—Creo que no me estoy explicando muy bien. Lo que quiero es irme sola a mi casa —le respondo haciendo énfasis al decir sola.Me mira sin entender y yo cojo y me levantó por segunda vez de este banco dispuesta a marcharme. Estoy muy nerviosa y siento que me quiero morir. Doy un paso más pero algo me retiene. Algo no, alguien. Para ser más concretos, Christian. Intento soltarme de él pero me sujeta muy fuerte.
—Suéltame —le digo comenzando a cabrearme.
Como no me contesta siento que me va a soltar pero hace totalmente lo contrario. Me gira hacia él y me sujeta por detrás con el brazo sin dejar en ningún momento que me pueda soltar. Veo que me mira intensamente y antes de que yo pueda hacer algo, agacha la cabeza hasta la altura de mis labios y me besa intensamente pegándome más a él. Intento resistirme pero se siente igual de mágico que la primera vez y al final acabó besándolo yo también. Nuestros labios se mueven coordinadamente y siento vibraciones por todo el cuerpo. Para conocerlo de hace solo dos días todo mi cuerpo reacciona ante él como si lo conociera de hace años. Lo que no entiendo y me hace dudar de nuevo.
Me separo de él solo un poco, lo mínimo para dejar de besarle. No me separo más ya que aún me tiene sujeta junto a él. Nos miramos el uno al otro sin saber qué más decir. Yo sinceramente no quiero irme, pero siento que si no aclaramos esto podríamos acabar haciéndonos daño.
Intento ver lo que hay en su mirada. Quisiera entender qué es lo que de verdad piensa de mí. No me gusta saber que por más que me resista o no lo entienda siento algo muy fuerte por él y que eso lo pueda utilizar contra mi. Por eso quería correr y alejarme de aquí, porque él estaba aquí y yo no quería en ese momento estar con él.
Ahora empiezo a pensar otra vez con claridad. Aunque me cueste, debería decirle lo que siento y él debería explicarme que es lo que siente. Será mejor que lo suelte de una.
—Puedes soltarme, no me pienso ir —le digo esperando que me crea y me suelte de una vez por todas, para poder concentrarme y decirle esto de una vez por todas.
—¿Segura? ¿Qué es lo que ha cambiado para que no te quieras ir? —me pregunta muy confuso sin entender nada de lo que está pasando.
—No ha cambiado absolutamente nada. Solo necesitaba decirte algo y me puse un poco nerviosa —le respondo aún nerviosa sin saber cómo explicarle lo siguiente.
—¿Solo un poco? Porque casi te vas sin decirme nada, creía que había hecho algo malo —me dice todavía confundido.
Eso me pone más nerviosa por lo bueno que es el diciendo que podía ser culpa suya.
—No, no fue culpa tuya. Es culpa mía por no poder explicarte y querer alejarme de ti en vez de afrontar las cosas como alguien normal —le respondo pensando en lo tonta que he sido y lo mal que he hecho al preocupar a este chico sin ningún motivo.
—No te preocupes, lo bueno es que al final no te hayas ido y estemos aquí hablando como personas civilizadas —me dice sonriendo intentando que yo no me sienta mal—. ¿Qué es lo que quieres decirme? —me pregunta mirándome y apoyándome con una sonrisa.
Pienso en cómo decírselo y como no se me ocurre nada suelto la primera cosa que se me ocurre.
—¿Qué es esto? —le pregunto a ver si me entiende.
—No sé a qué te refieres —me contesta pensando en lo que le acabo de preguntar.
—¿Qué han sido estos dos días que llevamos conociéndonos? —le pregunté con muchas ganas de saber su respuesta.
—¿Qué han sido para mi? ¿Y qué ha sido para ti? —me pregunta y pienso en cosas negativas al ver que no me responde.
—Yo pregunté primero —le digo sin caer en su trampa de preguntarme lo mismo.
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Deja que cuide de ti
Fiksi Remaja¿Qué es lo que harías si alguien totalmente desconocido cogiera las riendas de tu vida? ¿O si alguien anónimo empezara a mandarte mensajes y cartas en plan psicópata? Yo, Katherine Johnson, aún no tengo ni idea de qué hacer. Y mi mejor amiga, Becke...