Era la típica historia cliché, dos adolescentes, el era de otro país e iba a vivir a la casa de ella por un intercambio. Todo fue tan rápido y extraño, Elizabeth jamás imaginaría que Jughead sería la primera persona en la que confiaría de nuevo lueg...
Minutos más tarde, ambos se separaron del beso, pero ella no se bajó de su regazo, y ambos se sonrieron, el no quitaba su mano de el muslo de la chica, y ella tenía sus brazos rodeando los hombros del chico.
—¿Te gusta España? —soltó la rubia.
El asintió, y comenzó a acariciar su muslo. —si, es realmente lindo.
—Algúndía me gustaría ir,nuevamente.—confesó.
—¿Hace cuantosaños no vas?— se atrevió a preguntar este.
Esta hizo una mueca, como si pensara. —no lo recuerdo, pero era muy chiquita.
—Muero por ver una foto de ti cuando niña. —dijo divertido.
Ella rió. —era realmente tierna. Creo que en mi teléfono tengo alguna.
La rubia se bajó se su regazo y se acercó a su mochila la cual tenía a un lado, para tomar su teléfono, mientras que el observaba cada uno de sus movimientos con una sonrisa.
—Mira. —esta le extendió su teléfono, mostrándole una foto vieja, de cuando era una niña.
Jughead sonrió con ternura.—eras realmente tierna, y muy linda. —halago.
Esta le sonrió, volviendo a ver su celular, cuando le llegó una notificación de su hermano.
—Betty, ¿estáscon Jughead?
Ella se mordió el labio y escribió. —Si, estoy con el.
—Avisame cuando regresen.
—Lo haré.
—¿Paso algo? —pregunto extrañado el pelinegro.
—No, no pasó nada. —negó esta apagando su teléfono, volviéndolo a colocar en su mochila. —era Jacob preguntando si estaba contigo.
—Oh.
Se miraron fijamente por unos segundos hasta que el habló. —¿porque te corriste? —preguntó haciendo referencia a sus piernas.
Esta abrió su boca. —eres una mal pensada. —soltó Jughead.
Ella rió,colocándose otra vez en su regazo. —ya, de igual forma podrías calmar tus hormonas.
—Es solo,que adoro tenerte serca, frente mío. Con tu sonrisa y tu pelo rubio.
Betty se sonrojó, algo que fue muy evidente. —¿cuando dejarás de sonrojarte porque te digo algo lindo?
—Cuando me acostumbré a oírte decirme algo lindo. —contestó con una sonrisa.
El rió, y se acercó a ella, poniendo sus manos en su cadera y muslo, para asídepositar un pequeño beso en sus labios.
Ella sonrió, y repitió la acción, solo que esta colocó sus manos en el cabello de este.
Entre besos, caricias, risas y charlas se les paso el tiempo. Literalmente eran las 15:30pm. La hora del almuerzo había pasado, definitivamente.
—¿No tienes hambre? —preguntó la ojiverde separándose de el beso.
—Sabes, ahora que lo dices... si. —aseguró.
—¿Que hora es? —soltó esta bajándose de su regazo, en busca de su teléfono. —¡son las tres de la tarde!
El pelinegro abriósus ojos. —¿que? —rió.
Betty se levantó, al igual que el. —¿vamos a comer a algún lugar? —preguntó esta, tomando su mochila.
—Claro.
Y así, ambos caminaron otra vez a la civilización, a la ciudad.
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