El eterno amanecer. Sexta parte

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Jiang Yanli sabía que, si hablaba ahora o si mencionaba algo de lo que había visto, haría que Jiang Cheng perdiera ese inusual buen humor. Solo se limitó a investigar sobre las islas que rodeaban aquella que pertenecía a Wen Ruohan. Llegarían primero a una isla vecina, aquella donde pudieran recibirles como clientes del hotel que estaba allí y luego escabullirse hacia la isla vecina.

- Tomar un bote, por más pequeño que sea, nos delatará con Ruohan – dijo Cheng, observando las atracciones turísticas que podrían ayudarles a infiltrarse – Nadar no sería conveniente, es una distancia demasiado larga –

- ¿Sería tan malo nadar? – preguntó Huaisang, recordando sus lecciones aburridas de natación – Es decir, no pasa nada si nos tardamos algo en llegar... -

- Aunque nos tardemos, Wen Ruohan no se moverá de allí – apuntó Yanli – Sabe que no tiene muchas opciones, menos ahora que ya se sabe que fue su culpa. Su única distracción es la lista de los nombres filtrados, la de los chicos... -

- Hermana... - le llamó Wanyin, con algo de nerviosismo - ¿Crees que deberían ser encerrados? –

- No – la respuesta fue rápida y sincera, asombrando a ambos jóvenes – Ellos no son tan diferentes de nosotros, A-Cheng. Tú y yo hemos matado, A-Xian también. Madre nos enseñó que no siempre es malo hacer justicia por mano propia –

- ¿Usted ha matado a alguien? – la pregunta de Huaisang había sonado tan inocente, como de quien pregunta por el clima. Lo gracioso es que ese chico ya sabía la respuesta.

- Sí, lo he hecho – esta vez, Yanli se tomó más tiempo para contestar – Es pesado... cargar con la culpa de haberte llevado la vida de alguien. Pero es lo justo. Un violador muerto no vuelve a violar, un político corrupto sin dinero no tendrá poder. Un asesino a sangre fría, a diferencia de nosotros, no discrimina a sus presas. Nosotros lo hacemos. Jamás hemos matado a ningún inocente –

Jiang Yanli le sonrió, consciente de que sus palabras quizás y limpiaban parte de la imagen de su hermano ante los ojos del Nie menor. Huaisang le sonrió de nuevo, lo hizo de forma tímida, como quien está un poco confundido pero que ha entendido el punto.

Claro que sabía de la diferencia de matar a sangra fría y por justicia. Sabía la diferencia de quienes eran asesinos y quien simplemente habían matado a alguien. Porque entre ser y no ser un asesino se juzgaba por la intención oscura y ácida del pensamiento más profundo y siniestro de cada uno.

- ¿Qué tal si llegamos volando? –

Yanli y Huaisang miraron a Jiang Cheng. Si era obvio un bote o lancha, llegar por el aire sería mucho peor, ¿no?

- Podemos llegar en uno de estos planeadores, acercarnos tanto como podamos a la isla – les explico, poniendo los ojos en blanco – No creían que sugeriría un avión... ¿o sí? – ambos se miraron y se rieron – Llegamos tan cerca que podamos de la isla. Pagamos a los empleados para que finjan que sí regresamos al bote con ellos, pero nos quedamos en el mar. Así se llegaríamos fácilmente nadando y luego entramos en la isla –

Huaisang - ¿Y qué hacemos con los guardias? –

- Podría decir que deberíamos matarlos, o por lo menos dejarles inconscientes – sugirió Yanli – También podríamos infiltrarnos con sus uniformes y luego seguir con su plan – Jiang Cheng y Nie Huaisang voltearon a verse con los ojos muy abiertos - ¿No tienen un plan? – ambos negaron con la cabeza - ¿A-Cheng, madre no te ha enseñado suficiente para atacar? – el mencionado bajó la cabeza, avergonzado – Huaisang, ¿qué pensaría tu hermano si entras a un lugar sin una estrategia? – ahora él desvió la mirada, mientras reía por su torpeza – Es que aún son pequeños... - ella suspiró – Bien, tenemos todo el traslado para pensar en un plan.

En tonos grises (ChengSang)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora