37. En mi cama

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📅 Dos días después

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📅 Dos días después

Mario acaba de llegar hace media hora. He querido tirarme encima suya en cuanto lo he visto de lo mucho que lo he echado de menos. Pero no era cuestión con mis padres delante.

Me ha robado un besito en la entrada. Y me ha sabido a poco. Estamos en la cocina. Va a quitarme la venda de la mano y a curarme la herida. Estoy nerviosa de tenerlo tan cerca y no poder ni tocarlo. Necesito hacerlo. No quiero mirarlo mucho porque mi madre se va a dar cuenta.

Mi madre me ha dicho hoy que si quiero decirle a mi amigo "especial" que venga a verme, que se lo diga, que a ella no le importa. Le he puesto la excusa de que está fuera de Madrid para que me deje en paz. Sé que no va a parar hasta que averigüe quien es. Sólo espero que el día que lo sepa, se lo tome bien.

Si es que algún día llega a enterarse.

- Nosotros nos vamos -dice mi madre entrando en la cocina y dándome un beso en la cabeza- Mario, ¿podrías quedarte hasta que vengamos? Vamos al ginecólogo y luego a comprar un par de cosas para el bebé.

- Claro, sin problema. Hasta las 21.00 no tengo que estar en los Ángeles de San Rafael

- Estaremos aquí para las 20,00

- Puedo quedarme sola -les digo a los dos rodando los ojos- no creo que me pase nada

- No puedes ni quitarte el pijama tú sola María -dice mi padre entrando en la cocina agarrando a mi madre de la cintura

Los miro haciendo una mueca y les saco la lengua a todos enfurruñada. Llevo 2 días en los que no me dejan hacer nada. La verdad es que la mano me duele bastante y me palpita de vez en cuando. Por lo menos los antiinflamatorios me están ayudando a soportar el dolor. Es como si sintiera de nuevo el hierro cortando mi mano. Y es una sensación horrible.

Mis padres se despiden de nosotros y los escucho salir por la puerta. Le doy un rápido beso a Mario en los labios y él mueve su cabeza rodando sus ojos. Coge mi mano para quitarme la venda. Me estremezco al sentir sus dedos tan cálidos en mi piel . Alzo los ojos y lo miro. Él me sonríe para que me tranquilize. Estoy nerviosa. No sé cómo estará la herida.

- Intentaré ir con cuidado, ¿vale pecosa? Si te duele me lo dices

- Vale -le digo mientras veo como me quita la venda

Mario lo hace con delicadeza. Quita la venda poco a poco y aparece una fea herida que hace que ponga cara de asco. Tengo la palma de la mano hinchada y de color morado-rojizo. El corte me llega desde el dedo índice hasta el inicio de la palma. Me dieron bastantes puntos, aunque yo ni lo noté.

- ¿Estás bien? -me pregunta Mario cogiendo una gasa esterilizada. La impregna en agua y jabón y me limpia la herida con mucha suavidad

- Si - le digo girando mi cabeza para no mirar la herida

No logro olvidarme de tu boca (Cross 5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora