17. Amigas

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Me arreglé lo suficiente como para al menos estar decente y baje lo más rápido que pude a la cocina. Estaban todos abajo preparando el desayuno/comida.

Fue entonces cuando vi dos caras desconocidas y un leve murmullo al cual no estaba acostumbrada.

Habían dos chicas hablando y riendo con Iván y Emilio. Boggi estaba cocinando algo en la estufa, cuando me escuchó bajar las escaleras, alzo la vista, me vio y se acercó a mi.

—Maria estas son Sara y Violeta. Unas amigas.

—Buenos días, bueno tardes ya.— dije riendo un poco. Me acerqué y ellas me dedicaron una sonrisa.

—Tu debes ser Maria ¿No? Encantada soy Violeta.— la chica llamada Violeta se recargó colocando sus codos en la barra de la cocina y apoyando su cabeza en sus manos.

Le sonreí de vuelta. Una chica de mi estatura, morena con el pelo largo lacio que terminaba ondulado y unos ojos verdes preciosos como los míos. Me regalaba una sonrisa cálida y amigable, no la conocía y ya me caía bien.

—Y yo soy Sara, ¡Ya quiero que seamos amigas!—Sara me saco una risa. Se veía que era alegre. Un poco más bajita que yo, rubia y con el pelo corto, también muy amigable y por lo que veía tenía una personalidad más animada. Ambas eran muy guapas.

—Mucho gusto.— Iván empezó a servir la comida en la mesa del comedor. Me senté en medio de Sara y Boggi, con Emilio enfrente y Violeta e Iván a un lado de él.

Empezamos a comer. Sara era un amor, me hacía reír muchísimo y Violeta no era la excepción. Me sorprende lo bien que me estoy llevando con ellas, normalmente me costaba relacionarme con las personas ya que puedo llegar a ser algo tímida a veces.

—Maria me pasas la sal porfa.— Voltee a ver a Emilio. No pude evitar acordarme del sueño que había tenido hace rato. Boquee pero las palabras tardaron unos segundos en salir de mis labios.

—Ah si...si claro.— Me aclare la garganta porque mi voz me había salido muy débil.

Tome la sal y se la pase. Emilio me miro y me sonrió. —Gracias.— Asentí y baje mi mirada.

Acabamos de comer y pasamos todos a la sala.

Boggi me tomó la mano y la entrelazó con la suya. —¿Estás bien?— sus ojitos se entrecerraban en un gesto simplemente adorable.

'Eres una dramática, fue sólo un sueño, relájate.'

Sisi, estoy bien. Vamos a ver una película, anda.— con nuestras manos aún entrelazadas lo jale al sofá.

Habían movido algunas cosas para hacer más espacio porque de repente éramos más personas que de costumbre. Tardamos un poco en decidir la película pero al final decidimos ver la de Anabelle, a petición de Iván y de Sara que nos llamaban gallinas.

Violeta se asustaba y Sara se burlaba de ella. Iván y Emilio también tenían miedo, pero menos que ellas, no como Boggi que no se asustaba con nada. ¿Yo? Yo me la pase escondida en el hombro de Boggi.

Gritaba de vez en cuando, lo cual causaba que Violeta gritara, lo que hacía que Emilio gritara y que Sara gritara para asustar más a Violeta, y en consecuencia que Iván y Boggi gritaran. En fin, una cadena de gritos y saltos que yo iniciaba.

Al final, estábamos exhaustos, entre que era algo tarde porque vimos más de una película de miedo, y en que de tantos gritos ya teníamos nuestras gargantas secas.

Los chicos se levantaron alegando que iban a checar unas cosas y yo me quedé en la sala con las chicas.

—Maria ya vimos que tú y Boggi...— Sara alzaba una ceja mientras me sonreía, dándome unos leves codazos en el brazo. Violeta se reía y yo me sonrojé.

—Pues ya ven, lo conozco de poco pero me llevo muy bien con el. Es muy lindo.— Violeta asintió. —Se ven muy lindos juntos.— me dijo.

Sonreí encantada con lo que me decía. —¿Y ustedes? ¿Cómo conocen a los gemelos?

Sara y Violeta se voltearon a ver. —Bueno, estudiamos juntos y desde ahí nos hemos llevado muy bien.— Asentí.

Por lo que había investigado los gemelos tenían 21 años. Así que Sara y Violeta debían de tener más o menos la misma edad.

—Nos gusta mucho viajar, estuvimos en Francia hace unos días, regresamos y decidimos pasar a verlos.— Les sonreí.

—Bueno agradezco que haya más chicas aquí. La verdad que nunca he vivido con puros hombres.

Violeta hizo una mueca divertida. —Ahh, vale ¿qué vives aquí?

Me avergoncé. No vivía aquí. —Bueno es complicado. Me refiero a que tengo un apartamento, pero estos últimos días que he conocido a los chicos y eso me han invitado a quedarme en la casa.

Sara asintió. —Si son muy amables, en especial cuando uno es novia de alguno eh.— me guiño un ojo sonriéndome pícara. Solté una carcajada.

—La verdad yo digo que prácticamente ya vives aquí.— Sonreí pero negué con la cabeza al escuchar lo que Violeta decía.

—No quiero que piensen que me aprovecho de la situación la verdad.— dije encogiéndome de hombros.

—No te preocupes, seguro que les encanta que estes aquí.

Después de un rato, los chicos entraron a la sala. Boggi llegó a mi altura y puso sus manos sobre mis hombros, mientras me dejaba un beso en la cabeza.

—¿Vale ya te contaron como nos hacían bullying en la escuela?— resopló Emilio dejándose caer en el sofá.

Fruncí el ceño y me reí. No podía imaginarme a Sara y a Violeta haciéndole bullying a alguien. Era algo imposible, no me entraba en la cabeza.

—¡Mentira!— gritó Sara mientras se reía.

—A tomar por culo, ¡no es mentira!— dijo Iván rodando los ojos, la sonrisa nunca dejó su rostro. Boggi se reía a carcajadas.

—No les creas, estos capullos están locos.— dijo Violeta fulminando con la mirada a Emilio.

—¿A quién le dices capullo?— le contestó el gemelo mayor. Incluso parecía que Iván se había ofendido. Violeta y Sara se reían como locas.

—¡A ustedes!— ambas pusieron los ojos en blanco. En pocos segundos, todos nos estábamos riendo por la riña que estos cuatro se traían.

Contaron como en efecto, les hacían bullying en la escuela. Bullying ni al caso, lo qué pasa es que a Iván le quitaron su almuerzo una vez y este nunca se los perdono.

—Me debes un maldito sándwich de pavo.— Sara se reía. —Si si lo que tu digas tío.

Después de estar un rato con ellos, Boggi se levantó del sofá.—Bueno les robo a Maria un rato.— alce una ceja algo sorprendida, pero igual me levante y seguí a Boggi.

Sara me guiño un ojo mientras Violeta se reía de su amiga. Me reí y subí con Boggi a su habitación, escuchando a lo lejos como los gemelos se empezaban a pelear con las chicas otra vez.

Boggi me cargó y me dejó en la cama. Me sonrió de forma pícara y se regresó para ponerle seguro a la puerta.

Antes de que pudiera decir algo, el habló.
—¿En que estábamos hermosa?

Amor desde España | JustboggiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora