KathyHabía llegado hace un rato a una cafetería donde casi nunca había mucha gente.
Había quedado aquí con Christian y me estaba asustando, ya que aún él no había llegado.
Lo estaba esperando muy inquieta y pensando en miles de probabilidades de que le haya podido ocurrir algo malo.
¿Pero dónde se había metido?
A lo mejor era una trampa como dijo Becket, pero no tenía mucho sentido si ni siquiera me había visto.
Era algo muy extraño, sobre todo porque él siempre era puntual.
Me estaba oliendo todo esto muy mal.
Será mejor que lo llame.
Marqué su número preocupada y sin saber dónde coño podía estar y si se encontraba bien.
Por favor que lo coja.
—Kathy —contestó al tercer repique.
—Christian, ¿dónde estás? Te estoy esperando —le dije preocupada.
—Estoy de camino —dijo con una voz seca y extraña.
—¿Estás bien? —le pregunté por si se había puesto enfermo o estaba resfriado.
—Sí, perfecto —me dijo y al segundo me colgó.
—¿Qué coño? —pensé sin saber porque me colgaba de esa manera.
Yo preocupada por él y él tan indiferente conmigo.
¿Qué coño le pasaba?
Esperaba que tuviera una buena razón para comportarse así.
Además, tenía miedo ya de esta quedada y a él no se le ocurría otra cosa que llegar tarde.
Quería pensar que estaba malo o que le había surgido algo muy importante.
No podía ser otra cosa.
Cada vez estaba más nerviosa y preocupada. Necesitaba calmarme.
Se me acercó un camarero a preguntarme lo que deseaba tomar.
No sabía si pedir lo de Christian ya, suponía que no tardaría en llegar.
Pedí dos tazas de chocolate caliente acompañado de unos churros. Así si se encontraba mal le vendría muy bien algo caliente.
Y esperé a Christian mirando fotos en Instagram y hablando con Becket.
Estaba contándole un poco de todo hasta el momento y pidiéndole algunos consejos.
Tenía mucha razón quien dijo que las mejores amigas siempre daban los mejores consejos.
Becket era la mejor para ello.
—Debería ser una afición —pensé mientras me reía y recordaba momentos con Becket.
Christian llegó unos minutos más tarde de que yo terminase de hablar con mi mejor amiga.
Por suerte, aún no había llegado nuestra comida y se la podía tomar caliente.
Me fijé en él detalladamente. Iba guapísimo.
Sudadera negra, pantalones vaqueros negros y unos tenis negros.
Espera un momento, iba igual que yo.
La ropa no era idéntica, pero iba todo de negro. Y le quedaba tan bien.
Lo que me sorprendió ver era que llevaba también unas gafas de sol.
ESTÁS LEYENDO
Deja que cuide de ti
Teen Fiction¿Qué es lo que harías si alguien totalmente desconocido cogiera las riendas de tu vida? ¿O si alguien anónimo empezara a mandarte mensajes y cartas en plan psicópata? Yo, Katherine Johnson, aún no tengo ni idea de qué hacer. Y mi mejor amiga, Becke...