13. Cuántas copas

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- No te entiendo Alex, ¿cómo puedes odiarlo tanto? Es realmente encantador –comenta Amanda mientras Alexa se bebe de golpe su segunda copa.

- ¿Encantador? Dime que bromeas, Amanda, ¿acabas de llamarlo encantador? –Es la malhumorada respuesta de Alexa.

Han pasado un par de semanas desde su temperamental encuentro en la oficina de Daven, en las cuales no se han visto cara a cara, pero ella recibió un ultimátum de la junta acerca de sus actitudes para con el nuevo y aclamado CEO.

- Es un buen sujeto, Alex, además sé sincera, sus propuestas no son tan descabelladas, tienen sentido y parece que funcionarán –Alexa niega.

- Estas hablando de un montón de propuestas ya vistas, en ese hombre lo que sobra son pensamientos arcaicos, imposibles de separar de la manera tradicional de llevar una empresa vieja como lo son las de nuestros padres...

- No seas tan dura...

- Es tan tradicionalista y conservador... ¿sabes lo que dijo de Jerome? Que era un completo error mezclar nuestros apellidos con su imagen –vuelve a tomar todo el trago de golpe.

- Al menos te sacas de encima el peso de tener a Jerome cerca ¿No es eso lo que quieres? –Alexa pasa saliva y vuelve a llenar su vaso.

- Es una opción mucho más efectiva –es todo lo que puede decir, nunca ha logrado mentirle del todo bien a Amanda.

- ¿De tenerlo cerca nuevamente? –Niega.

- Tuve que ponerme a los pies de Jerome para conseguir que aceptara trabajar con nosotros, fui hasta Tenerife a humillarme delante de todos los que se percataron de que crucé palabra con él y ¿para qué? Para que el señor perfecto me abofeteé con un rotundo no –justifica su actitud y Amanda intenta comprenderlo.

- Eres una persona muy complicada, Alex –es la conclusión de Amanda.

- Complicada, caprichosa, egocéntrica, arrogante, pretenciosa... -enlista y vuelve a tomar de golpe–. Una perra sin corazón... ¿cómo es que me conocen? –Amanda se mantiene callada– ¡cierto, cierto! La reina de hielo...

- No seas tonta, sólo eres complicada –intenta bromear Amanda.

- Debimos ir a ese estúpido club y conseguir un latino, no quedarnos a beber en mi apartamento –dice y comienza a buscar en su agenda.

- ¿Qué haces? –Se interesa Amanda.

- Shh –la calla, mientras sigue buscando–, aquí está...

- ¿Qué cosa? –Amanda se acerca para enterarse de lo que sucede en la cabeza de su, cada vez más afectada por el alcohol, amiga.

- Masajes, Amanda, sólo necesito una llamada y me enviaran al latino sexy a casa –Amanda ríe.

- Deja eso...

- No, tu no vas a tener sexo conmigo ¿cierto?

- Alexa, basta, te estas comportando como una niña...

- ¿Debería ordenar uno o dos? –Amanda intenta quitarle el teléfono, siguiéndola por toda la habitación– ¿Te apetece un trío? –Ríe Alexa.

- Dame el teléfono Alex, no es un buen momento... -Alexa se tropieza con la parte baja de su cama, tira de Amanda y ambas quedan tendidas en el suelo, riéndose. Mientras la risa continua sus miradas se cruzan y Amanda se acerca hasta juntar sus delgados labios con los de una borracha Alexa, quien simplemente se deja guiar unos segundos.

- No... -se aleja Alexa y Amanda comienza a reír– definitivamente necesitamos un pene o dos –siguen riendo y vuelven a recostarse sobre la cama, sin decir demasiado.

- Debo irme –anuncia Amanda, varios minutos después.

- Quédate, no quiero estar sola –pide Alex, sin mirar a su amiga, acomodándose sobre la cama para dormir.

- Debo ir a donde mi abuela ¿recuerdas? –La mujer ebria asiente– te veré dentro de dos días, se una buena chica.

- Sí, mamá –suelta Alexa con ironía y Amanda palmea un par de veces su trasero como respuesta.

Alexa se pierde en el sueño por unos minutos, pero al despertar sigue con la idea de llamar a alguien de su lugar de masajes, ¿qué puede hacerse? Es su manera de lidiar con la tensión, el estrés y todas las cosas que pasaron durante la semana en la empresa, incluyendo a la junta amenazándola con restituirla si seguía interfiriendo con el trabajo de Daven.

- Necesito que me envíen a un masajista –dice, sin esperar si quiera que alguien en la otra línea salude–... Alexa Koch, tienen mis especificaciones y no olviden hacerlo firmar el contrato de confidencialidad.

- No conozco sus especificaciones, señorita Koch, pero algo me dice que podría llenarlas a la perfección –Alexa suelta el teléfono de golpe y se maldice mil veces por el error.

- Yo... -dice, luego de tomar el teléfono y estar a punto de colgar.

- Parece que se le han pasado las copas –comenta Daven.

- Me impresiona su instinto –dice Alexa, externando una sonrisa.

- Cuando tenía 20 estuve en Bali por varios meses, tengo un certificado que me acredita como masajista, no tan profesional –Ella ríe– ¿qué dice?

- Te aseguro que no hay otra cosa que desee más en este momento que meterte a mi cama, Daven...

- ¿Pero? –Se interesa él, ante el súbito silencio.

- Estoy muy ebria y me aterraría no arrepentirme por la mañana –él ríe.

- Permíteme invitarte una copa –Alexa niega, no puede creer hasta que nivel hormonal la afecta ese hombre, que incluso olvida que está en el puesto que le pertenece.

- Venga a mi apartamento, señor Jankovic, voy a mostrarle cuántas copas le son suficientes a una mujer para olvidar que alguien es un hijo de puta –Daven suelta una sonora carcajada y Alexa sonríe.

- Le propongo un trato, señorita Koch... uno más bien profesional...

- No, yo no "sólo duermo" con los hombres que pisan mi apartamento –dice Alexa con seguridad y él se mantiene en silencio por unos segundos.

- Entonces no dormiremos, pero aprenderemos cuántas copas nos toma dejar de ser unos hijos de puta para el otro –ella traga saliva y saca aire lentamente, como si en su estado de inconsciencia fuera capaz de discernir de una manera adecuada.

- Te enviaré el código por mensaje –es su respuesta, justo antes de colgar.

Daven está seguro de que es la peor decisión de esa semana, aun así entra al elevador y presiona el piso que corresponde al estacionamiento, en cuanto llega duda– tal vez deberías pensártelo un poco –se dice y su móvil suena en el momento en que decide dejar el elevador– Diga –responde y finalmente baja, pero no decide seguir hasta el auto.

- Estoy cenando con papá ¿quieres unirte? –es su hermana– Bueno, en realidad somos papá, Elizabeth y yo, ya sabes que la ama y es imposible que estando en la misma ciudad no se encuentren por lo menos una vez para cenar.

- Ali, no tienes por qué justificar la presencia de Elizabeth...

- Ella también quiere verte –agrega Alison y Daven respira pesadamente, una pila de recuerdos se revuelve en su interior hasta derrumbarse y presentarle todas aquellas imágenes que él creía haber eliminado.

- Veré qué puedo hacer, envíame la dirección del restaurante –Alisonsonríe ilusionada con una reunión familiar y enseguida cuelga para enviarle suubicación a Daven.

¿Quién es el jefe?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora