53. Deseo

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- Alexa Koch –se ve tensarse a la mujer, que disfrutaba de su segundo whisky de la noche, al escuchar su nombre en aquella voz.

Alexa gira, con el temor en los ojos y cada músculo de su cuerpo completamente tenso, ve a Daven rodearla y sentarse junto a ella, sin dejar de mirarla ni un segundo.

- ¿No dices nada? –Pregunta Daven, ante su silencio.

- No –titubea una pálida Alexa– ¿qué haces aquí? –Pregunta después, sin poder controlar las reacciones de sus intestinos.

- Un whisky doble, en las rocas –pide Daven–, que sean dos –corrige, cuando observa a Alexa beber hasta el último sorbo de su trago.

- No para mí –aclara Alexa, levantándose del banco, con toda la intención de abandonar la gala, pero aparentando la tranquilidad que no tiene. Daven pasa su mirada, sobre ella, lentamente de arriba abajo, mientras la mujer camina en dirección al baño, y desea que no siguiera pareciéndole tan hermosa, ve sus delicados pies, envueltos en unos tacones de delgadas tiras, el inicio de la abertura lateral de su vestido y su hermosa pierna derecha asomarse por ella, sigue subiendo y se pierde un poco en la manera en que el vestido se ciñe a sus caderas y el hermoso escote que le permite observar su bronceada espalda casi por completo.

- Maldita seas, Alexa –susurra, y se toma de golpe los dos tragos que había pedido. Luego, sin titubear avanza entre las personas en dirección al baño de damas.

Entra con la seguridad que lo caracteriza y recargado a un lado de la puerta espera a que salgan dos mujeres que se retocaban el maquillaje y se desconcertaron al verlo entrar, lo miran un par de segundos y terminan por marcharse, incómodas. Daven se cerciora de que únicamente se encuentre Alexa en los cubículos y después asegura la puerta, finalmente se recarga en el borde de la piedra que rodea los lavamanos y espera.

En el interior del cubículo, Alexa mira fijamente la manija de la pequeña puerta y montones de pensamientos rondan por su cabeza, jamás pensó que sentiría todo aquello en su interior al volverlo a ver, libre y tan cerca de ella.

- No seas idiota –se dice, mentalmente– ¿Cómo puedes sentir tanta atracción por él, después de tanto tiempo y sabiendo que te odia profundamente? –Se cuestiona– Tengo que irme –susurra tomando la manija de la puerta y abre la puerta de golpe.

- ¿Por qué, si esto apenas comienza? –La sobresalta la voz del hombre, quien habla en cuanto la puerta se abre.

- ¿Qué haces aquí? Es el baño de damas –Regaña Alexa, nerviosa, dando un par de pasos atrás, nuevamente al interior del cubículo, sus manos tiemblan y desearía que sus piernas fueran más fuertes.

- A ellas no les importa –dice él, mirándola fijamente– ¿Vas a quedarte ahí? –La cuestiona, al ver sus pocas intenciones de abandonar el cubículo.

- No, de hecho debo irme –alega, Alexa y sale directamente al lavamanos consiguiente al que tapa Daven con su cuerpo– ¡Daven! –Suelta, alterada, cuando en un movimiento Daven se coloca detrás de ella y la toma con la mano derecha por las caderas, hundiendo su cara en la curvatura de su cuello, para depositar un beso que hace temblar todo el cuerpo de Alexa, mientras su mano izquierda recorre hábilmente desde su vientre bajo hasta el cuello, de donde la toma con cierta agresividad, pero sin intención alguna de dañarla realmente.

- ¿Qué pasa? –Ríe él, cuando ella gira, completamente confundida, pero aparentando molestia y lo aleja a empujones.

- Sal de aquí –dice y aún temblorosa, señala la puerta.

- ¿Eso es lo que deseas? –Se acerca nuevamente y con un poco más de esa agresividad la toma por la barbilla, clavando sus dedos en las mejillas de la mujer– Porque tu cuerpo dice lo contrario –agrega, mientras su mano libre se desliza hasta uno de sus pechos y la besa, une sus labios a los de ella en un beso hambriento, lleno de deseo y desesperación.

Para Alexa es imposible no sentir, no puede evitar tener una revolución en su interior y que el deseo se incremente casi exponencialmente, tan solo de pensar que es Daven, quien la besa de esa manera.

- ¿Entonces te vas? –Cuestiona el hombre, parando el beso y las caricias de golpe y alejándose de ella, dejándola desear más– No recordaba cuán aburridas eran este tipo de galas –Agrega, después de que Alexa asintiera como respuesta y se girara hacia el espejo para inspeccionar el desastre que son sus labios.

- Lo son –responde ella, unos segundos después, sin mirarlo y agachando la mirada.

- ¿Qué pasa? –La toma delicadamente por la barbilla y hace que levante la cara hasta que sus ojos se encuentran. El corazón de ambos late a gran velocidad, mientras se miran a los ojos, pero en este momento ninguno lo aceptaría– Sigo siendo yo –comenta Daven, intentando que ella se relaje un poco.

- Eso es lo que me consterna –es la respuesta de Alexa y él le dedica una media sonrisa cómplice, para después, en un arranque, tirar de ella y unir sus labios nuevamente, esta vez la rodea con un brazo por la cintura y la levanta para sentarla sobre los lavamanos, no está dispuesto a detenerse una vez más, comienza a acariciar el interior de sus piernas, buscando desesperadamente la ropa interior de Alexa para hacerla a un lado.

- Me halagas –susurra a su oído, después de sentir la humedad en su entrepierna, y comienza a desatar su cinturón.

- No, Daven –Alexa reacciona de pronto, como dándose cuenta de lo que está dejando que suceda y con las manos temblorosas lo aleja de ella–, debo marcharme –dice, bajándose de un salto presurosa e intentando volver el vestido a su posición original.

- ¿Por lo que aún sientes o lo que temes sentir? –Cuestiona Daven, siguiéndola hasta la puerta, donde Alexa toma la perilla, pero no la gira.

- Tengo una cita con Amanda –es su respuesta y él la toma por el brazo para detenerla, atrayéndola de nuevo hacia él.

- Seguro comprenderá –susurra Daven, sobre sus labios y a ella le parece imposible no besarlo una vez más, con la pasión que ha sentido desde siempre.

Las manos de Daven, recorren ávidamente la espalda desnuda de la mujer, a quien guía hasta que queda pegada contra la pared, él toma la pierna que sale del vestido y la levanta hasta la altura de sus caderas.

- No puedo, Daven, no puedo –susurra Alexa, sin poder alejarse de él, sin siquiera intentarlo.

- ¿Está atorada? –Pregunta alguien desde el exterior, golpeando la puerta un par de veces.

- Pero lo deseas, sabes cuánto lo deseas –Daven ignora a la mujer que golpea y dice aquello a Alexa, para después morder con cierto aire salvaje su labio inferior, haciendo que ahogue un gemido.

- ¿Hola? ¿Señorita está atrapada? –Insiste la mujer– Traeré a mantenimiento –amenaza después.

¿Quién es el jefe?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora