📅 Días después
Maria tiene razón. Mallorca es demasiado bonita. Sus calles, sus edificios, sus playas, sus calas perdidas...Llevamos aquí unos días en casa de sus padres. Ella me ha contado que la compraron cuando Lucas y ella eran pequeños y está bastante cerca de la de su abuelo. Ni que decir tiene, que esta casa es inmensamente grande, sobre todo el impresionante jardín con piscina.
En cuanto volvimos de Nueva York nos vinimos aquí. Me la llevé allí tal y como le prometí el día que se hizo daño en la mano. Su cara de asombro cuando se dio cuenta donde íbamos no tiene precio. Hemos disfrutado muchísimo el viaje. Muchísimo. Nunca habíamos estado tanto tiempo solos, y puedo decir que ha valido la pena cada minuto de nuestra estancia. Nunca había estado en Nueva York y tanto para ella como para mí ha sido una grandísima experiencia.
Ayer conocí al abuelo de María, Gilberto, un hombre increíble. Cuando uno piensa en la palabra abuelo, le viene a la cabeza este hombre. Está encantado con ser bisabuelo. Se nota que adora a sus nietos, no sólo a Lucas y María, sino a los dos de su hijo Igor, otro tío alucinante. María y yo estamos tumbados en las hamacas del jardín tomando el sol. Ya mismo es la hora de comer, y la verdad, es que lo único que estamos haciendo estos días en descansar, comer, y disfrutar del sol y la playa.
- ¿Te has echado crema en la barriga? -le pregunto a María mirándola por encima de las gafas de sol
- Si. Pero si quieres echarme tú más -me dice levantando la vista de su libro
- Cariño. Si empiezo a echarte crema querré echarte por el resto del cuerpo y ya sabes donde vamos a terminar. Tú arriba, yo abajo, de lado, a cuatro patas... -le digo sonriéndole travieso
- ¡Eres malvado Mario Hermoso!
- Luego me lo repites en la siesta pecosa -mi móvil suena en ese instante y lo cojo de la mesa. Es mi representante. Decido cogerlo porque hoy es la tercera vez que me llama y no he tenido ocasión de hablar con él- dime Roberto
- Mario, ¿estás ocupado? -me dice muy serio- tenemos que hablar... es importante
- Sí, claro. Si me das un minuto -me levanto de la hamaca y le doy un beso a María en la mejilla- ahora vengo. No sé que quiere Roberto pero parece ser importante
María asiente y me alejo todo lo que puedo. Me da a mi que lo que me tiene que contar mi representante no es algo bueno. Es una corazonada que tengo, y espero no equivocarme y que me dé las vacaciones.
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No logro olvidarme de tu boca (Cross 5)
RomansaMario hermoso está cansado de que las mujeres lo utilicen. En su vida hace mucho tiempo que no hay sitio para el amor. Después de un matrimonio fallido, juró que jamás volvería a casarse y mucho menos entregarle su corazón a nadie. Aunque a la única...