Los Campeones

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El Cementerio

Cuando ambos tocaron el suelo fue Harry el único que callo de rodillas, al levantar la vista vieron un lugar al que no esperaban llegar, no se escuchaba la banda de Hogwarts, no se veían las montañas que rodeaban el castillo, una neblina blanca apenas llegaba al suelo brotaba, dejando ver por momentos tierra removida, húmeda. A lo lejos se elevaba una pequeña iglesia que había visto mejores días, muy descuidada, y sobre una clina una casa, enorme, antigua. Habían sido trasladados a un cementerio, de lapidas descuidas, tierra remojada, de un pueblo olvidado.

— La copa de los tres Magos, era un traslador — dijo Cedric con seguridad —. ¿Dónde estamos?

— Hay que irnos de aquí...ahora — exclamo Harry, no le gustaba el silencio y solo podía escuchar las palabras de Barty Crouch Jr la noche anterior en su cabeza, quisiera o no él se encontraría con Voldemort —. Cedric, vámonos de aquí.

— ¿Dónde está la copa? — dijo buscándola —. Busquemos la copa y nos vamos, no bajes la varita Harry.

Harry se puso en guardia, el suelo pantanoso y la neblina sobre el suelo le impedía ver con claridad donde había caído la copa de vidrio de los tres magos, la oscuridad de la noche era casi total, no había luna, apenas si se alcanzaba a ver algo con la luz de la noche y las estrellas del firmamento.

Un sonido rompió el silencio de la oscuridad, alguien se acercaba, una figura cubierta por una capa negra y oscura, se movía entre las tumbas. Por la postura llevaba algo en las manos, aquel ser se acercaba a paso lento, mientras más se acercaba vio que llevaba un bulto entre sus manos.

— ¿Quién es usted? No se acerque — advirtió Cedric seriamente.

La figura parecía no escucharlos o quizás si lo escucho, se acercó una lápida vertical de mármol, cerca de ellos, los tres se miraron, Harry y Cedric no dejaron de señalar a aquel hombre pequeño, el hombre pequeño no dejo de mirarlos.

— Mata al otro — susurro una voz fría y aguda.

Harry callo al suelo, sintiendo gran dolor en la cicatriz, otra vez, era un dolor como si estuvieran poniendo acero hirviente en su frente. Su varita callo al suelo. Escucho a Cedric preocupado decir su nombre. Escucho el pisar del suelo empantanado, el barro elevarse a través de una pisada acelerada.

— Avada Kedavra.

Un brillo de color verde llego a sus parpados cerrados, Harry miro asustado, cuando abrió sus ojos de color verde escucho el sonido de una caída. Aterrorizado vio la imagen como si fuera un cámara lenta, vio a su hermano caer al suelo, un golpe seco en el suelo fangoso sobre la neblina blanca.

Cedric había ido a ayudarlo, se había acercado, su pie estaba todo cubierto de lodo y barro, sus brazos extendidos hacia él, sus ojos cerrados y en su cabeza había una herida.

— Cedric...No...Cedric — grito acercándose al cuerpo en el suelo fangoso, por un breve momento el miedo se esfumo, Cedric estaba respirando, con un golpe en la cabeza, agradeció al suelo fangoso haber hecho caer a su hermano al suelo, Cedric había esquivado la maldición asesina.

Estaba a punto de comenzar a zarandear a Cedric para despertarlo, pero una mano lo tomo por la fuerza, alejándolo. Harry se giró, miro la cara de aquel hombrecillo, era Colagusano. Lo arrastro por la fuerza hasta una lápida de piedra, sosteniéndolo con cuantas sogas tenia a la mano, tan fuerte que Harry sintió dolor cuando apretó el ultimo nudo. Le tapo a Harry la boca con una tira negra, estaba atado y amordazado, las palabras de los Crouch volvieron a su mente.

Harry solo podía mirar al frente, mirar a su hermano que estaba desmallado, rogar porque despertara pronto, vio como la sangre de la herida brotaba, no se veía tan grande, quizás era solo un simple raspón, no lo sabría hasta que Cedric despertara, pero estaba seguro de algo, no había golpeado con ninguna piedra, solo con montículos de tierra húmeda que se deshicieron apenas el callo al suelo.

El Nuevo BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora