Regulus Arcturus Black

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Las luces del sol llenaron toda la habitación en tan solo segundos, al ser corridas las cortinas del frente de la casa. El enorme piano de color negro, cubierto de polvo apareció entre las sombras. Los vidrios del enorme mueble de color negro azabache comenzaron a reflejar la luz del sol, y las luces de la habitación, junto a la araña sobre el techo no dejaron ningún lugar sin ser iluminado.

Una figura de un hombre se removió en el sofá de color negro, se volteó hacia un costado, cubriéndose de la luz que lleno la habitación en tan solo segundos. En el suelo una caja musical se encontraba cerrada, ya había terminado de tocar su melodía misteriosa, y varias botellas ahora trasparentes se encontraban tiradas por todo el suelo.

— Kreacher, cierra las ventanas — pidió desde el sofá cubriéndose la cara.

— Ya ha amanecido, amo — exclamo el elfo doméstico, sentado en el sofá del frente.

— Ciérralas — pidió nuevamente, ahora en un tono más demandante, aunque segundos después sus ojos se llenaron de lágrimas —. Ciérralas.

El elfo domestico obedeció sin reproche, con solo tronar sus dedos toda la sala volvió a sumirse en la oscuridad

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El elfo domestico obedeció sin reproche, con solo tronar sus dedos toda la sala volvió a sumirse en la oscuridad.

Después de unos minutos comenzó a levantar todo los objetos regados por el suelo de la noche anterior, noche que se repetía día tras día desde el último año, cuando quien tenía la posesión de la casa legítimamente murió, quedando ahora bajo posesión de su hijo mayor, quien en ese instante se encontraba en la prisión de Azkaban cumpliendo una larga codena, aunque eso no importaba, aquel hijo había sido repudiado, echado de la familia cuando escapo por no seguir los lineamientos de la sangre pura, ese hombre nunca sería el amo para aquel elfo, su amo era quien estaba allí frente a él, llorando en silencio.

Kreacher se quedó esperando a que su amo se diera vuelta, quisiera algo, le dijera algo, pero el joven se mantuvo inmóvil, hizo aparecer el amado edredón del amo, ese que estaba en la habitación del cuarto piso, de color verde, pero tan pronto callo sobre él, con un movimiento de su mano se lo quito.

Kreacher entonces miro la hora, alegremente fue a preparar el desayuno para su amo, quizás necesita comer, no recordaba cuando había sido la última vez que lo vio probar bocado, el día anterior se había negado. Preparo el desayuno más variado y apetitoso que pudo, esperaba que fuera delicioso para su amo, y lo llevo en una bandeja hasta el salón, donde su señor debería encontrarse, pero el ya no estaba ahí, solo estaban las botellas vacías, la caja musical abierta y el edredón.

Fue a buscarlo al segundo lugar donde estaría, la habitación del ingrato amo Sirius, seguramente lo encontraría allí, como siempre cuando no estaba en el salón. Y allí estaba llorando abrazado a la almohada de la habitación más repugnante para Kreacher, con colores demasiado vivos y horribles, él prefería el verde y plata, no el rojo y dorado.

— El desayuno...

— No tengo hambre, Kreacher.

— Amo Regulus.

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