El eterno amanecer. Primera parte.

242 62 17
                                    

La casa de seguridad de Wen Ruohan estaba frente a ellos. Vestidos de negro completamente y armados hasta la médula estaban Nie Mingjue, Lan Xichen, Jiang Cheng y Wen Ning, este último casi temblando de los nervios.

El plan era sencillo: Llamar la atención a la casa donde vivían Wen Chao y Wen Xu, los hijos de Ruohan. Inmediatamente, ellos que estaban frente a la casa de seguridad debían detonar los muros que rodeaban la entrada principal, después de eso Jiang Yanli y Nie Huaisang se encargarían de bloquear el sistema de seguridad.

Entrarían de forma rápida, solo verificando que estuviesen allí los estudiantes secuestrados o, según Ning, algunos niños y niñas secuestradas. Wen Qing les había informado de las contraseñas y códigos para acceder a las celdas y oficinas del Wen, que eran subterráneas. También había tratado de explicarles con tanto detalle como fuera posible de los pasillos y túneles que habían, para que no cayeran en trampas y para que no perdieran tiempo.

- A-Sang – le llamó Jiang Cheng a través del teléfono - ¿Cómo van Lan Wangji y Wei Wuxian? –

- Están preparando las armas – dijo el Agitador – El esposo de tu hermana está vigilando las cámaras nuevas que pusieron cerca de las casas de los padres de los chicos muertos. Y tiene las líneas de emergencia en caso de que vayan a atacarlos –

- Bien, ¿mis padres? –

- Preparados, cerca de la casa de seguridad en caso de que les falte tiempo a ustedes –

Por unos minutos se quedaron en silencio. Sabían que si el plan no funcionaba solo pondrían alerta a Ruohan, ocasionando que estableciera más seguridad en sus casas y propiedades. Esa sería una falla leve, pero la peor equivocación podría ocasionar que los cuatro salgan heridos o muertos.

Nie Huaisang detestaba los silencios incómodos. Si la situación fuese distinta probablemente hubiera dicho alguna estupidez, solo para aligerar el ambiente. Quería decirle algo, sin embargo, consideraba de mala suerte despedirse antes de un suceso tan arriesgado. Quería decirle que volviera, que había leído la nota y que había usado la peineta todo el tiempo desde que se fue.

- Huaisang – habló el Jiang primero – Quiero pedirte algo para cuando regrese –

- Dime, ChengCheng... -

- Quiero salir contigo, a tomar algo a un bar o a un café... donde tú prefieras –

El Nie aguantó la respiración unos segundos, después dijo – Algo así... como una cita ¿no? –

Escuchó la risa de Jiang Cheng por el teléfono – Sí, algo así como una cita – tenían pocos minutos, hasta que Wangji y Wuxian atacaran la casa Wen – Puedes elegir el lugar que quieras, yo nunca... yo nunca he tenido una cita de verdad –

- Oh, ChengCheng... la verdad yo tampoco – esos minutos tan sofocantes, antes de la tormenta – Pero supongo que podemos hacer una a nuestra manera –

- Me gusta cómo suena eso –

- A mí también... - el teléfono de Jiang Yanli, quien estaba a un lado de Huaisang, sonó. Era la señal de que habían comenzado la misión.

¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬

Lan Wangji tomó el arma y comenzó a disparar a la casa. Su puntería lo llevaba a los cristales de las ventanas y a las lámparas exteriores. Wei Wuxian hacía lo mismo. Ninguno estaba a favor de realizar tanto desorden, de literalmente señalar su ubicación y exhibirse. Pero necesitaban tiempo, había vidas en peligro.

De inmediato, los Wen activaron el primer sistema de seguridad, cerrando las ventanas y puertas con una malla metálica.

- Lan Zhan... ¿estás listo para arrojar un par de juguetitos? –

En tonos grises (ChengSang)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora