Era la típica historia cliché, dos adolescentes, el era de otro país e iba a vivir a la casa de ella por un intercambio. Todo fue tan rápido y extraño, Elizabeth jamás imaginaría que Jughead sería la primera persona en la que confiaría de nuevo lueg...
La rubia tiraba su teléfono sobre su estómago. Acaba de terminar de hablar con Jacob, quien había tenido un gran día en la universidad.
Suspiró mientras David acariciaba su cabello aún así sin dejar de hablar con Jessica, la cual también estaba sentada en el sofá de la casa.
Ambos chicos la miraron. —¿Está todo bien? —Jessica se atrevió a preguntar.
—Si, algo así. —dijo aún perdida en sus pensamientos.
—Oye, no me malinterpretes, sé que el no es el centro del universo, pero... ¿peleaste con Jughead?
La chica hizo una mueca —no, no peleamos, solo... no hablamos hace días y me preocupa. —hizo un silencio. —no tengo ganas de hablar con el. Pero tampoco estoy enojada. Supongo que es normal entre las parejas de distancia.
Y si, estaba tratando de auto convencerse.
—Yo he hablado con el esta mañana. Esta mejor. —soltó la otra rubia sin saber que podría empeorar la situación, no lo había hecho de mala intención.
Pues si, el habia estado conectado en la mañana con su mejor amiga, y también había notado el mensaje de Betty... pero por alguna razón, no había querido entrar a su chat.
Los días habían comenzado a ser más cortos, pasaban muy rápido. Mientras que su comunicación se desvanecía.
Era extraño, Betty había notado como jamás había perdido conexión con Jacob, hablaban cada día, cada tarde, cada noche. Se mantenían al tanto.
En cambio, con Jughead no hablaba por días, quizás aveces el la llamaba, pero todo se había esfumado.
Ninguno estaba contento con aquello, les dolía, pero tenían cierto desinterés por el otro.
No habían dejado de amarse, ni de sentir cosas, mucho menos Jughead. Jughead había pensado más en hablarle que ella, sin dudas.
Pero estaban tomándose un tiempo sin siquiera acordarlo, y ninguno sabía si eso sería algo bueno o malo.
Estos últimos días habían sido agotadores para ambos, pero no lograban notar la falta que les hacía el otro.
Betty, por su parte estaba pasando un momento muy diferente, distinto y extraño para ella. En estos momentos se podría decir que... Betty Cooper tenía amigas mujeres.
Había comenzado un lindo vínculo con la mayoría de sus compañeras de trabajo. El hecho de verlas todos los días y compartir momentos había ocacionado que ella les tome cierto cariño, y estas también.
Había salido a fiestas con ellas, a cenar, habían ido a su casa. Era divertido, ya había olvidado como se sentía tener amigas cerca.
—¿Entonces no nos presentaras al famosísimo Jughead? —una de sus amigas rió. Estaban todas en un restaurante informal, habían decidido ir a cenar en celebración por uno de los logros de las chicas.
—Cuando las cosas vallan mejor, supongo. —se encogió de hombros.
—¿Realmente no hablan? —preguntó Sara, esta era la más cercana a la rubia.
—No, osea... si. Hablamos cada unos tres días, pero son conversaciones tontas, "¿como estás?" "Bien, ¿tú?" "Bien, me alegro de que estés bien" —suspiró.
—No te pongas mal, todo estará bien.— Sara sonrió, poniendo una mano en su muslo cariñosamente en modo de compasión.
—Supongo que debo hablar con esto de el. —Betty hizo una mueca, sin saber que hacer.
—¿Pero aún sientes lo mismo? —Andrea habló. —ellas definitivamente no eran las más cercanas.
—Claro que sí, es solo que... es extraño. Las cosas no están funcionando, es como si no hubiera "química" —esto último lo dijo como en forma de pregunta.
—No sé si es tan normal. —soltó Molly, quien no había dicho nada aún. —es decir, jamás he estado en una relacion a distancia, pero... no es normal que nunca se hablen, algo pasa. —esta no había querido sonar mal, lo había hecho de buena forma.
La rubia se encogió de hombros, sin saber que hacer ni decir.
Por otra parte, Jughead contenía sus lágrimas en la sala de espera. Había ido a ver a su abuela, habían pasado toda la tarde juntos. Esta se había dormido ya que era de madrugada, pero... había comenzado a convulsionar a su lado, no sabía que hacer. Rápidamente llamó a los doctores, los cuales lo sacaron de la sala lo más rápido posible.
Más de veinte minutos habían pasado, y seguía sin saber nada de ella, nadie había salido de la sala, y eso lo estaba volviendo loco.
Tomó su teléfono para llamar a Jessica
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