22. Arrepentimiento

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El sonido de mi celular me despertó. Alguien me estaba llamando, gruñí por lo bajo y estiré mi mano, buscando el celular.

Sin ver quien era, contesté la llamada aún con los ojos cerrados.

Hola hermosa, buenos días.

Me senté lentamente, era Boggi.

—Buenos días.— Tenía la voz rasposa.

Solo quería decirte que ya quiero verte.

De repente sentí como un brazo en mi cintura apretaba su agarre. Me voltee lentamente para encontrarme con un Emilio sin camisa, profundamente dormido.

Mi boca se secó y se me hizo un nudo en la garganta al recordar lo que había pasado anoche.

—¿Maria? ¿Estás ahí?— Me aclare mi garganta. Había olvidado que Boggi seguía en el teléfono.

—Hola si, aquí estoy.— dije muy débilmente, sentía que no tenía fuerzas.

Solo era eso, quería decirte que te extrañaba. Hoy llegamos, ya quiero verte.

No podía ni hablar. Mi voz salía muy débil.

—Ah si, también me muero por verte.— le dije conteniendo las ganas de quebrarme.

Bueno, me tengo que ir. ¡Adiós!— Después de eso me colgó.

Observe la escena. Emilio estaba muy dormido a mi lado con un brazo alrededor mío. No quería, ya me sabía la respuesta, pero tenía que hacerlo.

Lentamente levante la sabana que nos cubría para ver qué en efecto, los dos estábamos desnudos.

Cerré mis ojos. Tratando de no llorar. Quería que todo esto fuera un sueño. N-no puede estar pasando.

Sin embargo, no pasó nada cuando los abrí. Todo seguía igual. Respire hondo varios veces, pensando en que hacer.

Lentamente trate de quitar el brazo de Emilio de mi cintura.

—Mmm...no espera...no te vayas.— Emilio seguía algo dormido. Negué con mi cabeza nerviosa.

Me quite gentilmente su brazo de encima.

—Emilio me-me voy a bañar ¿ok?

Agarre rápidamente mi ropa que estaba tirada a los pies de la cama, colocándome la sudadera, y salí corriendo a mi cuarto.

Me recargue en la puerta, las lágrimas ya estaban cayendo por mis mejillas. Mierda.

Me metí a la regadera. Sintiendo la necesidad de bañarme, me sentía sucia, mi piel apestaba a sexo y a engaño, si es que esos olores existen. Lo que había pasado anoche estuvo mal, muy mal.

Engañe a Boggi. Lágrimas empezaron a salir de mis ojos. Me sentía como la peor persona del mundo.

Esto no puede estar pasándome. Estuve un buen rato llorando en el suelo de la ducha, tratando de componer la compostura. Salí de la regadera y me dirigí al espejo.

Mi cara estaba hinchada al igual que mis ojos que estaban rojos de tanto llorar. Estaba hecha un asco, ni siquiera parecía que me había dado un baño.

Y ni hablar de como me sentía.

Salí del baño. Me cambie y me tire en la cama. Seguí llorando. ¿Qué le iba a decir a Boggi?

Eventualmente tendría que decirle. Es lo correcto. Me sentía fatal. El no se merecía nada de esto, me regañe porque siempre tengo que hacer algo para cagarla.

Estuve todo el día en mi cuarto, encerrada.

No tenía hambre, sentía que cualquier cosa que comiera la iba a regresar. Además, no soportaría encontrarme con Emilio.

No se que pensará de todo esto. No me ha hablado ni me he topado con el desde lo que pasó anoche. Ni siquiera se si esta en la casa.

Parecía que estaba enferma, me duele mi cabeza, siento mi estomago revuelto y emocionalmente, bueno, me quiero tirar por la ventana.

A esas horas de la tarde, Emilio asomó la cabeza en mi cuarto. —Ya llegaron.— Fue todo lo que dijo antes de salir.

Yo estaba acostada dándole la espalda a la puerta para que cualquiera que entrara no se diera cuenta de que había estado llorando.

Me paré al baño para verme. Seguía teniendo los ojo rojos, me seguía viendo muerta. Respire un rato mientras parpadeaba para tratar de disimular toda la tristeza en mi cara.

Cuando logre verme menos destrozada baje.

Iván estaba acomodando las maletas en la sala, al igual que Boggi. Cuando lo vi sentí como mis ojos se ponían llorosos otra vez, sentía que me iba a derrumbar ahí mismo.

—¡Hey enana! Llegamos!

Boggi me vio y se acercó a mi, prácticamente corrió hacia mi. Me abrazó, y yo trate de evitar que me viera la cara.

—Hola hermosa te extrañe.— Escondí mi cara en su cuello. —También te extrañe.— le dije con un hilo de voz.

Sentía cómo iban a empezar a salir lágrimas de mis ojos. Me dio un beso en mi pelo mientras me seguía abrazando.

Logre calmarme lo suficiente como para verlo a los ojos. —¿Estas bien?— Me miraba preocupado.

—Ah sisi, solo creo que me voy a enfermar. Eso es todo.— volví a abrazarlo, colocando mi cabeza en su hombro.

Vi a Emilio a lo lejos viéndonos. Estaba recargado en el carro, se subió al coche y se fue. Cerré mis ojos, tratando de no llorar más.

—Uy bueno, ojalá y no te pongas tan grave. ¿Quieres ver una película conmigo?— me dijo contento.

Verlo así me rompía el corazón. Como pude le sonreí. —Creo que mejor me voy a mi apartamento, todavía no he hecho las maletas para el viaje a México.

Boggi asintió. —¿No las has hecho? Vamos yo te llevo.— se ofreció.

—Está bien, ya pedí un Uber.— Era mentira, pero no podía estar con el. Me sentía demasiado culpable.

—Oh, ok. ¿Segura que estás bien?— Asentí con la cabeza. —Si, no te preocupes.— dije tratando de restarle importancia.

Subí a mi cuarto y toma unas cosas, aproveche y pedí un Uber. Baje a la sala, Iván estaba con Boggi, sonreí levemente.

A los diez minutos el Uber ya estaba afuera, Boggi me dio un pequeño beso, me despedí de él y salí de la casa.

No podía soportar estar ahí con el, pensar en lo que le había hecho, tenía que salir de ahí.

Amor desde España | JustboggiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora