❤¡¡4/4 PARTE DEL FINAL!!❤
—Como me esperaba, vuestras madres no han sido capaces de contaros nada.
—¿Qué tienen que ver nuestras madres en todo esto?
Fue Becket la que preguntó, mientras yo seguía procesando lo anterior.
Nosotras no existíamos, pero nuestras madres sí.
—Tienen que ver y mucho. Ellas tienen la culpa de que estéis aquí ahora mismo. Ellas comenzaron todo esto, y ahora vosotras sois la que estáis pagando las consecuencias.
»Chicas, conocí a vuestras madres hace mucho tiempo. Mucho antes de que ellas empezaran a trabajar. Las conocí por separado. A Jayden la conocí en una cafetería, todo muy romántico, en cambio, a Caroline la conocí en una discoteca. Fue todo lo contrario, muy diferente. Al fin y al cabo, las dos eran personas muy distintas. Pero tenían algo en común, algo especial, que hizo despertar algo en mi interior. Algo muy bueno, sino fuera porque eso era amor. Sí, me enamoré perdidamente de las dos. Al principio, yo no sabía que eran mejores amigas, así que tampoco lo vi como un problema. Y me dediqué a ir a la discoteca y a la cafetería, todos los días, esperando volver a ver a alguna de vuestras madres. Estaba convencido de que las volvería a encontrar, en alguno de los dos sitios. Lo que no me esperaba, fue aquel día, en el que me encontré a tu madre —me señaló a mí—, y a tu madre —esta vez señaló a Becket—, juntas hablando y sonriendo tranquilamente en esa misma cafetería. Yo, un joven enamorado de dos mujeres, imagínense mi cara al enterarme de que las dos mujeres se conocían. Y que encima, eran mejores amigas. No podía hacer nada, no podía cambiar la realidad y querer salir con las dos. Simplemente, no podía. Me fui corriendo de la cafetería, deseando que no me hubiesen visto. Pasé unos días en mi casa, vivía solo, era un hombre joven, deprimido y con el corazón roto. No quería salir, pero esos días en mi mente solo estaban aquellas dos mujeres. No podía parar de pensar en ellas y no quería tener que olvidarme tampoco. Y no lo hice. Días después, decidí hacer frente a mis sentimientos. Y esperé a volverlas a encontrar, pero de nuevo por separado, como la primera vez. A la primera que encontré fue a Jayden, no fue nada fácil conquistarla. Intercambiamos números, comenzamos a hablar casi todos los días, luego a quedar, y así hasta que tu madre aceptó tener una relación conmigo. Pero aquí no acabó todo, cuando pensé que ya me había olvidado de su mejor amiga, apareció poco después de empezar la relación con Jayden. Comenzaron a resurgir mis sentimientos de nuevo con Caroline, y comencé a dudar sobre mi relación con Jayden. Con tu madre fue mucho más rápido, lo que me hizo dudar aún más, yo no quería seguir, pero mis sentimientos estaban ahí. Luego, pensé en dejar a Jayden, pero me di cuenta de que no podía, porque también la quería a ella. Un día, después de tantos líos y tantos sentimientos de por medio, me cansé de torturarme y seguí saliendo con las dos en secreto. Ninguna de las dos sabía lo que estaba pasando. Estaban muy ocupadas intentando conseguir un trabajo. Ya sabía lo que querían ser, solo estaban esperando que las pasaran. En esos tiempos, ya estaban comenzando con las prácticas. Fue una gran suerte para mí que estuvieran tan enganchadas a su trabajo y no se dieran cuenta del gran problema que tenían a su lado. Aproveché lo máximo que pude hasta que la verdad fuese revelada. Pero, lo del trabajo no fue muy bueno del todo, ya que, pasaban más tiempo en ello, que tiempo a mi lado. Y al cabo de unos años, volví a sentirme solo, deprimido, y con el corazón roto y destrozado. Ellas ya no estaban con las prácticas y dedicaban mucho tiempo a su trabajo. Más tiempo que a mí.
—Pero —interrumpí con curiosidad—, ¿en qué trabajaban nuestras madres?
—Buena pregunta.
Y justo cuando iba a responder, se escucharon gritos desde fuera.
¿¡Nos venían a rescatar!?
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Deja que cuide de ti
Fiksi Remaja¿Qué es lo que harías si alguien totalmente desconocido cogiera las riendas de tu vida? ¿O si alguien anónimo empezara a mandarte mensajes y cartas en plan psicópata? Yo, Katherine Johnson, aún no tengo ni idea de qué hacer. Y mi mejor amiga, Becke...