7| Lujuria

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Para cuando terminó la clase guardé mis cosas y salí lo más rápido del aula, prácticamente huyendo de Asier

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Para cuando terminó la clase guardé mis cosas y salí lo más rápido del aula, prácticamente huyendo de Asier. No porque me desagradara, si no que su mera presencia me ponía nerviosa.

Deambulé por los pasillos sin la compañía de mis nuevos hermanos, buscando el baño de damas. Entre empujones y malas miradas lo encontré, crucé la pálida puerta y al instante me quedé tiesa en mi sitio.

La imagen frente a mi había hecho cortocircuito en mi cabeza, dejándome con los pies estancados en el piso y sin poder apartar la mirada de las dos personas.

Al primero lo reconocí como Ángelo, el chico que le caía mal la mera existencia de Harvey. A la chica no supe reconocerla, pero poseía una larga cabellera rubia que en estos momentos estaba siendo jalada por los largos dedos del castaño mientras sus caderas chocaban con fuerza contra el pálido trasero de la chica. Mientras Ángelo soltaba gruñidos muy parecido al de los animales, la chica gemía sin ningún tipo de pudor. El sudor provocaba que la piel de ambos brillase. Por un momento me quedé embobada al ver como los pechos de la chica se agitaban de arriba abajo, al compás de las caderas de su compañero.

Era la primera vez que observaba a dos personas tener relaciones sexuales.

Por alguna razón mi mente confundió mi visión con el recuerdo de mis dedos tocando la piel de Caley anoche. Sintiendo la suavidad y el suave subir y bajar de su pecho. La boca se me secó y me vi a mi misma en el puesto de la chica y a Caley detrás mío, gruñendo, tirando de mi pelo y empujando las caderas entre mis piernas.

Santo Dios.

La incomodidad se hizo presente en mi entrepierna y tuve que cruzarme de piernas, mordisqueé mi labio inferior mientras la escena se repetía una y otra vez en mi cabeza, engañándome brutalmente.

Desperté de mi burbuja al oír el chillido de la chica y al concentrar la vista vi que ambos me estaban mirando. La chica con expresión de horror y Ángelo con una sonrisa maliciosa.

–Pero mira nada más, si es la dulce Wendy ¿Qué pasa querida? ¿Quieres unírtenos? –dijo el muchacho mientras salía del interior de la chica.

–¿Pero qué te pasa? ¿Acaso estás loco? ¡Yo no pienso coger con la hermana de un Peyman! –gritó como si la sola mención de mi apellido fuese una especie de maldición.

–Bien, entonces vete –le dijo Ángelo mientras le hacía una seña con la mano para que se fuera.

La chica ni siquiera se lo pensó dos veces. Se volvió a colocar el uniforme y salió del baño terminando de abrocharse la camisa mientras le lanzaba una mirada envenenada al castaño. Una vez estuvimos solos el muchacho se acercó a mi, desnudo y con una mano en su miembro, masajéandolo lentamente.

–Dime querida Wendy ¿Alguna vez tocaste un miembro masculino? –la voz grave del muchacho retumbó en el silencio del baño.

Por instinto -y por miedo- retrocedí varios pasos hasta que mi espalda golpeó la pared, los libros en mis manos resbalaron, cayendo a mis pies. Mientras que mis ojos subían y bajaban por el cuerpo masculino que tenía a unos pasos, la sangre subió a mis mejillas e intenté desviar la vista del chico, pero este me tomó del mentón, obligándome a mirarlo.

Los malditos Peyman| #1|+18|Terminada ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora