Llevábamos diez minutos de viaje. Iba a ser un viaje largo.Estaba muy agobiada aquí atrás. Los asientos eran duros e incómodos y encima, antes de pasar por un semáforo, el policía me miraba de reojo como si fuese a hacer algo malo.
Me sentía realmente nerviosa. Pensaba en qué preguntas me iban a hacer y en qué respuestas elegiría para contestar. Tenía que pensar bien mis palabras antes de hablar y decir cualquier cosa que me perjudicara.
Antes de llegar, hablaría con Becket. Ella a lo mejor había visto a todos los policías por allí y ahora tendría que estar muy preocupada. Sería mejor que le mandara un mensaje cuanto antes.
Becket, voy a tardar un poco. Estoy bien, pero he tenido un pequeño problema. No te preocupes si llego más tarde.
Le di a enviar y esperé a que me respondiera el mensaje. Sabía que todavía no le había dicho nada, pero quería contárselo todo después. Ahora sería muy arriesgado por si quisiera venir. También le acusaría el FBI como sospechosa.
—¿Estás hablando con tu amiga? —me cuestionó el policía levantando un poco la voz.
Me asusté al oírlo hablar tan cerca de mí y pegué un brinco en el asiento. No esperaba que me hablase.
—Sí —le respondí teniendo en cuenta de que tampoco era algo muy relevante.
—¿Le has dicho dónde estás? —me preguntó con un tono de voz misterioso y muy extraño.
—No —contesté sin tener ni idea de porqué quería saber algo así.
—Mejor —soltó y escuché como se le escapaba un suspiro de alivio.
Pero, ¿qué coño?
Os juro que cada vez entendía menos. ¿Pero porque no quería que lo supiese mi amiga? Si ni siquiera la conocía. Aquí estaba pasando algo muy extraño y necesitaba saberlo pero ya.
Yo ya no entendía si me iban a interrogar por estar allí en las taquillas o por otra cosa.
Todo esto me estaba resultando muy extraño. Nada tenía sentido. Pero a estas alturas, mi vida tampoco tenía ningún sentido. Así que..... mejor me esperaba a llegar.
Quería suponer que allí me explicarían todo y que pronto me enteraría. Porque la intriga me estaba matando por dentro.
Escuché cómo sonaba una notificación de un mensaje. Me asusté al estar pensando todavía en lo otro. Miré a los lados aún sin fijarme de dónde había llegado la notificación.
—Será mejor que contestes si no quieres que se preocupe —me aconsejó el policía sin apartar la mirada de la carretera.
Lo observé sin entender.
¿Se refería a mí?
Y ahí es cuando volví a la realidad y me di cuenta de lo estúpida que era a veces.
—¡Ah coño, mi móvil! —exclamé en mi mente mientras lo agarraba, lo encendía y empezaba a mirar las notificaciones.
Pensando en que tenía que ser de Becket contestando a mi mensaje anterior, entré sin darme cuenta en qué podía ser de otra persona.
Y cuando quise retroceder y hacer como si nada hubiera pasado, pulsé el botón de notificación y entré en el chat de Christian.
—¿Pero qué es lo que me estaba pasando hoy? ¿Por qué todo me estaba saliendo tan mal? —me pregunté a mi misma sin saber si llorar o reír.
Antes de que pudiese llegar a leer su mensaje, me llegó otro y este ya si que era el de Becket.
—Menos mal —pensé sabiendo que después le tendría que contestar de todas formas.
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Deja que cuide de ti
Roman pour Adolescents¿Qué es lo que harías si alguien totalmente desconocido cogiera las riendas de tu vida? ¿O si alguien anónimo empezara a mandarte mensajes y cartas en plan psicópata? Yo, Katherine Johnson, aún no tengo ni idea de qué hacer. Y mi mejor amiga, Becke...