📆 DOS AÑOS DESPUÉS
María miraba las espectaculares vistas que veía a través de la ventana. Su marido estaba duchándose. Acababan de hacer el amor, bueno si es que eso podía llamarse amor. Porque se notaba que él estaba ausente. Había sido una cosa rápida, sin preámbulos ni nada. Sólo a lo que iban y punto. Algo que entre ellos nunca había pasado.
María se mordía los labios intentando no llorar. Estaba claro que a él le pasaba algo desde hacía un tiempo. Y eso la estaba afectando a ella también. Sentía que su marido estaba con la mirada perdida en la mayoría de las ocasiones y que se refugiaba en su mundo sin prestar atención a lo que ocurría a su alrededor. La rutina se había instalado entre ellos y más desde que María estaba de nuevo embarazada.
El móvil de Mario vibró con una llamada. Él lo había puesto en silencio para que nadie les molestara durante esta pequeña escapada de fin de semana. María se acercó porque no paraba de vibrar una y otra vez. Al hacerlo, vio un nombre en la pantalla, Cassandra, y como al cortarse la llamada, tenía 4 llamadas perdidas más de este contacto.
Sintió un escalofrío recorrer todo su cuerpo, así como un sudor frío sobre su espalda. El corazón le latía a mil por hora y tenía muchas ganas de llorar. En ese momento, se abrió la puerta del baño, saliendo Mario de él con solo una toalla anudada a su cintura.
- Tú móvil no para de sonar -fue lo primero que le dijo María intentando contener esas pesadas lágrimas.
- Pues que suene, paso -le contestó él mientras se rascaba la perilla.
- ¿Quién es Cassandra? -le pregunto María cruzando sus brazos, encontrándose con la dura mirada de su marido.
- ¿Ahora me espías el móvil?
- ¡Yo no te espío nada! Tu móvil no dejaba de vibrar y sólo he mirado por si nos llamaban por los niños -se excuso ella aún sabiendo que no había hecho nada malo.
- Te hubieran llamado a ti si pasara algo -Mario apretó la mandíbula mientras miraba a su mujer, pensando que cabreada, estaba aún más guapa.
- No has contestado a mi pregunta -le volvió a repetir ella muy enfadada.
- María, deja los putos celos porque no ¿vale? -le pidió alzando una de sus manos.
- ¡Celos! Una tía que no conozco no para de llamarte y tengo que dejar los celos. Perdona que los tenga, pero es que después de ver como pasas de mí pues es lo más normal, ¿no?
- ¿Qué paso de ti? ¿De qué hablas, María? -Mario fue hacia ella visiblemente cabreado. No podía creerse lo que su mujer le decía. Ella y sus hijos eran lo más importante de su vida, los que les quitaba el sueño por la noche pensando en la posibilidad de que les pasara algo.
- Joder, Mario. Que desde que estoy embarazada has cambiado. Estás disperso, ausente, casi ni me hablas -le enumeró ella todas aquellas cosas que veía en Mario.
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No logro olvidarme de tu boca (Cross 5)
Lãng mạnMario hermoso está cansado de que las mujeres lo utilicen. En su vida hace mucho tiempo que no hay sitio para el amor. Después de un matrimonio fallido, juró que jamás volvería a casarse y mucho menos entregarle su corazón a nadie. Aunque a la única...