21| ¿Y pecas?

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Wendy

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Wendy

Entré a la casa sin compañía, ya que Günther tenía que hacer unas cosas y se llevó el auto. Al entrar fui recibida por un pesado silencio, desconocía donde estaban Delia y Alex, pero suponía que no debían tardar mucho.

Lento, y relajada, subí las escaleras hacia mi habitación con una sonrisita en los labios. A pesar del desastre que soy manejando, la había pasado bien. Günther me llevó a dar un paseo por los alrededores del territorio, donde aprovechó para darme una clase intensiva sobre los territorios, sus divisiones y más cosas que debía tener en cuenta.

Por otro lado me dijo que siguen investigando el extraño ataque de los licántropos contra los vampiros y que lograron contactar con otros clanes, avisando del hecho. Al parecer los Lennox no habían sido los únicos en ser atacados sin darse cuenta, otros clanes, incluso manadas de lobos, habían sido atacados. Nadie pudo identificar a los licántropos muertos, la mayoría dicen que son callejeros; licántropos sin manada ¿Pero por qué de pronto decidieron atacar? ¿Qué los motivó? ¿Y por qué nadie se enteró?

Mientras pienso, distraída, llego a mi habitación, abro la puerta y casi caigo de espaldas al ver a Alexandre recostado en mi cama boca arriba, con una mano sobre su abdomen y la otra tras su nuca, tenía la vista fija en el techo, pero al oírme entrar giró la cabeza y me miró.

-Alex -me llevé la mano al pecho, todavía conmocionada por verlo en mi habitación. Hasta donde recuerdo, aún no habíamos tenido sexo ni nos habíamos besado, por lo cual me parece raro verlo acostado en mi cama, completamente vestido.

-Pequeña caprichosa -susurró en un suspiro y dió una suave palmada al lado vacío de la cama en una silenciosa invitación.

Me adentré al cuarto, cerrando la puerta detrás mío y me acerqué a la cama a pasos pequeños, un tanto desconfiada. Todavía no olvidaba cómo había salido furioso del despacho, por lo tanto desconocía si seguía enojado o ya se había calmado. Dejé caer mi trasero en el borde de la cama, apoyé una mano en el colchón y giré el cuerpo para poder verlo mejor.

Vestía una suave camisa celeste que tenía los primeros tres botones desabrochados y un pantalón de vestir negro, estaba descalzo y despeinado. La mano que estaba apoyada en su abdomen tenía dos anillos dorados; uno en el dedo medio que tenía el rostro de un león y el otro en el dedo índice que era más ancho y con lo que parecían ser letras negras en un idioma desconocido para mi. Gracias a la mano que tenía en la nuca podía verse una franja de la pálida piel de su abdomen bajo y la hebilla plateada del cinturón que brillaba bajo los rayos del sol que entraban por la ventana. Ahí, con los ojos cerrados y los rayos del sol golpeando su cuerpo, parecía una especie de príncipe moderno.

Alex parecía estar al borde de lo antiguo y lo actual. Su forma de moverse y de hablar me recordaban a esas personas de la alta sociedad en la antigüedad que tantas veces había visto en las películas y leído en los libros; de hecho si me decía que antes de ser vampiro fue un lord o un príncipe, le habría creído. Mientras que Günther parecía sacado de un cuento de vikingos y piratas, Alexandre parecía sacado de un cuento de princesas y hadas. Eran tan iguales y distintos que lograban formar una combinación maravillosa.

Los malditos Peyman| #1|+18|Terminada ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora