Feliz Cumpleaños Harry

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Llego temprano al número 4 de Privet Drive, el día pareció ser igual que cualquier otro, Harry Potter salió de su alacena debajo de las escaleras para ayudar con los quehaceres de la casa. Nadie le deseo feliz cumpleaños, Vernon Dursley saco un par de calcetines viejos de su propio cajón de ropa y se los dio como regalo, Petunia no lo saludo y el regalo de parte del niño regordete fue un puñetazo en la cara.

Rio en su adentro recordando aquello, cuando un mago le regalaba alguna prenda a su elfo domestico le estaba dando su libertad.

Si había un punto sin retorno, este acababa de ser cruzado, Marge, la hermana de Vernon había llegado de visita, se puso a charlar tomando café con su hermano, Petunia la atendía ofreciéndole pastel, llevo regalos a Dudley y su perro, un asqueroso perro agresivo, comenzó a perseguir al niño escuálido, sacándolo a la calle hasta que logro llegar donde un árbol, y aterrado comenzó a escalarlo o hacer el intento para alejarse del can.

Ese fue su punto limite, se apareció delante del árbol y miro al perro con severidad.

— Fuera — exclamo secamente, el perro rápidamente salió aterrado ante aquella visión de un hombre vestido de negro que de pronto apareció.

Severus se giró hasta el árbol, donde el niño de lentes estaba abrazado.

— Ya se fue — pronuncio poniéndose a su altura, manteniendo su mirada seria, más bajo su tono de voz, no deseaba asustarlo.

El niño lo miro sorprendido, busco al perro de la tía Marge por todos lados. Se bajó del árbol cuanto puedo. —Gracias señor — agradeció con su voz tímida, era la primera vez que Severus lo escuchaba hablar en semanas.

— ¿Te llamas Harry Potter? — pregunto mirándolo con interés.

— Si — asintió un tanto temeroso, la imagen de un hombre vestido completamente de negro le daba temor, más aún según los cuentos que su tía le había dicho de los roba niños –. ¿Cómo sabe cómo llamo?

— Fui amigo de tu madre cuando pequeño, te tengo un regalo por tu cumpleaños, pero debes confiar en mí.

—No lo conozco señor, mi tía dice que no confié en los extraños.

— Buen consejo, me llamo Severus — se presentó de manera cordial, en su mente comenzó a fraguar un nuevo plan con el mismo fin, resguardar a Harry Potter y hacer pagar a los Dursley por los daños ocasionados al niño hasta ese día.

Snape levanto al pequeño Harry en brazos, lo sintió muy ligero, estaba seguro que ese pequeño nunca había tenido comidas regulares desde la muerte de sus padres. Hizo un movimiento con la varita. Nadie en la calle vio al hombre negro aparecerse, nadie en la calle vio al hombre de traje negro desparecer con el pequeño sobrino de los Dursley en sus brazos.

El porcionista volvió entre sus pasos hasta el número 4 de Privet Drive, nunca bajo al pequeño Harry, ahora con mucho menos razón. Subió al segundo piso, donde las habitaciones estaban solas, y bajo entonces al pequeño de cabellos oscuros dentro del cuarto de Dudley.

— Quiero que elijas la ropa que más te guste de tu primo.

— Dudley se va a enojar, señor Severus — acoto temeroso, conocía a su primo lo suficiente, incluso muchos de sus moretones eran a causa de Dudley que le advertía que no tocara sus cosas o la siguiente vez seria por mucho más dolorosa.

— No lo hará si no lo sabe — respondió.

Harry asintió y comenzó a buscar entre la ropa desordenada aquello que le pidió el señor Severus, ansioso de saber para que la quería. Escogió una camisa blanca, un pantalón color azul y un suéter color beige, los cuales se los acerco. Complacido Severus saco su varita.

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