15| Ladrones

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Los días pasaban cada vez más lentos y pesados, hasta que se cumplieron dos semanas completas conviviendo con ellos

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Los días pasaban cada vez más lentos y pesados, hasta que se cumplieron dos semanas completas conviviendo con ellos.

Mi semana transcurría en pasar un día completo de la semana con uno de los hermanos. Los lunes tenía clases con Adley, quien había descubierto que parecía tener una adoración por las armas; los martes era Barclay, quien tenía una paciencia innhata para explicarme y enseñarme las cosas, me trataba con tanta paciencia que me pregunté qué hacía alguien como él viviendo con los Peyman; miércoles era Harvey, quién desde nuestra discusión no me dirigía la palabra a menos que fuese para hablar de cosas de mi entrenamiento; los jueves eran de Kasey, quien para mi suerte había reemplazada su regla con darme leves golpecitos en el cuerpo con su mano, al menos esta vez no me dejaba marcas; finalmente los viernes eran de Caley, quien para mi sorpresa había resultado ser un muy buen maestro, no decía comentarios venenosos y se ocupaba de que entendiera todo lo que explicaba, incluso me vi a mi misma completamente atenta a cada palabra que salía de su boca, anotando las cosas más importantes.

Este último había sido una grata sorpresa.

Y lo qué más me sorprendía... Había sido una semana sin ningún percance. No habían habido gritos, insultos, comentarios venenosos o propuestas sexuales. Y no sabía si tenía que ver con que cada noche salían y volvían entradas las cinco de la mañana o tenía que ver con otra cosa.

En la mesa del desayuno siempre estaba sola, ya no estaban ellos y gracias a eso fue que comencé adueñarme de la cocina, cocinando lo que quisiera y lo comía con gusto, incluso aunque el platillo estuviese compuesto de un jugoso pedazo de carne y algunas verduras... Quizás mi desayuno no era muy desayuno, pero últimamente estaba desarrollando un gusto muy fuerte por la carne y era lo único que comía.

Era viernes en la noche, y en exactamente unos minutos los chicos desaparecerían y volverían en la madrugada. Y cómo no iba a clases y no tenía más contacto que con los hermanos, me proponía hacer una maratón de los Peaky Blinders, deseando que Grace volviera con Thomas.

Mis sentidos habían mejorado tanto que el olor a fragancia masculina llegó a mi naríz y me desplacé a la sala, viendo como bajaban las escaleras atraviados en camisas, vaqueros y luciendo terriblemente atractivos.

Había que reconocerlo: los hermanos Peyman eran agradables a la vista. Eran incluso más perfectos que los modelos de las revistas más caras del país.

Un pequeño suspiro salió de mis labios al verlos terminar de bajar las escaleras y clavé las uñas en mi tazón de palomitas para luego desviar la mirada hacia cualquier otro lado que no fuesen ellos, tratando de volver hacer funcionar mis neuronas como era debido.

–Wendy –el llamado de Adley me hizo mirarlo con curiosidad al ver como sacaba unas llaves del bolsillo y dió varios pasos hasta estar a un paso de mi cuerpo –Volveremos tarde, no nos esperes despierta, no le abras la puerta a nadie y no traigas desconocidos ¿Entendido? –sus ojos adquirieron un tinte rosado en señal de advertencia y casi estallo en carcajadas al oír lo último.

Los malditos Peyman| #1|+18|Terminada ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora