📅 Finales de marzo
María abrió la puerta de casa de sus padres resoplando. Dejó el bolso en la percha de la entrada, se quitó el abrigo y entró al comedor. Su madre estaba dándole el biberón a Aurora y Martín dormía en su carro ajeno a todo y a todos. Ella se acercó para ver a su hijo y acarició su mejilla. Estaba adorable dormido. Por suerte estos últimos meses había engordado un poco más, pues desde que nació, de sus dos hijos, era el que estaba más bajo de peso.
- Hola cariño, ¿cómo te ha ido? –le preguntó su madre. María se acercó y le dio un beso en la mejilla. Vio a Aurora y no pudo evitar emocionarse. La niña era igual a su padre. Es que la miraba y veía a Mario en esos ojos claros, en su sonrisa y en la forma de su cara. Y cada vez que la veía, tenía que aguantarse las ganas de llorar
- ¡No puedo más! Estoy cansada –María se dejó caer en el sofá derrotada- ¡tres casas, tres! Y no me gusta ninguna. No sé lo que voy a hacer mamá...
- A ver María...alguna tiene que gustarte. Has visto, ¿cuántas?
- 12 en lo que llevamos de mes. No sé, es que creo que no voy a encontrar ninguna. Cuando no es la piscina, es el jardín, o los dormitorios que son muy pequeños o está para reformar...estoy cansada... no pido mucho, sólo una casa en la que me sienta segura
- Cariño. No existe la casa perfecta, créeme
- Si, existe, es esta –le dijo ella refunfuñando
- Seguro que si Mario estuviera aquí...
- Ya, pero no está –María apretó los labios y no pudo evitar ponerse a llorar acordándose de su marido. Dios, como lo echaba de menos.
- No llores mi niña, no llores –le dijo su madre sentándose al lado de ella
- Lo echo mucho de menos mamá. Mucho. Es que no puedo yo sola. Lo necesito... -gruesas lágrimas cayeron por las mejillas de María
- Si que puedes mi amor. Además mi niña, tienes a Saúl...
- Pero Saúl no es Mario mamá...
- Ya lo sé. Mira, porque no te tomas un descanso de lo de las casas. Un par de días, y luego ya veremos... -Claudia acarició la mejilla de su hija bastante apenada de verla así. Su pequeña niña con sólo 21 años tenía que llevar demasiadas cosas para adelante. Pero ahí estaba ella para ayudar a su hija
El teléfono de María sonó. Ella lo sacó de su bolsillo y vio el nombre de Saúl en la pantalla. Descolgó intentando tranquilizarse. No quería que se preocupara él también.
- Hola Saúl -le contestó ella intentando parecer alegre. El chico la llamaba por el manos libre de su coche
- Hola cariño. ¿Estas bien? Es que cuando me he ido no me he quedado tranquilo al dejarte en casa
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No logro olvidarme de tu boca (Cross 5)
RomanceMario hermoso está cansado de que las mujeres lo utilicen. En su vida hace mucho tiempo que no hay sitio para el amor. Después de un matrimonio fallido, juró que jamás volvería a casarse y mucho menos entregarle su corazón a nadie. Aunque a la única...