Extra 5. Regresando al hogar

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O varias situaciones cálidas y tiernas después de un cruel regreso.

Jiang Fengmian y Yu Ziyuan.

Jiang Fengmian había regresado a su habitación. Las cosas se habían calmado un poco y deseaba bañarse y recostarse de una vez. Ingresó a la habitación otorgada en la casa Lan, aquella que compartía con su esposa. Su cuñado había sido tan amable de darles una habitación grande, con bañera incluida... supuso que era tiempo de usarla.

Se metió en la bañera y comenzó a sacar la suciedad de sus manos y brazos, sentía los músculos entumecidos al haber estado tanto tiempo sujetando armas y disparando frenéticamente. Por primera vez en muchos años, sintió el paso de los años en su cuerpo. Pensó que se sentiría viejo con la llegada de los nietos... pero estaba pensando en eso justo ahora.

Escuchó pasos acercarse a la bañera y luego la voz de su esposa: - Fengmian... ¿estas bañándote? –

- Sí, mi señora – una sonrisa traviesa surcó su rostro - ¿Quieres hacerme compañía? –

Para su sorpresa, la cortina del baño se deslizó y Yu Ziyuan apareció completamente desnuda, lista para darse un baño con él. Y Fengmian lo entendió todo cuando observó el cuerpo de su esposa. Tenía moretones en los brazos y las manos parecían un poco ampolladas, su cabello estaba revuelto y bajo sus ojos se marcaban unas ojeras de cansancio.

Había sido demasiado bobo para no darse cuenta del paso del tiempo en ambos.

Su esposa ya no tenía las caderas estrechas de cuando la había conocido, ni la cintura de avispa de la que antes gozaba. Había pequeñas, casi inexistentes, arrugas alrededor de sus ojos y su boca y su cabello mostraba un par de canas.

Y, ahora que podía caer en cuenta, su cuerpo estaba envejeciendo de igual forma... su abdomen ya no era el de antes, con los músculos marcados, su barba mostraba más cabellos blancos y la piel comenzaba a colgar un poco de su rostro...

- ¿En qué piensas? –

- En nosotros, que estamos envejeciendo –

- Lo estamos, sí, ¿te preocupa? –

- Solo me parece curioso – Ziyuan se metió en la bañera con él, enfrente, y Jiang Fengmian recitó una plegaria ante la diosa frente a él, tan afortunado. Podría ser que su cuerpo no fuese tan esbelto y escultural como antes. Pero seguía siendo el templo que le había traído a sus niños. Habían sido los brazos que lo arrastraron sangrante y que no se rindieron, habían sido las piernas que se enredaban en las suyas por la noche. Se había entregado a él, y él a ella.

Y sabía, que a pesar de todos los años que pasaron y de los que pasarían, que el amor y devoción por esa mujer no cambiarían, se acercó a ella y comenzó a besarla. La sensación de aquellos besos no cambiaba, ni si quiera con el pasar de las décadas. Tampoco el brillo peligroso de los ojos de Ziyuan.

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Los hermanos Jin.

Zixuan había tomado en brazos a su hermano menor y lo había llevado al cuarto que Guangyao le dijo. Xuanyu seguía en silencio, mientras sus ojos solo reflejaban pena y tristeza. Lo sentó en el borde de la bañera y comenzó a llenar la misma. Sabía que su hermano adoraba el agua caliente.

Guangyao llegó un rato después y traía consigo botellas y lociones. Cuando el agua estuvo lista vertió un poco del líquido en la bañera. Tomó a su hermano y comenzó a retirar los retazos de ropa que aún le cubrían. Tenía especial cuidado de no tocar su piel. Zixuan había salido y regresado con un botiquín.

Ninguno podía mirar a los ojos de su pequeño hermano, mucho menos decir alguna palabra.

Xuanyu se metió a la bañera, lágrimas silenciosas escurrían por su rostro y terminaban por posarse en la parte baja de su barbilla. Los moretones eran más oscuros ahora y los rasguños, hechos por sus propias uñas, escocieron cuando su cuerpo tocó el agua llena de jabones.

En tonos grises (ChengSang)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora