11. Mal hábito

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- Definitivamente era mejor cuando lo imaginaba arrancándome las bragas con los dientes y dándome el mejor sexo oral de mi vida –piensa Alexa, mientras lo observa explicar un par de situaciones que deben mejorarse en la empresa, con esa expresión de hombre sabio, su costoso traje italiano a la medida, que marca los lugares que debe marcar y esa corbata que resalta el color de sus ojos.

- [...] No sólo nos dará una imagen más filantrópica, sino que abrirá puertas al mercado de las energías verdes –termina Daven y todos los miembros de la junta parecen de acuerdo.

- Pensé que era la imagen que intentábamos evitar –comenta Alexa mirando directamente a Daven, a quien le encanta la idea de tenerla siempre cerca para cuestionarle cada paso que intenta dar.

- Lo que pretendemos evitar es la relación directa con hippies como Domènech, si eso es lo que pretende traer a la mesa, señorita Koch –es la fría respuesta de Daven.

- La incongruencia de sus pretensiones es lo que realmente me atormenta, señor Jankovic –Daven suelta aire con calma.

- Considero que la manera de llegar a obtener lo que pretendo es perfectamente adecuada, funcional y efectiva... si alguien más tiene algún argumento real, por favor, estoy ansioso por escucharlo –Charles le indica con una mirada a Alexa que detenga lo que está haciendo.

- El plan inicial de traer a Domènech es mucho más rápido, cambiará la imagen de la empresa de inmediato y nos haremos presentes en el mercado global en cuestión de meses –vuelve a hablar Alexa.

- Ustedes dos necesitan llegar a un acuerdo –suelta de la nada un tío de Alexa–. La mayoría estamos cansados de llegar aquí para escucharlos discutir incluso las situaciones más simples –agrega molesto y dejando su silla, completa– Me retiro.

- A mi oficina, señorita Koch –ordena Daven, el resto de hombres la mira, Charles sospecha que fue una mala jugada, ordenarle de aquella manera, delante del mismo hombre al que jamás obedeció: su padre.

Alexa mira a su padre y David ignora la manera en que lo hace, todos esperan que siga a Daven y ella se siente completamente abusada.

- ¿Qué pretendes usando ese tono conmigo? –Le recrimina de inmediato, al cerrar la puerta con furia detrás de ella.

- ¿Qué pretendes tú actuando como una niña caprichosa? –Responde recio Daven– Sí, Alexa, tengo tu dulce, –continúa mirándola directamente a los ojos y se acerca a ella, a tal distancia que Alexa se inunda del aroma a perfume costoso y logra sentir la tibieza de su aliento– aprende a lidiar con ello.

- Imbécil –Alexa levanta la mano para estrellarla contra la cara de Daven, pero él logra tomarla antes de que si quiera pueda tocarlo.

- En serio necesitas que alguien te enseñe modales ¿no? –la mira desafiándola y pasa su mano hacia la espalda de ella, con la otra mano Alexa intenta zafarse, pero es demasiado tarde, está acorralada entre el cuerpo de Daven y el escritorio.

- Ni lo pienses –suelta, como si no estuviera deseando que la besara como hace un par de meses que nadie lo hace. Daven vuelve a sus cabales y se da cuenta de que nuevamente se está dejando guiar por ese increíble deseo que siente por ella, la suelta lentamente y se aleja, dejándolos a ambos con unas enormes ganas de terminar en la cama.

- En serio quieres a Jerome Domènec ¿No? –Daven intenta comenzar una charla civilizada.

- Es la clave –responde ella, más calma, arreglándose un poco el vestido.

- Olvidas con quién estás trabajando –ella espera a que él continúe hablando–, no lo necesito.

- Jerome...

- Jerome es la clase de hombre con quien no quiero que se vea envuelto mi apellido. Sus valores no tienen nada que ver con nuestras empresas y lo sabes –ella intenta contener las ganas de dejarlo hablando solo.

- Que curioso que Jerome rechazara por años relacionarse con empresas como las nuestras por el mismo motivo –Daven niega.

- Es el típico idiota moja bragas que va por la vida consiguiendo mujeres y acrecentando su fama dentro de la farándula –Alexa lo mira con ironía y él la cuestiona con su expresión.

- Hablando de idiotas moja bragas... ¿te divertiste con Elisa anoche?

- No me compares con él –Alexa ríe.

- Jerome no es ni la mitad de lo que hablan de él los medios, si eso es lo que realmente te preocupa, Daven... él es la persona con valores más sólidos que he conocido en mi vida y te aseguro que jamás hubiera conseguido su disposición para trabajar con nosotros si no estuviera segura de que es lo mejor –Daven libera aire lentamente, ha trabajado cerca de dos meses con ella y cada día le parece un reto peor al anterior.

- No –dice recio, mirándola directamente a los ojos–, y es mi última palabra.

- ¿Quién carajo te crees para pretender que tu palabra es la única que realmente importa? –Pregunta ella, inclinándose sobre el escritorio, distrayéndolo un poco con la manera en que el escote de su blusa cae y deja a la vista parte de su bonito sostén de encaje.

- En dos días, el director ejecutivo –Alexa se reincorpora y lo mira, interiormente lo maldice de mil maneras.

- Quien diría que el que parecía todo un sumiso Daven aquella noche, terminaría siendo este egocéntrico, arrogante, mal parido cabrón –piensa la mujer, mientras se miran fijamente el uno al otro–. Si no fuera por mi padre...

- Si no fuera por tu padre ¿Qué? –Responde Daven retador, ella niega y se encamina a la salida.

Llega a su oficina y espera a que Frederick, quien entra detrás de ella, cierre la puerta, el muchacho le tiende una pila de documentos y ella observa la primera página.

- ¿Así que no estaba bromeando con lo de la nueva política? –Fred se mantiene en silencio– Imposible... no puedo creer que en serio mi padre le esté permitiendo hacer todo esto.

- Amanda la espera afuera –comenta el asistente y ella le señala con la mano que se retire.

- ¿Qué sucedió en esa sala de juntas? –Se interesa de inmediato su amiga.

- ¿Qué pretende? –Es la respuesta de Alexa.

- Alex, es obvio que iba a haber modificaciones, es un nuevo hombre al mando...

- No me refiero a él, sino a mi padre –la interrumpe.

- Ni idea...

- ¡Ah! –Descarga el estrés en un grito– Los detesto, mi padre con su jodida idea de castigarme por lo de David y el idiota de Daven... maldita sea, a veces sólo quisiera arrancarle la ropa y...

- Bueno, Alex, la mayoría aquí quisiéramos hacerlo –ríe Amanda.

- ¿Sabes qué es lo peor? –Amanda se queda en silencio– David tenía razón, arruiné las cosas para los dos, quiero decir, con mi hermano a la cabeza yo hubiera tenido el poder, sin absurdas discusiones, porque David podrá ser un idiota, pero siempre se ha dejado guiar por mí –se deja caer en el asiento–, pero Daven –rueda los ojos, en señal de impotencia–... creí que sería más sencillo cuando "acepté" que sería él al mando.

- ¿Más sencillo? –Se interesa su amiga– ¿En qué sentido? Si tiene fama de ser el mejor entre los mejores –Alexa respira profundamente.

- Debo admitir que creí que sería un poco más... -busca la palabra adecuada– manipulable.

- ¿Estamos hablando del mismo hombre? –Alexa sabe que no, Amanda habla del hombre de negocios y ella hace referencia al Daven que conoció en un bar y parecía todo, menos el cabrón que está siendo.

- Supongo que no... ¿por qué nunca antes supe de él? –expresa la pregunta que le rondaba la cabeza desde un par de días atrás.

- No es la clase de tipo público, supongo –ella asiente y se levanta para tomar la botella y ofrecerle una copa a su amiga– Últimamente bebes más temprano –se queja Amanda, negándose a compartir la copa.

- Últimamente tengo que adormecer las ganas de tirarme a Daven cada quelo veo –piensa Alexa y responde–. Sí, se está volviendo un mal hábito.

¿Quién es el jefe?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora