En tonos grises (ChengSang)

Hilos, recuerdos y descubrimientos. Segunda parte.

Recuerdos de Lan Xichen.

Lan Xichen, mejor conocido en el bajo mundo por su firma LB, tenía en su rostro la expresión de un hombre que está cansado hasta de respirar. Llevaba meses en aquel caso, donde chicas y chicos muy jóvenes, casi unos niños, había sido violados por un tipo pervertido, sucio e infeliz.

Él había encontrado personalmente a aquellos niños llorando en el cuarto sucio y manchado con sangre y fluidos de ese sujeto. Recuerda haber tomado con cuidado a los niños y llevarlos hasta la ambulancia mientras lloraban en sus brazos y se aferraban a él. Recuerda claramente cómo se les dificultaba tanto moverse que no paraban los sollozos.

Pero siente de nuevo aquella sed de venganza, aquella sed de la que tanto se había culpado de sentir pero que Jin Guangyao le había perdonado.

"Es normal que te sientas así" le había dicho "Ver como ese hombre les lastimó enoja a cualquiera, pero confía en el juicio y en que ese sujeto será castigado por todo lo que hizo"

Su ira había aumentado tanto en esos meses por muchos motivos. El juez que llevaba el caso aseguraba que no había pruebas suficientes para inculpar a ese tipo a pesar de que todas las victimas le habían reconocido.

Habían culpado a esos chicos... solo por estar fuera de casa en el momento equivocado.

Había borrado las pruebas que él mismo había recolectado y que él mismo había investigado sin cesar. Los abogados no pudieron hacer nada más que declararle inocente de violación... y lo habían condenado a pocos años de prisión por haber mantenido relaciones sexuales consensuadas con menores de edad.

Ahí Xichen se quebró. Jin Guangyao estuvo con él en todo momento, desde el juicio hasta el veredicto. Estuvo ahí cuando la piel de sus manos se desprendió por completo al golpear el concreto fuera del tribunal. Estuvo ahí cuando fue a visitar a los niños, uno por uno, para decirles que habían perdido el caso.

Después de eso solo puede traer a su memoria como salió de casa y, completamente ebrio, espió al violador, al degenerado. Recuerda haber anotado las direcciones donde iba y las cosas que hacía. Hasta que notó que su último destino era la Casa del Sable. Entró sin problemas, ya que los hombres de Mingjue le conocían. Se sentó cerca de aquel tipo pues no quería perderlo de vista.

- Mingjue, bienvenido – dijo su amigo, mientras traía con él unas cuantas bebidas sin alcohol – Espero que vengas a visitar el lugar en lugar de realizar una investigación y... - guardó silencio al ver a su gran amigo. Ligeramente sonrojado con su respiración acelerada. Se acercó lo suficiente solo para captar el aroma del alcohol.

- Mingjue... ese tipo – señaló torpemente – Es un violador –

Nie miró en aquella dirección. Para él solo era un cliente más, pero confiaba en el juicio de Xichen – Dime que ha hecho... y actuaremos conforme a eso –

El alcohol no distorsionaba la versión del Lan, así que Nie Mingjue no tardó en conectar a aquel tipo con el juicio que había estado siguiendo por los medios. Logró ver por su sistema de seguridad que ese era el hombre que Xichen perseguía, incluso encontró una toma donde pudo ver su rostro con claridad. Había leído todo el caso, hasta el veredicto y por esa razón entendía a Xichen completamente. Entonces la sed de venganza de Lan Huan pasó al Nie.

Hacer justicia por mano propia no era lo correcto, pero... ¿acaso había otra opción?

- Los niños, Mingjue – decía Lan – Si los hubieses visto... tan pequeños, tan frágiles, tan rotos – El Lan comenzó a soltar unas lágrimas de frustración mientras veía con el odio más oscuro que podía existir al otro lado de la sala, donde estaba el culpable – Quise golpearlo en cuanto lo llevaron al tribunal... quería matarlo ahí mismo... nunca me había sentido de esa manera. A-Yao dijo que debía confiar en la justicia, pero... - su voz se quebró.