Slytherin

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Harry despertó como cada mañana en un ambiente por mucho oscuro, en un principio tenía miedo, la habitación no tenía ventanas, no había por donde entraría la luz de la mañana. Temeroso se cubrió con su edredón, queriendo ocultarse, y luego sintió silencio.

En la casa de si tía y tío ese silencio no solía durar mucho, tan pronto como lograba acurrucarse para no pasar tanto frio escuchaba a su tía golpeando la puerta de la alacena, gritándole que se levantara y ayudara con el desayuno, ayuda que consistía en hacerlo el.

Pero no había sonidos, nadie golpeaba la puerta, incluso podía sentir un arrullador sonido de agua en movimiento, no como el chapotea de Duddle cuando se bañaba en su tina, sino como el agua del lago de un parque con patos, o la pecera que tenían en el Kinder con la mascota de la clase y que alguna que otra vez cuido.

— Esta algo frio — escucho de pronto, y luego sintió que algo era colocado sobre él.

Harry sonrió, reconoció la voz, entonces recordó donde estaba, ya no estaba en la alacena debajo de las escaleras donde despertaba cada mañana con frio. Sintió el tibio tacto, la mano de aquel adulto que tanto cariño le profesaba sacándole la parte del edredón que cubría su cabeza, y lo vio, un tanto borroso, pero su cabello oscuro rizado lo delataban, estaba acomodando el edredón y ahora una frazada que había colocado sobre él.

— Buenos días — exclamo sonriendo mirando al frente.

— Es temprano para levantarse, Harry, duerme un poco más — respondió el mayor, antes de besarle la frente.

A Harry eso le gustaba, le gustaba ya no pasar frio, dormir en una cama mullidita, si tenía frio, no importara que no lo dijera, Regulus siempre se daba cuenta y le ponía una frazada más para que no tuviera frio. Tanteo con la mirada la otra diferencia de su alacena debajo de las escaleras, y encontró aquello que se había separado de el por unos pocos momentos, ahí estaba uno de sus ositos de peluche, uno que Duddley no le quitaría.

Podía cerrar los ojos tranquilos, a pesar de la oscuridad, dejándose arrullar por el sonido del agua que no sabía de donde venía, pero le gustaba.

La puerta de la habitación se abrió en ese instante, Harry sintió el aire entrar mas no un chirrido o el sonido de la llave, como en el armario debajo de las escaleras. Muchas luces se encendieron, eran luces de vela, ya no estaba oscuro, si alguien caminaba sobre el techo de su habitación ya no caía polvo o restos de madera.

— Es extraño, no hace tanto frio — se escuchó el susurro de quien entro a la habitación.

— Lo vi acurrucarse, solo actué — vocifero el otro antes de dar un largo bostezo —. Buenos días Snape.

— Los alumnos de Slytherin no se han quejado de la temperatura, revisare los hechizos de calefacción.

— ¿Eso no lo hace el director? — pregunto anonadado.

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