38. Pelea

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Me quite lentamente los lentes de sol y nuestros ojos se encontraron.

Nos sostuvimos la mirada por unos segundos. Vi como si mirada se desviaba a mi maleta que estaba a un lado. Me limite a bajar la vista apenada.

Quería salir de ahí. Pero era imposible, ya me había visto.

Boggi se levantó y se acercó a mi.

—Maria...— Se sentó lentamente a lado mío en la banca dejando un espacio entre nosotros.

—Hola...—Un silencio incomodo lleno el aire.

—Regresaste.— Asentí lentamente.

—Si...vengo a tomar mis cosas para luego irme de regreso.

Pude ver como agachaba la cabeza un poco.

—Boggi...¿Qué haces aquí?— Traté de no sonar grosera. Solo quería saber a donde iba esta conversación.

—Yo...no lo sé.— Nos quedamos en silencio un rato. Boggi me volteó a ver queriendo preguntarme algo.

—¿Por qué...? ¿Por qué lo hiciste?— Sentí como mi corazón dio un vuelco. No quería hablar de eso, pero se merecía una explicación.

—Necesito saberlo. ¿Por qué el?— No sabía que responderle.

—Boggi yo...fue sólo un error. No tienes idea de cuando lo siento.

—Confié en ti. Cre-creí que yo te gustaba.— Su voz cada vez se iba apagando más. No soportaba verlo así.

—Boggi si me gustabas. Si me gustas. No tienes idea de cuanto...

—¿Al menos te arrepientes?— Sentí como un nudo se iba formando en mi garganta.

Boggi me miraba a los ojos, esperando una respuesta. No sabía que decirle.

—Yo...me arrepiento de haberte causado daño, de haberte lastimado de esta manera.— Boggi apartó la vista. Sus ojos empezaban a llenarse de lágrimas. No era la respuesta que estaba esperando oír.

—Boggi lo siento muchísimo. Se que no puedo cambiar lo he hecho, pero quiero que sepas que de verdad lo siento.— Mis ojos se empezaron a poner llorosos.

—Solamente no lo entiendo...

—Perdóname.— Me levante de la banca con lágrimas bajando por mis mejillas.

Iba a tomar mi maleta para irme cuando sentí como me agarró de la mano y me daba la vuelta.

Ahora lo tenía enfrente mío. Se acercó a mi, cortando mas la distancia que nos separaba.

—¿Fue tu primero?— Me tomo desprevenida. No quería causarle más daño, pero no podía mentirle.

Boggi estaba esperando una respuesta. Asentí lentamente. —Si...si lo fue.— Agache la cabeza avergonzada.

Vi como su cuerpo se tensó y se alejó de mi. Lágrimas caían sobre sus ojos.

—Boggi por favor...— Negó con la cabeza y se alejó.

Dio media vuelta y se fue. Me volvió a dejar sola. No. No me iba a suceder lo mismo. Sabía a dónde iba.

Corrí a mi apartamento y dejé las cosas ahí. Regrese a la plaza, y me subí al Uber que había pedido hace un momento. Le di la dirección de la casa de los gemelos.

Llegué justo a tiempo.

La puerta estaba abierta y al entrar a la sala pude ver a Boggi sujetando a Emilio contra la pared. La cara de Emilio tenía sangre. Ya le había pegado.

Iván estaba tratando de separar a Boggi de Emilio. Jimena solo trataba de calmar a Boggi.

—¡Cállate que tú sabías puta madre!—Boggi le gritó a Iván y después lo empujó para regresar su atención a Emilio.

—¡Confíe en ti joder! ¡Eras mi hermano!— Boggi separo a Emilio de la pared y lo tiro al suelo. Le empezó a dar puñetazos en la cara.

Me dio miedo. Este no era el Boggi que yo conocía. No nos escuchaba, seguía pegándole a Emilio. No parecía importarle. Realmente le quería hacer daño.

—¡Boggi para! ¡Boggi mírame!— Boggi se sorprendió al escuchar mi voz y levantó su vista. Nuestros ojos llenos de lágrimas se encontraron una vez más.

Iván y Jimena también voltearon a verme. Estaban tan absortos viendo lo que estaba sucediendo que no se habían dado cuenta que yo acababa de llegar.

Boggi seguía sujetando a Emilio de la camisa. Lo empujó y lo soltó. Se separo de él y sin hacer ningún caso a nuestros gritos llamándole salió de la casa.

Aunque ahorita eso era lo que menos me importaba. Corrí hacia Emilio. Estaba sangrando, Boggi se había desquitado peor de lo que había imaginado.

—Dios mío Emilio, tranquilo.— Ayude a Iván y juntos llevamos a Emilio a la sala. Lo recostamos en el sofá.

Iván me miraba sorprendido. —¿Maria qué haces aquí?

Voltee a ver a Iván. —Acabo de regresar de México.

Jimena llegó con un botiquín de primeros auxilios. Me lo tiró de manera brusca.

Alce mi mirada para verla. —¿Disculpa?

Jimena rodó los ojos mientras me miraba con un toque de enojo y desprecio en sus ojos.

—Me voy, supongo que Emilio va a disfrutar muy bien su...NUEVA compañía.— Mi corazón se detuvo. Jimena sabía.

Iván se le quedó viendo a Jimena mientras esta salía de la casa y desaparecía de nuestra vista.

Ayudamos a Emilio y lo curamos lo mejor que pudimos. Al final se veía mucho mejor.

—¿Estoy alucinando o esta es Maria?— Le sonreí.

—Si, si soy yo.— Emilio trato de dedicarme una sonrisa pero debido a los golpes en su cara solo logro hacer una media mueca.

—Voy a hacer café.— Iván se levantó dejándonos solos en la sala.

—Emilio...yo lo siento mucho. Todo esto es mi culpa.— Emilio negó con la cabeza.

—No es cierto, es la mía. Tranquila.

—Lamentó haberle dicho a Boggi...yo no medí las consecuencias.

Emilio asintió pero se encogió de hombros. —Mira fue lo correcto, tarde o temprano se iba a enterar ¿Sabes?

Asentí y le tome la mano. —De verdad siento que te haya tocado la peor parte.

—Nah, apenas y me dolió.— Dejamos escapar una leve risa. Emilio se quejó un poco del dolor.

—¡Listo! Aquí están los cafés.— Iván nos tendió unas tazas mientras se sentaba en el suelo enfrente de nosotros. Su mirada se dirigió a nuestras manos que seguían entrelazadas.

Rápidamente quite mi mano de la suya y tome el café que me estaba ofreciendo.

Tomamos nuestros cafés en silencio. Nadie decía nada. No era un silencio incomodo. Era un silencio reconfortante.

Aún así, tenía que saber que había sucedido todo este tiempo que yo no estuve con ellos.

—Chicos..¿Qué pasó?

Iván alzó su vista y le dio un sorbo a su café. Emilio sólo cerró los ojos y recargó su cabeza en el sofá. Recordando todo lo que había sucedido estas últimas semanas.

Iván regresó su mirada a mi.

—Por donde empiezo...

Amor desde España | JustboggiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora