Es alta, de piel apiñonada, sonrisa seductora y ojos extremadamente expresivos, él no puede negar que su cuerpo es espectacular... la observa tendida sobre la cama del hotel que eligió para pasar la noche con él, con la sábana blanca cubriéndole apenas el muslo derecho. Podría describir la noche anterior como una de las mejores que tuvo en su vida, pero no lo aceptará ante la mujer que le ganó la pequeña apuesta sin sentido...
Ella abre los ojos lentamente y se encuentra con la imagen desnuda de Daven, muerde levemente el interior de su mejilla. Recuerda la noche anterior, en la que llegaron al hotel y sin palabrería alguna fueron directo a la habitación, rememora las increíbles caricias, sus masculinas manos levantándole con desesperación el vestido, esos hermosos labios recorriendo el interior de sus piernas y muslos; acepta que la sensación de esa barba sobre la sensible piel de sus pechos la volvió loca y más su lengua experta jugando y explorando cada parte de su cuerpo.
- Maldición –piensa, mirando el reloj de pared y salta de la cama.
- ¿Me dirás tu nombre? –pregunta él mientras la observa vestirse a toda prisa y sigue tendido sobre la cama.
- Así no funcionan las cosas, debí marcharme antes de que despertaras, –responde ella colocándose los tacones, va unos minutos tarde y no puede permitírselo. Aunque le gustaría repetir la experiencia– si tenemos suerte nos encontraremos en otro lugar, algún día –ambos se sonríen cómplices.
- Es mejor así –dice él, viéndola desaparecer por la puerta, después entra a la ducha, enlistando todo lo que, le corresponde hacer el resto del día en un tedioso trabajo que debió abandonar un par de años atrás.
Mientras tanto, volvamos a la morena que dejó a aquel hombre desnudo en la cama de un hotel, quien, ya en su apartamento se apresura a arreglarse el cabello sin perder de vista el reloj. Entra al auto que la espera y su chofer la dirige hasta la empresa principal de su familia.
- Reunión en 30 minutos, cena con su padre a las 6:50 en el club y el masajista espera a las 9:30 en su apartamento –la asistente novata apenas respira después de enlistar sus citas.
- ¿Mi padre estará en la reunión? –La mujer asiente. Y ella recuerda el disgusto que tuvo con él la tarde anterior, lo que la llevo a ese bar y a todo lo que pasó después.
- Sí, señorita –responde ante la mirada molesta de su jefa.
- ¿No es una mierda? Me refiero a que, todos saben que mi hermano es un incompetente que se la pasa de fiesta y aun así quieren dejar en sus manos la presidencia –la asistente, nerviosa, no sabe que responder, su jefa intimida a cualquiera y más en momentos de furia como este.
- Sí, señorita –responde de nuevo y Alexa comprende que no es momento para una charla sobre sus frustraciones.
- Retírate –ordena y después de dar un par de vueltas por la oficina que ya le parece pequeña, se sienta frente al ordenador.
Sigue haciendo el trabajo que se le ha encomendado y que le parece poco para sus habilidades y lo mucho que desea tener el puesto de su padre. Teclea velozmente, sin pensar en todo lo que ha pasado para que su familia, aparentemente, la respete lo suficiente, sin pensar en todo lo que se ha esforzado... y ni aun así logra que su padre vea cuan buena es.
- Es niña, las niñas son débiles por naturaleza –recuerda aquella conversación que escuchó cuando era pequeña, su madre intentando convencer a su padre de que podía vencer a cualquiera en artes marciales.
- Pero no sólo eso, las mujeres son débiles en general, en los negocios no hay sentimientos y las mujeres nacen sintiendo –repite en voz baja el resumen de su vida, después mira el reloj y se alisa la falda para ir a la reunión.
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¿Quién es el jefe?
RomanceAlexa Koch y Daven Jankovic, son un par de empresarios que cruzan sus caminos por azares del destino. Destino que ella maldice. porque él se ve obligado a colocarse a la cabeza del negocio al que ella le ha invertido su vida entera. ¿Será posible qu...