcierto– debo volver arriba, lo siento.

No le da tiempo de responder, la abandona completamente confundida y decepcionada, preguntándose– ¿Qué carajos le sucede a éste? Desperdiciando la oportunidad de estar con una mujer como yo –Daven sube rápidamente los escalones de dos en dos, sabiendo perfectamente el rumbo de sus pensamientos.

- Vaya, vaya –sonríe satisfecha la morena de la barra al verlo regresar– así que el cazador abandona a la presa –susurra para sí, mientras Daven la busca entre la multitud de cuerpos sudados que traspasan cualquier barrera de lo púdico en la pista– ¿Qué sucedió? –pregunta cuando lo tiene frente a ella.

- La noche es joven, podemos divertirnos un rato... eso fue demasiado sencillo –el extraño juego parece excitarles a ambos, se dirigen una sonrisa cómplice y ella le señala que se siente cerca.

– Hombres, –piensa– siempre tras lo complicado –sonríe mentalmente, observa un poco más al hombre que acaba de conocer y ha arrastrado en uno de sus juegos para medir fuerzas o habilidades; siempre compitiendo contra ellos, segura de que ganará– No está tan mal, –medita– pero seguro es todo un galán moja bragas –rondan ideas por su mente cuando nota que una mujer parecida a la de antes se acerca a él– no lo puedo creer –susurra divertida y ansía observar el desarrollo de la escena.

Antes de darse cuenta de que otra rubia se dirige a ellos, él también la observa sin tener idea de lo que pretende, pero el pensamiento de competir con ella para ver quién consigue que una mujer u hombre se acerquen a ellos primero, le da cierta emoción a la noche, aunque su verdadero deseo es tenerla a ella.

- ¿Daven? –en cuanto escucha su nombre deja de mirar a la morena y gira, se da cuenta de que su intento por entrar a un lugar en el que ninguna persona lo reconociera ha sido completamente en vano.

- ¿Nos conocemos? –Su memoria no le ayuda demasiado, a pesar de seguir intentando repasar los rostros femeninos de su pasado.

El barman coloca en la barra un par de wiskis en las rocas y antes de responder cualquier cosa, la rubia bebe– creí que nuestra semana en Bahamas había sido memorable... ¿no fueron esas tus palabras? –Daven intenta aclarar la mente, pero ese par de copas no parecen ayudar y la lista de mujeres a las que llamó memorables, un par de años atrás, es larga.

- ¿Por qué no te sientas? –Intenta aparentar que ha recordado y de reojo observa a su nueva amiga, quien sigue mirando atenta, con una extraña sonrisa de satisfacción en el rostro.

- ¿En serio quieres jugar con dos a la vez? –Pregunta seductora la morena, acercándose al oído de Daven, después lo mira directo a los ojos– Te espero en el estacionamiento, cinco minutos para que te deshagas de ella... Aston Martin Vanquish negro –menciona el auto en que lo esperará y después se marcha a paso lento, sabiendo que él aún la observa. Llega hasta el estacionamiento y entra a su auto, mira tranquilamente en dirección a la puerta por donde deberá aparecer aquel hombre del que sólo conoce el nombre– ¿Sabes cuánto tiempo le toma a la presa llegar hasta el cazador? – pregunta, cuando él ha entrado al lugar del copiloto, ella sonríe triunfal y él, finalmente, cree que lo comprende todo.

- Menos de cinco minutos –responde derrotado, pero divertido, observando su reloj.

¿Quién es el jefe?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora