Extra 6. Pasado extraño y cosas raras

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Jiang Cheng.

Su vida era muy sencilla. Trabajaba por las noches o tardes y tenía de cinco a seis días libres en la semana, nada mal. Aunque sus padres se habían retirado de ese extraño trabajo y sus hermanos se había mantenido al margen, él había permanecido en el negocio familiar.

No sabía por qué... después de todo, se consideraba bueno en solo una cosa... y eso era delinquir.

Su sobrenombre, Sandu, lo había heredado de su padre. Los rumores no se hicieron esperar y todo el bajo mundo se dio cuenta de que Sandu, Fengmian, había tenido un hijo y que éste planeaba seguir el negocio de su padre. Después se enteraron que era hijo de la Araña Violeta y dejaron de hablar para no molestar a aquella mujer.

- ¿Vienes conmigo, chico? – el joven que paseaba por ese barrio oscuro tomó entre sus brazos al pequeño gato – Es una noche muy fría, deberías estar con tu mamá – los chillidos del gato dejaron de escucharse, se había calmado en el pecho de Cheng, donde también había dejado de temblar.

Wanyin encontró el cuerpo de una gata, el olor a putrefacción y la sangre ya oscura manchando el piso cerca de la gata le hizo saber que estaba muerta.

- Ya veo por qué estás solo –

Su abrigo estaba manchado de sangre fresca, pero al pequeño no pareció importarle el aroma a muerte y peligro del hombre y solo se concentró en su calor. Jiang Cheng subió a su moto y emprendió su camino a casa, dejando el cuerpo del político acusado de diversos cargos y sentenciado inocente tirado.

Cuando llegó a casa colocó al pequeño en una manta limpia. Sus perros se acercaron y él les ordenó que se quedaran lejos del gatito. Ninguno de sus "cachorros" atendió la orden y se acercaron mientras olían al curioso animal en medio de las mantas.

- Si lo muerden, los morderé yo después – sin embargo, los perros solo se acurrucaron alrededor del gato.

Jiang Wanyin se metió al baño y lavó su cuerpo. Siempre procuraba no tocar jamás la sangre de los que probaban la pólvora de sus balas, aun así, se sentía sucio y siempre restregaba su piel una y otra vez.

Cuando salió del baño se puso ropas limpias y suaves. Caminó hasta donde sus perros y los vio allí, "limpiando" al pequeño gato que parecía sentirse feliz con la cálida atención de sus perros. Se sentó a su lado y no tardaron en acercarse a él en busca de mimos. Uno de sus perros tomó al gatito entre sus colmillos y, matando de miedo a Jiang Cheng, lo llevó hasta él.

- No soy su madre – les dijo a los caninos - ¿Para qué me lo has traído? –

Entonces, como hacía casi todas las noches, se quedó dormido junto a sus compañeros. Pensó siempre en ocultar aquel hecho, ocultar que se sentía ridículo al sentirse un poco acompañado, un poco menos solo.

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Yu Ziyuan.

Las miradas del jurado estaban cargadas de prejuicio y desprecio. Su cabeza dolía por las luces brillantes y su rostro mostraba el total desacuerdo de encontrarse en esa situación. Yu Ziyuan estaba sentada al frente de un gran salón. Había personas a su izquierda, quienes la veían como lo que era, una asesina.

Las personas en frente a la derecha le decían con la mirada que se calmara, que guardara solo un momento la lengua de plata filosa que poseía. Sus abogados habían sido claros con ella, no podían librarla de la prisión, lo mejor que podían hacer era disminuir su condena.

- Yu Ziyuan – dijo el juez - ¿Puedes decirme tu versión de los hechos? –

- Hasta que me permiten decir una palabra – miró a sus abogados, uno de ellos se había restregado la mano en su rostro, en señal de decepción – Maté a ese hombre, sí – las voces del público que miraba al fondo de la sala no se hicieron esperar – Soy culpable, estaba consciente en ese momento y quería matarlo, lo deseaba – de nuevo, sus abogados negaron con la cabeza –

En tonos grises (ChengSang)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora