Capítulo 9: ANTES DE LA PRIMERA CITA

64 10 106
                                    


Era el primer lunes que me emocionaba tanto y no me encontraba muerta de sueño.

Estaba súper contenta e ilusionada. Nunca pensé que me invitaría a salir, no sabía ni siquiera si esto era una cita. Pero mientras fuese con él, la verdad no me importaba para nada.

Me encontraba súper nerviosa ahora mismo y eso que aún era por la mañana. Estaba en el Instituto y quedaban muchas horas para nuestra cita.

Como estaba pensando tanto en la cita no estaba para nada atendiendo al profesor. Lo bueno era que mi amiga me lo explicaría todo cuando fuese el día del examen, así que no me importaba mucho.

Aún no me había dado tiempo a contárselo a Becket, solo le había mandado un mensaje donde le decía que ya mismo no estaría más soltera.

Ella estaba esperando a que se lo dijera, pero se lo quería decir cuando estuviésemos en la cafetería.

Pero eso sí, las dos solas para poder explicarle los detalles como a ella le gustaba.

—¿Por qué me dejas con la intriga? —me preguntó Becket haciéndome ojitos tristes para que se lo contase ya.

—Porque quiero contártelo todo bien detallado amiga, como a ti te gusta —le respondí sin hacer caso a sus ojitos.

—Vale, ¿y qué hago entonces con la intriga? —me siguió preguntando sabiendo que no le iba a contestar.

.....

Por fin, después de muchas horas de aburrimiento, llegamos a la cafetería.

Nos sentamos en otra mesa lejos y a solas para poder explicárselo todo y que no nos molestasen.

—Amiga, cuenta —me ordenó muy impaciente por lo que le iba a contar.

—Verás, ayer salí un rato para despejarme un poco de todo, vi que había un banco y me senté en él. Estaba tranquilamente mirando en el móvil Instagram y entre otras cosas. Cuando de repente, levanté la mirada y vi que alguien estaba ahí quieto observando —le fui contando un poco hasta que ella me interrumpió.

—¡El de los mensajes! —exclamó asustada un poco más alto de lo que debía.

—No, amiga, no. Cálmate —le dije para que se tranquilizara y no creyera que era el loco de los mensajes.

—Uff, qué susto. Espera, ¿y quién era entonces? —me cuestionó pensando en quién podía ser.

—Si me dejas continuar —le contesté para que dejara de interrumpirme.

—Vale, vale, continúa —me dio permiso mirándome de nuevo, muy atenta para poder enterarse muy bien.

—Resulta que el que me estaba mirando, no era el de los mensajes. Era Christian, el que conocí en el concierto —le comenté emocionada.

—¿El que no tenías su número? —me preguntó con ganas de saber más.

—Exacto, que ahora si tengo su número —le respondí más emocionada que antes.

—¡Aaaaaaaah! —gritó Becket ilusionada por mí—. ¿Y qué pasó? Cuenta, cuenta —me interrogó para que siguiera contándole la historia.

—Pasó que estuvimos hablando, nos miramos, se agachó un poco y… —le empecé a contar parando en la mejor parte como en las películas.

—¿Y? —me preguntó con mucha curiosidad.

—Me besó —le contesté con aires de misterio.

—¡Aaaaaaaah! —gritó otra vez, esta vez más bajito para no llamar la atención—. ¿Te besó? ¿Y cómo fue, cómo te sentiste? —me cuestionó mirándome fijamente para ver mi reacción.

Deja que cuide de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora