15| ¿Quién era Wendy? Parte 2

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Cristal

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Cristal

Luego de decirme el nombre, se levantó y se fue junto a Caley, el cual la recibió con los brazos abiertos y la sentó en sus piernas.

Fruncí las cejas, desviando la vista hacia la llave que había dejado en mi mano, curiosa.

Nadie me dijo que antes de mi vivía otra chica en esta casa. De hecho jamás había oído otro nombre que no fuese el de los hermanos y el mío.

Hice girar el objeto en mi mano, tratando de decifrar a dónde podía pertenecer esta llave. Me era familiar de alguna manera, como si la hubiera visto antes.

Y entonces, un recuerdo llegó a mi de forma casi inmediata.

Llevaba dos meses en la casa Peyman y hasta ahora los hermanos se habían comportado del asco conmigo.

Me hallaba caminando hacia mi habitación, queriendo acostarme en la cama y no volver a levantarme de ella, hasta que una puerta en el pasillo llamó mi atención.

Nunca había visto esa puerta abierta hasta hoy.

Miré hacia ambos lados, asegurándome de que no hubiera nadie y me acerqué a la puerta entreabierta. Empujé un poco, tratando de mirar al interior, considerando que jamás había visto esta puerta abierta, debía aprovechar.

Di un salto en mi sitio al ver como la puerta se abría de golpe, revelando la imponente figura de Harvey saliendo del interior.

-¿Qué mierda crees que haces? -gruñó avanzando hacia mi.

Por instinto retrocedí, asustada y chocando contra la pared del pasillo.

El gran cuerpo de Harvey me acorraló. Impactó una mano a un costado de mi cabeza, provocando que diera un brinco en mi lugar y él esbozara una fría sonrisa. Sus ojos violáceos parecieron oscurecer un poco gracias a la tenue iluminación del pasillo. Tragué saliva con fuerza, apretando las manos en el borde de mi camiseta.

-Con que resultaste ser una metiche ¿Eh? -murmuró con burla, su voz ronca erizó los vellos de mi nuca.

-Yo no... -balbuceé, tratando de explicar algo que ni yo misma entendí en ese momento.

Alzó un dedo, colocándolo sobre mis labios y haciendo una pequeña presión que me obligó a callarme. Mis ojos se abrieron por la sorpresa de su contacto.

-Ahórrate las mentiras, rubia -musitó ladeando el rostro, produciendo que un mechón cayera sobre su ojo. Llevó la vista al cabello unos segundos, viéndose molesto, sopló, elevando el mechón y moviéndolo lejos del ojo, hacia un costado.

La acción lo hizo ver dulce. Me recordó a un niño pequeño por las formas en que se arrugaron sus cejas y como de un soplo volvió a dejar el cabello hacia un costado.

Los malditos Peyman| #1|+18|Terminada ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora