62. Tú eres única

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📅 Mediados de diciembre

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📅 Mediados de diciembre

Hace casi un mes que volvimos a casa después de haber estado viviendo con mis padres. No puedo decir que todo ha sido fácil porque no lo es. Dos bebés son agotadores. Cuando uno duerme, el otro está despierto y no se ponen de acuerdo ni para comer, ni cambiarlos de ropa...para nada. Estoy cansada. Esto es más duro de lo que pensaba. Aunque cuando mis bebes me sonríen, se me olvida todo y el cansancio queda en un segundo plano. Mario es un padrazo. No puedo quejarme de él porque estamos criando a nuestros hijos los dos. Y hay muchas cosas que se le dan mejor que a mi.

También tengo la suerte de tener a toda mi familia alrededor que nos echan una mano. Tanto mi madre como mis tías están todos los días por aquí. Aunque no puedo evitar agobiarme porque quiero abarcarlo todo y no puedo.

Los bebes acaban de dormirse. Están en la habitación cada uno en su cuna. Y yo estoy en el comedor sin saber que hacer. Hay muchas cosas en medio que son de ellos y yo estoy hecha un desastre también. Es que no me da tiempo ni a arreglar la casa. Y a ducharme en condiciones menos. Necesito cortarme el pelo pero ya. Y tengo que ponerme a hacer la cena porque Mario está a punto de llegar del Bernabeú donde hace más de una hora terminó de jugar. 

Miro todo a mi alrededor viendo la ropa de los niños en medio, las mini-cunas, el cambiador, la ropa que he recogido del tendedero y hay que doblar. Luego pienso en que tengo que poner otra lavadora y de pronto siento como si me faltara el aire y me pongo a llorar tirándome en el suelo. No puedo tirar de mi alma. No sé ni el rato que llevo así porque no me he dado cuenta de que Mario acaba de entrar por la puerta y cuando me ve viene corriendo muy preocupado.

- ¡María! ¿Qué te pasa? ¿Qué ha pasado? ¿Están bien los niños?

- Oh, Mario -me abrazo a él y dejo que sus brazos me den lo que siempre necesito, seguridad y tranquilidad

- Pecosa, ¿qué te pasa? Dímelo, por favor -Mario acaricia mi mejilla con suavidad mirándome con mucha preocupación

- Estoy cansada -le digo sin dejar de llorar- muy cansada. No me da tiempo a hacer nada. Tengo que hacer la cena, recoger la ropa, planchar, limpiar...no puedo, no puedo más, me siento una inútil...

- Ay María -me dice Mario secando mis lágrimas con sus dedos- mucho estabas tardando en ponerte así. Cariño, tú no te preocupes por esas cosas, eso es lo de menos...

- Mario, si no me da tiempo ni a ducharme. Hoy no lo he podido hacer. Esto es agotador. Me siento muy mal, fatal. Cada vez que los oigo llorar el corazón se me dispara y salgo corriendo para ver como están...no puedo con todo...

- Y es que no tienes que poder María. Esto es duro, eso ya lo sabíamos. Pero no siempre va a ser así. ¿Porqué no me lo habías dicho?

- Porque no quiero agobiarte. Tienes que descansar. Que si luego no rindes en el entrenamiento ni en el campo, ya lo que te faltaba, con lo bien que te va...

No logro olvidarme de tu boca (Cross 5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora