El eterno amanecer. Tercera parte

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De 22 secuestrados pasaron a diez. El plan de los chicos era permanecer los que podían hacerlo, sobrevivir el máximo tiempo posible que pudieran y tratar de tener esperanza. Qin Su despertó luego de lo que consideró horas. Ahora no era una celda diminuta, si no una habitación. Estaban todos, al menos los que sabían que estaban vivos.

Los catres estaban distribuidos por la habitación, en ellos dormían el resto de sus amigos mientras Wen Ruohan le miraba desde el centro de la habitación, con una sonrisa tan maligna como un abismo profundo lleno de criaturas mortíferas.

- Me resulta interesante que tú – le señaló con descaro – de entre todos ellos seas la que haya cometido los crímenes más atroces –

Qin Su le miró con odio, no le temía porque sabía que estaría muerta tarde o temprano. Al menos podía largarse de ese mundo con algo de dignidad.

- La sobrina favorita de Madam Qin, por la que ella misma daría la vida – se puso de pie y caminó hasta donde se encontraba ella. Sus manos temblaban, así que aprovechó para juntarlas – Pero tú... siendo tan malagradecida, haciendo lo contrario de lo que ella hace... -

- Yo no hice nada malo – su voz apenas se había escuchado.

- Lo hiciste, tú eres quien vio la debilidad de la red, quien supo de qué manera detener esto y evitar que sufrieran inocentes... -

- ¡¿Quién eres tú para decir eso?! – a pesar de haber gritado, ninguno de los que quedaban vivos despertó – Eres un maldito asesino, un violador, un traficante... -

- La diferencia contigo – Ruohan se acercó a ella y la tomó del cuello – Es que yo sé lo que soy. Mi imperio lo hice para ganar poder, no para divertirme. Y tú... - comenzó a reír – Tú lo hiciste por diversión. ¿La chica en verdad se lo merecía? – Qin Su no sabía de quien hablaba – Esa, a la que robaste todos sus ahorros. ¿No te causó pesar que no pudiera regresar a estudiar? –

- Yo no quise... -

- Y a la que viste siendo atacada... mis hombres al menos tienen la decencia de no grabar nada – Su sintió escalofríos – Pero tú sostuviste el teléfono, ¿no es así? – Ruohan le miró, esperando por alguna reacción de ella, pero solo la soltó con algo de fuerza – Y solo porque dijeron que era más bonita que tú... -

Qin entendía que había hecho mal, pero no servía de nada ahora que sabía no saldría con vida de ese lugar. Se arrepintió de no haber dado nombres, de haber participado en aquellas cosas y de haberle mentido a su tía. Porque conocía del cariño que le tenía y sabía que pudo ayudar en su momento. Esconder pruebas, silenciar personas, borrar sus datos... pero no lo hizo.

Fue ahí que comenzó a llorar de forma patética, y Ruohan lo disfrutaba, porque nadie nunca sería capaz de burlarse de él, de quitarle su negocio e irse impune. Se acercó más a la chica y secó sus lágrimas, a esta le desagradó el contacto, pero el miedo volvía a estar presente y no quería que la lastimase, quería permanecer con vida más tiempo.

- Yo he violado personas y he encubierto también, he asesinado y he salvado a asesinos – Su comenzó a temblar con más fuerza, Ruohan se acercaba más a ella – No tienes idea de la gran cantidad de crímenes que he cometido solo por poder... La diferencia, niña estúpida, es que nadie puede acabar conmigo y ustedes fueron tan patéticos como para creer que su negocio iba a ganarle al mío –

El Wen se levantó de la cama y se alejó, dejando a Qin Su completamente devastada.

Ella pudo haberles detenido, no solo a sus compañeros, también a los hombres de Ruohan. Pero el Wen tenía razón, había sido una tonta al creer que ocultar las redes de Wen Ruohan podría salvarse de ser castigada.

En tonos grises (ChengSang)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora