08. Plática

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Pov Boggi

Me recosté en la cama pensando en la chica que se encontraba durmiendo en la habitación de enfrente.

Me estaba empezando a preguntar si ella no quería tener algo conmigo. Había intentado dos veces ya hacer un movimiento pero siempre algo sucedía que me lo impedía.

Me quedé dormido casi sin problemas, pero a esas horas de las 3 o 4 unos ruidos que venían de afuera me despertaron. Me pareció oír que Maria abría la puerta de su habitación.

Contuve mis ganas de salir a hablar con elle. Tampoco quería que pensara que la acosaba o algo por el estilo. Me quedé despierto viendo el techo esperando oír que volviera a su cuarto.

Supongo que bajo a la cocina por un vaso de agua o algo así, al menos eso es algo que yo haría a estas horas de la noche. Después de un rato que tengo que decir me pareció mucho, escuché como regresaba y se cerraba la puerta de su cuarto.

No le di mucha importancia y poco a poco mis párpados volvieron a cerrarse, haciendo que cayera rendido por el sueño otra vez.

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A la mañana siguiente me desperté con energías. Bajé a desayunar, y me sorprendió ver que Emilio ya estaba ahí, con su cabeza en el refrigerador viendo que podíamos desayunar, normalmente es el que se levanta más tarde de los tres.

—¿Qué quieres desayunar?— Emilio no me contestaba. —¿Emilio?— volví a preguntar. Emilio cerró el refrigerador y me volteó a ver.

—¿Ah? ¿Qué pasó?

—Que si que desayunamos.— Estaba actuando extraño. —Mmm no lo sé quizás podemos salir a algún lado, no tengo ganas de cocinar.— dijo sin más.

—Buena idea. ¿Dónde esta Iván?

—¡Ya llegó por quien lloraban! ¿Qué vamos a desayunar?— Iván estaba más feliz que de costumbre.

—Vamos a ir a algún lado. No tenemos ganas de cocinar.— dijo Emilio.

Una parte de mi no podía dejar de pensar en Maria, me gusta pasar tiempo con ella. Me gusta ver su sonrisa cuando se ríe de mis bromas y me gusta la forma en la que se pone un mechón de pelo detrás de su oreja cuando se pone nerviosa.

Como si pudiera escuchar mis pensamientos, mi mexicana entro en la conversación.

—Hola chicos.— Maria bajo las escaleras. Se veía hermosa, incluso con mi playera y su pelo despeinado.

—Buenos días, María.— le dije. Maria me sonrió, se veía algo nerviosa, no me miraba a los ojos.

—Vamos a ir a desayunar, enana. ¿Vienes?— Iván le paso un brazo sobre su hombro. Me gustaba que se llevaran bien, pero tampoco tanto.

—Si claro, estaría bien.— Maria no veía a nadie a los ojos. Sobre todo ignoraba a Emilio, lo noté por la forma en la que se movían sus ojos de un lado a otro evitando sobre todo caer en Emilio.

Voltee a ver al gemelo mayor. Este tampoco me veía. Se escondía en su celular. Claramente estaba nervioso. ¿Había pasado algo?

—Oigan pero no tengo ropa.— sus palabras me distrajeron de lo que estaba pensando. Maria se relajo, se veía más tranquila, estaba sonriendo otra vez.

—Te puedo prestar ropa.— Emilio y yo dijimos lo mismo al mismo tiempo. Enarque una ceja y lo voltee a ver confundido.

—Hey Boggi, no me robes a mi gemelo, que no es tuyo.— Iván se estaba riendo. Emilio se rio nervioso, sus ojos recayeron en Maria.

Maria se tensó. Su sonrisa desapareció. No dijo nada, solo veía a Emilio, después de unos segundos me volteó a ver a mi.

—Boggi, ¿Me prestarías algo?— Regrese mi atención a mi mexicana. Tratando de ignorar todo lo que acababa de suceder.

Le sonreí —Si claro, sígueme.— me levante del asiento y camine hacia mi habitación, María venía detrás mío.

Tenía que preguntarle.

—¿Qué fue todo eso?— pregunté con despreocupación. No quería intimidarla.

Maria me miro algo nerviosa. —¿De qué hablas?

'Bogdan estás exagerando cálmate.' —Tu y Emilio...no se parecía que había pasado algo entre ustedes.

—Eh no...Emilio...todo esta bien.— No la quería presionar así que no dije nada, pero algo no me estaba contando. Bueno, tal vez era yo el que estaba paranoico.

Le di unos pantalones rotos de mezclilla y una playera. Pasó al baño y se cambio. Aproveche y me cambie rápido por algo para salir.

Cuando Maria salió del baño se veía hermosa, podría decir que incluso mi ropa le quedaba mejor a ella que a mi.

—Vamos.— me dijo contenta. Estaba sonriente, se le veía más tranquila y relajada. Decidí dejar el tema de hace un rato. No quería incomodarla.

Bajamos. Emilio e Iván ya estaban listos. Todos nos subimos al carro de Emilio, Iván iba de copiloto y Maria y yo íbamos atrás.

Platicamos de muchas cosas, nos reímos, cantamos y bailamos canciones. Parecía que todo iba bien.

Aunque de repente, cachaba a Emilio viendo a Maria por el espejo del retrovisor. Maria le sonreía tímida y alejaba la vista hacia la ventana.

Me estaba empezando a molestar un poco. Tengo que hablar con el. No se que le pasa.

No es que fuera celoso. Es solo que siento que aquí esta pasando algo raro. De repente me acordé de que Maria estaba despierta en la madrugada, que tardó mucho en regresar a su cuarto. '¿Será...?'

Sacudí mi cabeza, no. Emilio no me haría eso.

Llegamos al restaurante. Era una mesa cuadrada para cuatro personas, Emilio estaba enfrente de Maria.

Todos desayunamos y platicamos. Todo iba bien pero no podía sacar ese pensamiento de mi cabeza. De repente Emilio miraba más de lo normal a Maria con una sonrisa, o al revés.

No me sentía muy cómodo que digamos. Al terminar, Emilio se levantó para ir al baño. —Te acompaño.— dije mientras me levantaba junto con el.

Lo seguí al baño y cuando entramos le pregunté.

—¿Qué te pasa?— No me importaba, tenía que hablar con el.

—¿Qué me pasa de que?— Emilio estaba relajado, se estaba lavando las manos.

—Ok no se si no te has dado cuenta, pero Maria me gusta, me gusta mucho.— le dije sin pensar. ¿Me gusta? Ok, eso es nuevo hasta para mi.

A Emilio se le borró la sonrisa de la cara, no hacía expresiones. Lentamente se sacudió las gotas de agua en sus manos y con una servilleta se las secó.

—No se que tienes con ella, pero déjala.— No quería sonar grosero, pero no me gustaba la historia que se estaba formando en mi cabeza.

—Tío relájate, Maria...es mi amiga.— No sonaba muy convencido. Pero me calmé.

—Gracias, por un momento pensé que ella y tú...— me llevé las manos al lavábamos y las mojé, me las pase por la cara.

—Olvídalo.— me seque la cara y las manos y le sonreí. De verdad que estaba mucho más aliviado. Sentía un peso menos de encima.

Emilio me devolvió la sonrisa levemente. Bueno, ahora si que podía conquistarla sin preocuparme de terceros.

Emilio no dijo nada más y ambos salimos del baño.

Amor desde España | JustboggiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora