El Escape de Azkaban

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Chispas comenzaron emanar desde la chimenea con un tono color verdoso, como la persona que quisiera entrar estuviera enfurruñada, y no era para menos. Tras una corta explosión el aristócrata Lucius Malfoy salió de la chimenea, su piel pálida estaba opacada por cenizas, un tanto sucia por usar la chimenea para volver a su mansión, su pelo rubio cubierto por un poco de residuo y sus ojos grises mostrando una expresión de furia.

— ¿Dónde está Dobby? — pregunto la mujer noble con su voz clara y fría, fijando su mirada azulina en su esposo, quien acababa de entrar —. ¿No te había acompañado?

— El niño Potter lo libero — exclamo sacudiéndose —. Resulto no ser tan buena compañía para Draco, amigo de los sangre sucias y traidores.

Narcisa Malfoy se levantó del sillón donde se encontraba leyendo un libro, el cual dejo a un lado, a la espera de buenas noticias sobre los sucesos de Hogwarts, daba por hecho que pronto habría novedades con respecto a los planes de su marido, entre los que estaba seguro que pasaría, la dimisión de Albus Dumbledore como director. Su altura era casi tanta como la de su esposo, saco de su bolsillo un elegante pañuelo bordado para pasarlo por la cara de Lucius, el cual seguía molesto ante los últimos sucesos.

— ¿Qué te paso en la cara? — pregunto sorprendida al notar las marcas de arañazos y pasar delicadamente por aquellos rasguños, sacando las marcas de sangre y suciedad.

— Un cuervo me ataco — respondió, mirando a su esposa frente a él a punto de reír, su rosto lo decía todo.

— ¿Un cuervo? ¿Qué hacia un cuervo dentro del colegio?

— No era un cuervo ordinario, querida Cissy, el cuervo era un animago.

— ¿Cómo puedes creer algo así? — pregunto mirando con intriga ante aquella conjetura —. Iré por un ungüento para esos arañazos, no creo que sea necesario usar pociones para estos raspones.

— El ave tuvo un comportamiento humano — enfatizo sentándose —. Estuvo observando toda mi conversación con el niño Potter, y me ataco cuando arremetí a atacarlo.

— Con que un cuervo — espeto, se quedó un momento dudando acerca de las palabras antes de dirigirse hasta un cajón donde saco un pequeño frasco de color verde —. Nunca he conocido un animago que se trasforme en un cuervo, ha de ser un animago no registrado.

— Tiene que ser un Black.

— ¿Un Black? ¿Alguien de mi familia? — pregunto sentándose con el pequeño frasco en sus manos —. ¿Qué te hace pensar en eso?

— No lo veo de otra manera.

— Lucius querido, creo que el golpe te ha hecho daño, Sirius Black se encuentra en Azkaban, sería el único que defendería al niño, Arcturus Black nunca defendería a un defensor de sangre sucias, y lo sabes bien, el sigue siendo el patriarca de la familia Black — espeto mientras comenzaba a colocar un poco de ungüento en la cara de su marido —. La familia Black ha sido orgullosa Slytherin por generaciones, ¿No fue por eso que te enamoraste más de mí? Por ser tan puros, por haber estado todos en Slytherin y por la supremacía de los sangre pura que corre en nuestras venas.

— Eso no era lo primordial, tu belleza exótica, tu inteligencia, tu sonrisa — le interrumpió —. Volviendo al cuervo...

— ¿Le preguntaste a Severus al respecto? Quizás ha visto el cuervo alguna vez — comento pasando el pañuelo delicadamente —. No te muevas Lucius, eres peor que Draco cuando se cae de su escoba.

— Estaba en el banquete, deberías haberle visto la cara de fastidio...creo que sería prudente invitar a Severus a una agradable tarde de té.

— Suena buena idea, no lo he visto desde el funeral de mi abuelo.

El Nuevo BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora