Deja que cuide de ti

Capítulo 51: RECUERDOS DE LA JUVENTUD

—No es posible —me dijo sin creer en mis palabras.

La miré fijamente con la expresión más seria que nunca.

—Ha vuelto, Caroline —repetí firmemente intentando no ponerme nerviosa.

Pero, en mi interior sí que lo estaba.

—¿Y cómo es eso? —preguntó muy preocupada.

—Supongo que ya se le cumplió sus años en prisión.

—¿Lo has visto? —me cuestionó asustada.

—Por desgracia sí —contesté, de repente con la voz muy seca.

—¿Cómo? —balbuceó Caroline muy flojito.

Estaba temblando, y era normal, ninguna se esperaba que volviese.

No sé, podría haberse ido muy lejos en vez de estar aquí.

Ya veo que había vuelto a por venganza. Y no se irá hasta conseguir su objetivo. Pero, ¿cuál era?

Todo iba mal, sí, pero iba a resolverlo por Becket y por Katherine.

Mi plan se convertiría en aquello que lo destruiría y que lo alejaría para siempre de mi y de mi familia.

—Tranquila, Caroline, vamos a resolver esto como sea. Por nuestras hijas.

—¡Por nuestras hijas! —gritó haciendo que recordase a Becket.

—Lo de gritar venía de familia —pensé, siempre en mi mente me decía lo mismo.

Ahora Caroline estaba furiosa, aún se le veía preocupada, pero hasta me entró un escalofrío al verla.

Que rápido se le había subido el ánimo a esta mujer.

Quería volver a los viejos tiempos donde las dos hacíamos muchas locuras.

Éramos jóvenes y no teníamos ni idea de lo que hacíamos.

Pero éramos la mar de felices.

POV RECUERDOS.

Iba derechita al salón de auditorio del instituto.

Estaban dando una charla extensa con un invitado especial.

Yo no quería ir, pero Caroline me esperaba con una sorpresa.

—¿Qué será? —pensé sabiendo que nada bueno.

Y eso me encantaba.

Esta tarde iba a ser maravillosa y magnífica para nosotras.

Para otros ya os aseguro que no.

Iba vestida con una camisa blanca y una chupa de cuero negra. Unos pantalones vaqueros rotos azules y unas botas de cuero. Llevaba el pelo suelto con dos trenzas a cada lado. Mi maquillaje siempre eran dos líneas de gato en los ojos con rímel y un pintalabios rosa mate. También tenía un piercing en la oreja y otro en la nariz.

Perfecta para salir en una revista o para dominar el mundo.

Y también perfecta para esta ocasión. Dónde mi mejor amiga y yo formaremos un gran caos con ayuda de unos colegas.

Desde el patio hasta la entrada del auditorio, pasaba con las puertas abiertas ante mí como si el mundo me perteneciera.

Había que admitir que era una egocéntrica, pero sólo para aparentar. Algunos del Instituto hasta me tenían miedo por eso.

Y ahí estaba yo, lista para derrotar a todo lo que se cruzara por mi camino.

Entré a pasos apresurados al auditorio. Como no, ya habían empezado y el invitado estaba allí hablando. Sinceramente, no me importaba para nada lo que decía.