Dolor.Dolor puro y crudo, de aquellos dolores que te sacan gritos desde lo más profundo de la garganta hasta sentir que te duele. Pero el dolor de mi garganta era una nimiedad en comparación al de todo mi cuerpo. Me sentía como si un camión me hubiese pasado por encima y no sabía que era peor; el hecho de que estaba sufriendo y me mantenían encerrada en la habitación o el hecho de que sabían que estaba adolorida y no les importaba en lo más mínimo.
Perdí la cuenta de cuántos días llevaba encerrada luego del tercer día.
Lo único que aseguraba con firmeza es que me estaba revolcando en la mismísima miseria.
Llevaba días con las manos enterradas en mi estómago como si una criatura amenzara con salir de este y devorarse todo lo que hay a su alrededor. La garganta me dolía horrores, tenía una sed tan intensa que ni el agua del grifo del baño podía calmarme. Y eso no era ni por asomo lo peor; llevaba días teniendo sueños aterradores, llenos de sangre y cuerpos vilmente mutilados, aveces incluso estaba dentro de una figura desconocida viendo como con mis propias manos arrebataba vidas.
Era asqueroso y retorcido.
No sabía que le estaba pasando a mi cuerpo, pues nadie vino a mi habitación a darme una explicación clara y cuando me había levantado para intentar salir me encontré con que la puerta estaba cerrada con llave desde el otro lado, haciéndome imposible salir de mi encierro.
Había llorado, rogado, suplicado e incluso insultado a los mismísimos Peymans, culpándolos de lo que sea que le estaba sucediendo a mi cuerpo. Pero la respuesta siempre era la misma: Silencio. Sólo había un horrible silencio del otro lado de la puerta, como si hubiesen abandonado la casa, dejándome a mi suerte.
Sin embargo había comenzado a notar cambios en mi anatomía cada vez que me miraba al espejo.
Mi piel estaba mucho mas pálida que de costumbre, adquiriendo un tono más fantasmal y tenía una suavidad inaudita, como si me hubiese echado alguna crema. Mi cabello había crecido hasta debajo de mis pechos y adquirido unas ondas naturales que antes no estaban, había adquirido un tono rojo mucho más oscuro que el que tenía antes, volviendo mi pelo de un rojo sangre y brillante, porque parecía que alguien le había echado purpurina a mi pelo para que brillara. Mis pómulos estaban más alzados y mis rasgos se veían más afilados, ya no parecía el rostro de una niña de diesciseis años sino el de una chica de veinte o poco más. Mis caderas se habían ensanchado unos cuántos centímetros y casi podría decir que había crecido un poco más porque mis piernas de veían más largas de lo normal. Los pechos y el trasero los tenía más formados, dándoles una redondez que antes no estaba del todo desarrollada, y en vez de tener pequeñitos botones como pezones, ahora eran unos más... ¿De mujer? Finalmente estaban mis ojos, ya no estaba ese verde vívido que tanto me caracterizaba, ahora eran unos ojos verde esmeralda que brillaban como dos lamparitas fluorescentes.
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Los malditos Peyman| #1|+18|Terminada ✓
FantasyWendy Bunner era una chica dulce, inteligente y tímida. Era buena hija y buena amiga. Su vida era normal. Hasta que los conoció a ellos: Fríos. Seductores. Agresivos. Maleducados. Cínicos. Malditamente hermosos. Perversos. Y lo más importante: Con...