82. Universidad

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Me desperté al sentir un cuerpo moviéndose al lado mío. Al principio no le di mucha importancia pero al sentir sus frías manos sobre mi piel me desperté por completo con un quejido.

—Bogdan...¿qué haces...?— Boggi se había escabullido con cuidado a mi cama. Habíamos quedado que el dormía en el colchón inflable porque la cama era algo chica para los dos.

Boggi gruñó y me abrazó. —Tengo frío...y ese colchón está más incómodo que una roca.—dijo bostezando. Solté una risita y lo abracé de vuelta, casi al instante volvió a dormirse, suspiré. Ya no me iba a poder dormir.

Voltee de reojo a ver el reloj de mesa y vi que eran las seis de la mañana. Mierda, es muy temprano. Estuve mucho tiempo solo viendo el techo mientras le acariciaba el pelo a mi ruso, peinándolo con mis dedos y entrelazándolos en el.

Cuando estaban a punto de dar las siete me di cuenta que no tenía caso seguir en la cama. Le dejé un beso en la frente a Boggi y con mucho cuidado me levanté. —Voy al baño.— dije en un susurro, aunque no estoy segura de si me ha oído o no.

Aún así, no fui al baño. Salí del cuarto y me sorprendió un poco el ver que nadie hubiera despertado aún, al parecer no son muy madrugadores que digamos. Sonreí, mucho mejor para mi.

Baje con cuidado y me dirigí a la cocina. Pensé en tomar algo para comer pero de seguro desayunamos todos juntos en un par de horas así que esa dejo de ser una opción. Sin más, tome un vaso y me serví jugo de naranja.

Me di cuenta de que estaba haciendo mucho ruido así que decidí salir de la casa para no despertar a nadie. Boggi vivía en una especie de vecindario, casi privada. Las casas eran iguales aunque todas tenían su toque y había gente haciendo ejercicio, algunos corriendo y otros solo caminando solos o con sus perros.

Me senté en la banqueta, no me molestaba en lo absoluto sentarme en el suelo. Lo único que quería es que el tiempo avanzara. Me regañe por no traer mi celular, no tenía música para distraerme ni nada.

Estaba teniendo una pelea en mi mente sobre si ir o no por mi celular cuando un perro se me acercó, era muy grande y venía prácticamente corriendo hacia mi. De no ser porque amo a los perros me habría puesto a gritar como loca.

—¡Loki!— un chico gritó a lo lejos, venía en una patineta. El perro, Loki, un labrador color miel precioso no paraba de olfatearme y jugar conmigo. Me empecé a reír y lo acaricié, no parecía ser peligroso en lo absoluto.

—Loki, hombre, deja a la chica por dios.— Me empecé a reír un poco más y negué con la cabeza. —No pasa nada, eres una preciosura Loki, ¿o no?— dije mientras acariciaba a Loki. —Si, si lo eres.— le di un beso en la frente y Loki empezó a menear la cola, se le veía feliz.

El chico sonrió y se rascó la parte trasera de su cuello apenado. —¿Eres nueva? En el vecindario, digo.— Volteé hacia arriba y me di cuenta de que por el sol no podía verlo bien.

Me puse una mano arriba de mis ojos para que el sol no me molestará tanto. —Hmm, no, estoy de visita. Este...¿podrías..?— le hice una seña y el chico entendió.

—Claro...a ver...— se sentó a lado mío y al fin lo pude observar mejor. Alto por lo que había visto, de piel oscura y pelo rizado oscuro también. —Me llamo David. Este es Loki pero creo que ya lo sabías.— dijo acariciando al perro que se había sentado a lado de nosotros.

Sonreí y asentí. —Me llamo María.— David tomó un palito de madera que había por ahí y lo lanzó. Loki salió corriendo detrás de él.

—Esta es la casa de los Gnatovich. ¿Los conoces?— Loki regresó con el palito y David lo tomó y me apunto con el.

Amor desde España | JustboggiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora