La caída del Sol. Cuarta parte

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Las voces se acercaban cada vez más, pero parecían animadas en una conversación sobre porque el jefe Ruohan estaba encerrado con los jóvenes.

- Solo digo... - dijo una de esas voces – Sabe que ha perdido, lo más razonable sería desaparecer –

- Sí... tiene demasiado dinero como para iniciar otra vez en un lugar donde no lo conozcan – respondió una segunda voz, al parecer se habían detenido muy cerca de donde estaban ellos aún escondidos entre los árboles - ¿Por qué esconderse aquí? Es solo cuestión de tiempo para que alguien lo descubra y lo rodeen –

- Cierren la boca – soltó el tercero, los tres eran hombre – Si nos escucha va a matarnos ¿Acaso son idiotas? – Yanli escuchó atenta y miró a Jiang Cheng, quien asintió hacia ella – Si se entera que hablamos mal de él nos hará lo mismo que a los tipos esos... -

- Tranquilo... nadie dirá nada, no puede controlar lo que pensamos –

- Solo digo... si rodean la isla no me quedaré a morir con él – soltó uno de los hombres – Estoy harto de fingir lealtad, solo quiero que deje en paz a mi familia –

Yanli avanzó y subió a la isla, trepando por los árboles bajos y aferrándose a los arbustos. Los hombres habían escuchado el movimiento, así que miraron al lugar, apuntando con sus armas. Xuanyu y Huaisang se quedaron en el lugar, Cheng avanzó con su hermana.

- ¡Identifíquense de inmediato! – dijo uno de esos hombres al ver a dos personas con rostro cubierto aparecer del borde de la isla - ¡No se muevan! –

Yanli no se inmutó, les sonrió y, aunque ellos no podían ver su boca, vieron la sonrisa en sus ojos.

- Están de suerte el día de hoy – dijo ella, sorprendiéndoles – Loto de sangre viene a ayudarles – el miedo en los hombres se hizo visible al escuchar el nombre – Tienen una gran oportunidad el día de hoy. Pueden irse, nadando hacia la isla de enfrente, tomar unos boletos y regresar a la ciudad. Ahí van con sus familias y toman el primer vuelo a cualquier lugar lejos de aquí... - Jiang Cheng les miró, estaba detrás de Yanli, como era la costumbre en ellos tres – Dejan de seguir a Ruohan y hago lo que quiero... ¿qué me dicen? –

Dos de esos hombres habían bajado las armas, menos el que había hablado. Y es que así era siempre, loto de sangre venía con sus hermanos, Sandu y el Patriarca Yiling... si Sandu estaba frente a ellos, entonces el Patriarca Yiling estaba cerca. Posiblemente ya había balas con sus nombres, solo esperando un movimiento en falso.

- ¿Qué si no lo hacemos? –

- Una de dos... - la sonrisa de Yanli podría ser obvia, incluso con la mitad de su rostro cubierto – O cooperan y me dan lo que quiero, se quedan aquí mientras hago mi trabajo y luego regresan a casa... o les meto una bala en la cabeza –

Ese hombre pasó saliva, Sandu sabía que, de haber pegado la oreja al pecho de aquellos sujetos del Wen, habría escuchado un corazón al mil por hora. A punto de reventar.

- ¿Qué quieren? – preguntó uno de los hombres, mirando a su alrededor en busca del tercer integrante de los hermanos – No podemos traicionar a Ruohan en sus tierras... -

- Nada, dennos su ropa y quédense ocultos – los tres tipos se miraron en una especie de conversación con solo miradas asustadas y, tal vez, esperanzadas – Quiero su ropa y cualquier tipo de código o identificación que tengan. Le diré a su jefe que los he matado –

- Él tiene solo hombres a su servicio – dijo uno de ellos, que ya comenzaba a quitarse la ropa – se daría cuenta si alguien en sus tropas es una mujer –

- Eres tan delgado como yo – apuntó Yanli, riendo – Si recojo mi cabello no se dará cuenta – los tres hombres se quitaron la ropa, dieron sus armas y credenciales. Jiang Cheng seguía vigilándoles, quizás en busca de señales de traición a ellos. No se sentía seguro, así que, una vez semidesnudos los tres hombres, aprovecho y los empujó entre ellos, dejándoles atontados – Sandu... ¿qué haces? –

En tonos grises (ChengSang)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora