29. Centro Comercial

1.2K 89 11
                                    

Estábamos desayunando en una cafetería en la Ciudad de México. Era linda, pero no tanto como la mía en España.

—Bueno hoy vamos a ir al centro comercial, ¡Necesito ropa!— Jimena estaba emocionada, más emocionada de lo normal.

Emilio la volteó a ver. —Buena idea, sirve y compramos ropa mexicana eh mi guate.

—¡Yo quiero un sombrero!— Le sonreí a Iván divertida. Sus repentinas ocurrencias siempre me causaban una sonrisa.

—¿Un sombrero Iván?— Empezó a asentir feliz.

—Sip, un sombrero grande, mexicano, como los de la tele.

Sacudí mi cabeza. —Hey chico que no todo lo que ves en la tele es cierto.

Boggi se empezó a reír. —Si que es verdad, ¿Ves como los mexicanos no andan a caballo?

Todos nos empezamos a reír, Iván se había sorprendido cuando al llegar, vio que nadie andaba a caballo por las calles.

Iván bufó con una sonrisa en sus labios. —Aún así quiero mi sombrero.

Terminamos de desayunar y nos dirigimos al centro comercial más cercano. Era grande y tenía muchas tiendas, si nos lo proponíamos podíamos hasta perdernos en el.

Decidimos separarnos. Los gemelos seguían a Jimena y Boggi y yo seguimos caminando en otra dirección.

Empezamos a ver varias tiendas, Boggi logró encontrar unas camisas y unas hoodies que le quedaban muy bien.

—¿Esta...o esta?— Le mostraba a Boggi dos blusas muy bonitas, no sabía cuál elegir. Ambas me gustaban demasiado.

—Mmm cualquiera, en las dos te verías preciosa.— Se acercó y puso sus manos en mi cintura, sonriéndome y pegándome más a él.

Me deje jalar y le di un beso. Un beso tierno que poco a poco pareció ir subiendo de nivel.

Empecé a reír nerviosa. —Boggi estamos en un lugar público.— podía sentir como el calor subía a mis mejillas.

Boggi me miro a los ojos y luego bajo su mirada a mis labios.

Lo noté y me mordí levemente mi labio inferior. Jugando con el.

Boggi miro discretamente alrededor de la tienda y me tendió la mano. —Ven.

Me jalo y me llevó a los probadores. Yo no podía contener la risa.

—¿Boggi qué haces?— Boggi me empujo levemente hacia el probador mientras se reía travieso.

Me puso un dedo sobre mis labios. —No puedes hacer eso. No puedes hacer eso y esperar que yo no haga esto.

Me puso contra la pared y me empezó a besar apasionadamente, le seguí el beso, dándole acceso a mi boca. Boggi ladeó su cabeza hacia un lado y profundizó el beso aún más, se sentía increíblemente bien.

Comenzó a bajar sus besos a mi cuello. Cerré los ojos hechando mi cabeza hacia atrás, para así darle más acceso a mi cuello. No pude evitar soltar un pequeño gemido.

—Mmm...Boggi...— Se acercó a mi oído.

—Nena no queremos que nadie nos escuche.

Lo dijo de una manera increíble. Sinceramente, no se que es lo que este hombre provoca en mi de verdad, tal vez es la manera en la que me habla con su voz lenta y ronca, o la forma en la que me toca con sus manos, pero siempre logra volverme loca.

Asentí entre respiraciones agitadas y continuamos el beso. Para este punto los dos ya estábamos bastante excitados.

Boggi me tocaba de una manera increíble. Ambos sacábamos pequeños jadeos sobre la boca del otro. Nuestras respiraciones se aceleraban, dejándonos llevar por el momento.

De repente Boggi se frenó. —No tienes idea de cuánto quiero hacerte mía aquí y ahora.

Sentí como el calor subía a mis mejillas, tanto por el calor que de repente había en el pequeño probador y por la timidez que de repente me había llegado.

—Pero no quiero que sea así. Al menos no nuestra primera vez juntos.

Le sonreí tiernamente. —Te entiendo, pero idiota, ahora me dejaste con las ganas.

Nos empezamos a reír levemente. Le pase mis brazos sobre sus hombros y lo atraje hacia mi.

Nos besamos por ultima vez. Le acomodé su pelo y su playera mientras sonreía encantada con la situación.

Boggi se reía nervioso. —Vale hermosa, vamos a buscar a los demás.

Puse una mano en su pecho. — Pero hey tú y yo no hemos terminado eh.— Boggi se sonrojó.

—Lo sé guapa, lo sé.— Se acercó a mi oído.

—Pronto.— Me dio un suave beso en la mejilla.

Asentí y le tome la mano, entrelazando nuestros dedos.

Salimos del probador y de la tienda buscando a los chicos.

Caminamos un buen rato hasta que divisamos a lo lejos dos figuras altas idénticas siguiendo a una tercera chaparra y morena.

Alcanzamos a Iván y a Emilio. Se veían cansados.

—Pero tío ¿Por qué esas caras?— Los gemelos nos voltearon a ver con sarcasmo y nos mostraron la gran cantidad de bolsas que traían en las manos.

—Oigan pero si es demasiado, creí que solo querían alguna cosas.— Estaba sorprendía por la cantidad de cosas que habían comprado.

—Pregúntale a Emilio. Hermano cuéntanos.

Emilio bufo. —Jimena nos trae de tienda en tienda comprando todo lo que toca. Se ha gastado como 20 mil pesos ya seguro.

Boggi y yo los mirábamos sorprendidos. Iván asentía mientras se reía.

—Pero es que es seguro. Además, parece que no piensa parar pronto.

Jimena se acercó a nosotros emocionada con otra bolsa en las manos.

—¡Listo! Por cierto, ¿Qué quieren hacer ahora?

Todos nos encogimos de hombros, luego a Emilio se le iluminaron los ojos.

—Oigan tengo una idea y quería ver que opinan al respecto.

Nos acercamos a unas mesitas que había en el centro comercial para descansar y esperamos a que Emilio hablara.

—Bueno, que me dan ganas de ir a la playa.

Alce una ceja. —Emilio...no se si no te has dado cuenta pero aquí no hay playas, estamos en el centro del país.

—Sisi lo sé, precisamente eso. ¡Vamos a la playa!

Iván sonreí de oreja a oreja. —Yo me apunto. Extraño el mar.

Jimena también asentía emocionada.

—Podríamos comprar boletos a Cancún y pasar una semana en la playa si quieren.— Hice una mueca casi indivisible.

Boggi me volteó a ver y me dedicó una sonrisa, se la devolví y voltee a ver a Emilio.

—Ya está, también me apunto a la playa.— Trate de decirlo de la forma más segura posible, no quería que nadie sospechara.

Boggi me hizo coro tomándome de la mano. —Pues entonces yo también tío. ¡Que amo la playa!

Después de pensar bien el plan y como nos íbamos a organizar, compramos los boletos a Cancún.

Anduvimos un rato más en la plaza, comimos, platicamos, y por supuesto que no dejamos a Jimena comprar más ropa.

Yo no decía nada, pero en el fondo estaba preocupada. Mi familia y amigos...todos viven en Cancún.

Por el momento aleje todos esos pensamientos de mi cabeza. No quería pensar en eso. No quería pensar en todo lo que se venía.

Porque seguro no es nada bueno.

Amor desde España | JustboggiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora