Capítulo 50: NUEVO SECUESTRO, MÁS MISTERIOS

21 4 4
                                    


Jayden (madre de Kathy)

Jueves

Entré ya del todo otra vez en mi casa y cerré la puerta rápidamente.

Esos policías del FBI estaban investigando a Katherine.

Y cómo investigaran mucho podrían descubrirse muchas cosas.

Sobre todo porque hace unos días me enteré de que Mathew había vuelto.

Todo iba bastante mal y no sabía qué hacer. No quería volver como antaño.

Esto se tenía que solucionar de alguna forma. Y no lo haría sola.

Primero, hablaría con todos los abogados que me habían ayudado anteriormente. Terminaría el papeleo, me iría a trabajar y mañana hablaría seriamente con Caroline (la madre de Becket).

Estaba tan agotada. Que no quería ni pensar en que esto se estaba volviendo a repetir.

Tenía mucho miedo por mi hija y por Becket. Ellas no sabían nada del tema porque ni yo, ni Caroline quisimos.

Ellas tenían el derecho a vivir una vida tranquila, eran unas niñas aún como para enterarse de todo.

Era mejor así, que vivieran lo más alejadas a esto.

Y así ha sido e intentaré que siga siendo.

Por eso, tenía que arreglar el tema cuanto antes.

........

Volví del trabajo apresuradamente sin mirar ni una sola vez hacia atrás.

Cómo sabía que había vuelto, no podía quedarme fuera mucho tiempo o él podía encontrarme y querer volver a hablar conmigo.

Y yo no quería ni verle. Mejor que se alejara lo máximo posible porque ahora mismo le daría un puñetazo en toda la cara.

Pero, la violencia no era la solución y no tenía ni fuerzas ya.

La vida me había dado tantas vueltas, pero no cambiaría nada de ella. Porque en ella estaba mi hija, mi mayor tesoro y el mayor regalo que me había podido entregar el universo.

Mi hija era lo único que había hecho bien. Y me alegraba muchísimo.

Por poco me caigo de lo rápido que iba. No me estaba ni fijando a mi alrededor. Solo en llegar a casa sana y salva. Pero por desgracia, no fue así.

Dos hombres con capuchas negras me interceptaron en mitad de la calle.

¿Pero no había justamente nadie a esa hora?

Bueno, era de noche, a oscuras, y no estaba cerca ni de una carretera.

Increíble mi mala suerte.

Grité, di patadas al aire, intentando que me soltaran. Pero no hubo suerte.

Eran hombres fuertes. Y sabía muy bien quién era uno, el otro no tenía ni remota idea.

Seguí gritando, pataleando, sabiendo que no serviría de nada. Pero, no sabía qué otra cosa hacer.

—Para —me ordenó el que yo ya conocía perfectamente.

Le hice caso solo porque ahora mismo, él podía hacerme cualquier cosa.

Tenía los pelos de punta y miedo, mucho miedo. Aunque sabía que no me iba a hacer nada.

Me metieron en una camioneta negra y yo me dejé sin rechistar. Ya no podía hacer cualquier otra cosa. Estaba en la parte de atrás y los dos hombres en la parte de alante.

Deja que cuide de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora