El incidente de la Snich dorada

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Si algo odiaba Severus Snape era el pápelo, tener el deber de rellenar cada pergamino de manera metódica, con su letra élegamente manuscrita, pero detestaba hacerlo. No era para menos odiaba todo aquello que fuera incensario a su mirar, y la pila de pergaminos que rellenar le parecía innecesaria, lo que le daba indicios que el nuevo ministro, Cornelius Fudge, era menos competente que su antecesora, la ministro Milicent Bagnold.

A pesar de cualquier desacuerdo que tuviera con la anterior ministra, esta estuvo siempre a su disposición, desde el primer día en que acudió al ministerio para solicitar el divorcio contra Sirius Black, solo le enviaba una vez al año un pergamino para el pedido de visita, pedido de visita que en cuestión de horas estaba aprobado, y así podía ir a Azkaban con un acta de divorcio que Sirius rompería. Jamás había puesto en duda sobre su trabajo en Hogwarts con el pasado que llevaba sobre sus hombros, como ex mortifago, la ministra confiaba en Albus Dumbledore, y si el director de Hogwarts estaba seguro que él era un hombre nuevo, arrepentido de sus errores, ella también lo creía.

El recientemente nombrado Ministro de Magia, Cornelius Fudge resulto ser todo lo contrario desde el primer contacto.

No solo le negó de manera reiterada las visitas a Azkaban, a pesar de presentar las pruebas de un matrimonio que él no consintió, se negó a reabrir el caso contra Sirius Black bajo la premisa que todo se había hecho según los protocolos ministerial, al mismo tiempo había puesto en duda tanto su trabajo en Hogwarts como su maestría en Pociones, todo eso en la misma semana. Y lo que fue la cereza del pastel, Cornelius Fudge había sacado a los Aurores que eran los encargados de llevarle la comida a los reos, dejando toda la prisión a cargo de los Dementores.

Snape, no obstante, sabia de la importancia de sus visitas a Azkaban, la cordura de Sirius Black estaría en constante peligro con el nuevo poder que se le había otorgado a los Dementores. No podía permitirse que Sirius cediera ante el mal del dementor, la seguridad de Harry Potter estaba en riesgo.

Se encerró en el gran comedor entonces a hacer el gran y enorme papeleo, terminar con cuanto pergamino tenía delante, el tiempo apremiaba.

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A pesar de que su casa tenía un aspecto legumbre y daba miedo, para Harry a sus ya 10 años, la casa en el número 12 de Grimmauld Place era interesante.

El retrato e Walburga con el pasar de los años comenzó a hablar más con él, a pesar de ser un simple cuadro, comenzó contándole a quienes perteneció la casa antes que, el anterior amo de la casa fue Pollux Black, padre de la señora Black, y ante que él, Cygnus Black II, su abuelo, y antes que él le perteneció a Phineas Nigellus Black, quien fue director de Hogwarts.

Ella asistió al colegio Hogwarts de magia y hechicería, donde fue seleccionada en la casa de Slytherin. Su mejor materia fue trasformaciones, fue alumna del ahora director de Hogwarts, Albus Dumbledore, y de un profesor de pociones, que también fue el de sus hijos, Horace Slughorn. Era una de las alumnas más populares de Hogwarts, le era fácil hacer amigos. Entre sus logros académicos, según ella, había aprobado al menos su ÉXTASIS de Trasformaciones con Extraordinario.

Entre los relatos sobre Orión, su difunto esposo, Walburga aseguraba haberlo amado mucho, era un hombre de corazón noble que pocos llegaron a conocer, y sus dos hijos heredaron, o al menos el mayor fue muy demostrativo de él. Ambos habían sido comprometidos cuando él tenía 12 años y ella 16. También había asistido a Hogwarts y tambien fue seleccionado en la casa de Slytherin, donde se había hecho de una entrañable amiga que siempre extraño. Su mejor materia fue Historia de la magia, le apasionaba la historia, y estaba segura que Orión Black era el único alumno en la historia de Hogwarts, al menos desde que el profesor Binns enseñaba la materia, que había logrado su EXTASIS con extraordinario.

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